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Los investigadores exploran el extraño misterio de por qué los reptiles excretan cristales sólidos. Crédito: Unsplash/David Clode. |
Pocas personas saben que muchos reptiles “orinan” cristales. Sí, literalmente. Un nuevo estudio publicado en el Journal of the American Chemical Society analizó la orina sólida de más de 20 especies y descubrió que todas contenían diminutas esferas de ácido úrico. Más allá de lo curioso, el hallazgo podría ofrecer pistas valiosas para tratar enfermedades humanas causadas por los mismos cristales: los cálculos renales y la gota.
Todo ser vivo necesita una forma de eliminar los desechos. En los humanos, el exceso de nitrógeno —proveniente de la digestión de proteínas— se expulsa en forma de urea, amoníaco y ácido úrico disueltos en la orina. Los reptiles y las aves, en cambio, hacen algo más ingenioso: compactan esos compuestos en sólidos llamados “uratos”, que expulsan a través de la cloaca. Es una adaptación evolutiva que les permite conservar agua, un recurso vital para especies que suelen vivir en ambientes secos.
Pero lo que es una ventaja evolutiva para ellos, en los humanos puede ser un tormento. Cuando el ácido úrico se acumula, forma cristales duros que se incrustan en las articulaciones —provocando ataques de gota— o se solidifican en los riñones como dolorosas piedras. Por eso, la química Jennifer Swift y su equipo decidieron estudiar cómo los reptiles manejan esos cristales sin sufrir daño alguno.
Al observar las muestras al microscopio, descubrieron que tres especies —la pitón real, la pitón de Angola y la boa arborícola de Madagascar— producen orina sólida compuesta por microscópicas esferas texturadas que miden entre 1 y 10 micrómetros. Los análisis con rayos X revelaron que esas esferas están formadas por nanocristales de ácido úrico y agua, organizados de forma precisa para mantener la estructura estable. Además, el ácido úrico parece desempeñar un papel clave al transformar el amoníaco en una forma sólida menos tóxica.
Swift sugiere que algo similar podría estar ocurriendo también en los humanos, donde el ácido úrico quizá cumpla una función protectora aún no del todo comprendida. Aunque hacen falta más investigaciones, este peculiar vistazo al sistema excretor de las serpientes podría inspirar futuros tratamientos para prevenir o aliviar afecciones como la gota y los cálculos renales.
En otras palabras, el secreto para entender uno de los males más antiguos del cuerpo humano podría estar, literalmente, en la orina cristalina de una serpiente.

