La nueva Comisión Europea pasa de la tecnocracia a la política

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante una conferencia de prensa en la sede de la UE en Bruselas, Bélgica, el 19 de septiembre de 2024. Alexandros Michailidis/Shutterstock

La nueva Comisión Europea entra en una fase crucial tras la propuesta de Ursula von der Leyen para formar su segundo equipo de comisarios. Este proceso es clave para consolidar las políticas europeas en los próximos años.

El pasado 17 de septiembre la presidenta propuso un nuevo listado de candidatos a ser comisarios europeos. En esta ocasión, como ya hiciera con el anterior Colegio de Comisarios en 2019, le añadió un listado de competencias y tareas.

Nos encontramos con el resultado de la propuesta de comisarios y carteras por parte de los Estados miembros. Ahora le toca un proceso de aprobación por el Parlamento Europeo, primero una aprobación por cada una de las comisiones parlamentarias de los candidatos dependiendo de la cartera que tengan, y posteriormente una aprobación de todo el colegio por la asamblea en sesión plenaria.

Quién es quién y qué se espera de los nuevos comisarios

La presidenta, en este caso, ya tiene antes de empezar algunos problemas que está intentado solventar: la dimisión de Thierry Breton, francés y comisario de Mercado Interior y Servicios durante el anterior periodo, que se ha ido dando un portazo y criticando la actuación omnipotente de la presidenta, y el representante húngaro, Olivér Várhelyi, candidato a repetir y que durante los últimos meses criticó abiertamente al Parlamento Europeo.

Este nuevo colegio de comisarios, Von der Leyen II, se parece en algunas cosas al anterior: ha establecido un modelo de vicepresidentes ejecutivos y ya desde el principio establece las áreas asignadas y las tareas de forma muy minuciosa.

Ha realizado un reparto territorial e ideológico que le permite no tener demasiados problemas en la aprobación parlamentaria. Cuenta para ello con un liberal francés, Stéphane Séjourné, compensando así al presidente Macron por el enfado de Breton; un italiano representante del Gobierno de Meloni, Rafaelle Fito; una finlandesa del partido popular europeo, Henna Virkkunen, y dos socialistas, una rumana Roxana Mînzatu, y otra española, Teresa Ribera.

Esta nueva comisión pretende responder a la evolución de la institución, que ha pasado de ser anodina a ser cada vez más política. Esto ya proviene de la época de Jean Claude Juncker y ha continuado con Ursula von der Leyen, que se ha tenido que enfrentar a la negociación del Brexit, la gestión de la crisis sanitaria de la covid-19 y la guerra por la invasión de Ucrania por Rusia.

Para ello está reforzando el discurso político y la presencia en momentos clave en lugares estratégicos. En primer lugar, estableciendo un programa aprobado por el Parlamento Europeo al apoyar su candidatura a la presidencia en el mes de julio con una estrategia para “profundizar y hacer más fácil el desarrollo de los negocios en el mercado interior”, reducir el precio de la energía y poner la investigación y la innovación en el centro de la economía.

En segundo lugar, le pide a los comisarios que tengan como hoja de ruta dos documentos, entre otros, encargados al alimón por el Consejo Europeo y la Comisión a Enrico Letta y a Mario Draghi, dos italianos con una visión de Europa determinada: más competitiva económicamente, con un apoyo a las empresas para que puedan crecer y convertirse en gigantes mundiales, una preocupación por las barreras regulatorias que impiden ese crecimiento y la voluntad de una profundización en la estrategia de independencia en seguridad y defensa y en economía.

¿Dónde está España?

España vuelve a tener vicepresidente en la Comisión Europea. Siendo como es uno de los seis países más importantes de la economía europea y uno de los pocos gobernados por el Partido Socialista, le corresponde casi de manera natural. La cartera por la cual se presenta la actual ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, es Mercado Interior. Se trata de una de las tradicionalmente más relevantes al corresponder a una de las políticas principales de la Unión Europea, mas aún teniendo en cuenta el objetivo de crecimiento económico basado en una mejora de la competitividad interna para poder ser competitivos externamente.

Para la más que probable futura comisaria las obligaciones que ha establecido la presidenta podrían resultar algo complicadas de llevar a cabo, más por cuestiones ideológicas y hábitos de trabajo que por otras razones. Le han pedido que reduzca las barreras legislativas, que apoye a la industria y que ayude a la reducción de los costes energéticos para poder ser más competitivos, algo que no va a ocurrir exclusivamente con energías renovables.

España tendrá que empezar a converger también en las políticas, cosa que hace tiempo que no consigue. Se ha contentado con asimilarse en el discurso político, pero no en las políticas.

Comienza un periodo interesante que esperamos que vuelva a colocar a Europa como líder económico en el concierto internacional.

The Conversation

Carmen Isolina Egea Gutiérrez - Cortines no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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