Este antiguo Marsupial Dientes de Sable tenía los dientes tan grandes que los ojos le sobresalían de la cabeza

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Una reconstrucción de Thylacosmilus atrox. Crédito: © Jorge Blanco
Una reconstrucción de Thylacosmilus atrox. Crédito: © Jorge Blanco

Paleontólogos del Museo Americano de Historia Natural, el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales y el CONICET investigaron cómo el Thylacosmilus atrox, un esparasodonte carnívoro extinto conocido como el "marsupial dientes de sable", podía cazar con eficacia a pesar de tener los ojos muy abiertos, como una vaca o un caballo.

La visión forma parte de un complejo sistema sensorial neuroconductual de importancia crítica en la mayoría de los vertebrados terrestres.

Entre los mamíferos, los primates y la mayoría de los depredadores tienen sistemas visuales evolutivamente diseñados para la estereoscopía, o percepción de la profundidad.

Esto también se aplica a los esparasodontes, un grupo extinto de metaterios hipercarnívoros no marsupiales que vivieron en Sudamérica durante la mayor parte del Cenozoico hasta su extinción a mediados del Plioceno, con una excepción: Thylacosmilus atrox.

Conocido como el "marsupial dientes de sable", este antiguo depredador tenía aproximadamente la mitad de tamaño (masa corporal media de 117 kg) que el gato dientes de sable Smilodon fatalis, que era del tamaño de un león o más (245 kg).

Sus cuencas oculares, u órbitas, estaban colocadas como las de un ungulado, con órbitas orientadas principalmente hacia los lados.

En esta situación, los campos visuales no se solapan lo suficiente como para que el cerebro los integre en 3D.

¿Por qué un hipercarnívoro desarrolló una adaptación tan peculiar? La paleotóloga Charlène Gaillard y sus colegas se propusieron buscar una explicación.

"No se puede entender la organización craneal de Thylacosmilus atrox sin enfrentarse primero a esos enormes caninos", explica Gaillard.

"No sólo eran grandes; crecían sin cesar, hasta tal punto que las raíces de los caninos continuaban por encima de la parte superior de sus cráneos".

"Esto tenía consecuencias, una de las cuales era que no había espacio disponible para las órbitas en la posición habitual de los carnívoros en la parte frontal de la cara".

Los autores del estudio utilizaron la tomografía computarizada y reconstrucciones virtuales en 3D para evaluar la organización orbital en una serie de mamíferos fósiles y modernos.

Pudieron determinar cómo se habría comparado el sistema visual de Thylacosmilus atrox con el de otros carnívoros u otros mamíferos en general.

Aunque en algunos carnívoros modernos se da una convergencia orbital baja, Thylacosmilus atrox era extremo en este sentido: tenía un valor de convergencia orbital tan bajo como 35 grados, comparado con el de un depredador típico, como un gato, en torno a 65 grados.

Sin embargo, una buena visión estereoscópica también depende del grado de frontación, que es una medida de cómo están situados los globos oculares dentro de las órbitas.

"Thylacosmilus atrox fue capaz de compensar el hecho de tener los ojos a un lado de la cabeza sobresaliendo un poco las órbitas y orientándolas casi verticalmente, para aumentar al máximo la superposición del campo visual", explica la Dra. Analia Forasiepi, investigadora del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales y del CONICET.

Una reconstrucción del cráneo de Thylacosmilus atrox. Crédito: © Jorge Blanco
Una reconstrucción del cráneo de Thylacosmilus atrox. Crédito: © Jorge Blanco

"A pesar de que sus órbitas no estaban posicionadas favorablemente para la visión 3D, podía alcanzar alrededor del 70% de superposición del campo visual - evidentemente, suficiente para convertirlo en un depredador activo exitoso".

"La compensación parece ser la clave para entender cómo se armó el cráneo de Thylacosmilus atrox", dijo el Dr. Ross MacPhee, conservador principal del Museo Americano de Historia Natural.

"En efecto, el patrón de crecimiento de los caninos durante el desarrollo craneal temprano habría desplazado las órbitas lejos de la parte frontal de la cara, produciendo el resultado que vemos en los cráneos adultos".

"La extraña orientación de las órbitas en Thylacosmilus atrox representa en realidad un compromiso morfológico entre la función primaria del cráneo, que es sostener y proteger el cerebro y los órganos de los sentidos, y una función colateral exclusiva de esta especie, que era proporcionar espacio suficiente para el desarrollo de los enormes caninos."

El desplazamiento lateral de las órbitas no fue la única modificación craneal que Thylacosmilus atrox desarrolló para acomodar sus caninos conservando otras funciones.

Colocar los ojos en el lateral del cráneo los acerca a los músculos masticadores temporales, lo que podría provocar deformaciones al comer.

Para evitarlo, algunos mamíferos, incluidos los primates, han desarrollado una estructura ósea que cierra las cuencas oculares lateralmente.

Thylacosmilus atrox hizo lo mismo, otro ejemplo de convergencia entre especies no relacionadas.

Esto nos lleva a una última pregunta: ¿para qué habría servido desarrollar unos dientes enormes y cada vez más grandes que requerían una remodelación de todo el cráneo?

"Podría haber facilitado la depredación de alguna forma desconocida. Pero, de ser así, ¿por qué ningún otro esparasodonte -o, para el caso, ningún otro mamífero carnívoro- desarrolló la misma adaptación de forma convergente?". afirma Gaillard.

"Los caninos de Thylacosmilus atrox no se desgastaron, como los incisivos de los roedores".

"En su lugar, parecen haber seguido creciendo en la raíz, extendiéndose finalmente casi hasta la parte posterior del cráneo".

Fuentes, créditos y referencias:

Museo Americano de Historia Natural - Seeing through the eyes of the sabertooth Thylacosmilus atrox (Metatheria, Sparassodonta, Communications Biology (2023). DOI: 10.1038/s42003-023-04624-5

Créditos a SciNews

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