Este ‘calamar vampiro’ acaba de romper un récord mundial genético

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El calamar vampiro (Vampyroteuthis sp.) sigue siendo una de las criaturas más misteriosas de las profundidades oceánicas. Crédito: Steven Haddock/MBARI
Entre las muchas maravillas del abismo, el calamar vampiro (Vampyroteuthis sp.) destaca como un verdadero enigma de las profundidades. Foto: Steven Haddock/MBARI

El llamado “calamar vampiro del infierno” –que en realidad no es ni calamar ni vampiro– acaba de sorprender a la comunidad científica con un hallazgo descomunal: posee el genoma de cefalópodo más grande jamás secuenciado, superando los 11 mil millones de pares de bases. Para ponerlo en perspectiva, eso es más del doble que los genomas más extensos conocidos en calamares modernos.

Un genoma es, básicamente, el manual de instrucciones completo de un organismo, escrito con las letras químicas del ADN: A, T, G y C. Allí los investigadores encontraron una historia evolutiva profunda. A pesar de no ser un calamar verdadero, Vampyroteuthis infernalis conserva una arquitectura cromosómica sorprendentemente similar a la de los calamares actuales, un rasgo heredado de un antiguo antepasado común que también dio origen a los pulpos. El estudio aparece publicado en iScience.

Este animal es una rareza viviente. No pertenece del todo a los calamares, ni a los pulpos, ni a ningún grupo moderno: es el último sobreviviente de una línea evolutiva que desapareció hace millones de años. Muchos lo consideran un “fósil viviente”, ya que mantiene características primitivas que se remontan a unos 183 millones de años, junto con adaptaciones que le permitieron prosperar como carroñero en las profundidades del océano.

Su cuerpo aún conserva vestigios que comparte con calamares, pulpos y sepias. Esas pistas anatómicas hicieron pensar a los científicos que también podría guardar secretos genéticos sobre los orígenes de este diverso grupo de cefalópodos, antes de que sus linajes se separaran hace unos 300 millones de años.

“El calamar vampiro se encuentra justo en la interfaz entre pulpos y calamares”, explica el genomicista Oleg Simakov, de la Universidad de Viena. “Su genoma revela secretos profundos sobre cómo surgieron dos linajes tan distintos a partir de un mismo ancestro”.

Este animal es extremadamente esquivo y habita a más de 600 metros de profundidad, un entorno imposible para los humanos sin tecnología especializada. Por suerte, el equipo obtuvo un ejemplar gracias a una captura accidental del buque de investigación T/V Hokuto de la Universidad de Tokai, mientras trabajaba en la bahía de Suruga.

Al secuenciar su ADN, los científicos quedaron perplejos por el tamaño del genoma: entre 11 y 14 gigabases. Para entenderlo mejor: el calamar Doryteuthis pealeii tiene 4.4 gigabases; el calamar hawaiano Euprymna scolopes, 4.9; y la sepia común, hasta ahora la campeona, 5.5. Incluso los pulpos tienen genomas mucho más pequeños, entre 2.2 y 2.7 gigabases.

Es decir, el genoma del calamar vampiro es varias veces más grande que el de sus parientes más conocidos. Una de las razones es que el 62 % de su ADN está formado por elementos repetitivos, segmentos que se duplican una y otra vez sin aportar nuevos genes, inflando enormemente su tamaño.

Después, el equipo comparó este genoma con el de otros cefalópodos: calamares y sepias de diez brazos (decapodiformes), pulpos de ocho brazos (octopodiformes), un nautilo y otros moluscos. También secuenciaron a la extrañísima Argonauta hians, un pulpo cuyas hembras desarrollan una suerte de concha externa.

Las comparaciones mostraron que, aunque el calamar vampiro es un octopodiforme, aún conserva partes de la estructura cromosómica típica de sus parientes de diez brazos. Paralelamente, estudios en pulpos revelan que estos también tuvieron, en su origen, una estructura cromosómica parecida a la de los calamares.

Con el tiempo, esa organización se compactó y fusionó con elementos propios de los pulpos, en un proceso irreversible conocido como “fusión con mezcla”. Este término describe la unión de cromosomas seguida de una reorganización interna que mezcla información genética. Esa fusión parece haber favorecido las capacidades únicas de los pulpos, como su notable inteligencia y sus complejas conductas.

En cambio, los cromosomas del calamar vampiro permanecieron casi intactos, aunque su genoma se expandió enormemente por la acumulación de secuencias repetitivas. Esto lo convierte en una pieza clave para entender cómo evolucionaron los cefalópodos.

“El calamar vampiro conserva un patrimonio genético que es anterior a ambos linajes”, dice la genomicista Emese Tóth. “Nos ofrece una ventana directa a las primeras etapas de la evolución de los cefalópodos”.

Explicación rápida de términos:
Cromosomas: estructuras que contienen el ADN, como capítulos del “manual” genético.
Gigabase: mil millones de pares de bases de ADN.
Elemento repetitivo: fragmento de ADN que se copia muchas veces sin aportar nuevas funciones.
Cefalópodo: grupo de animales marinos que incluye pulpos, calamares y sepias.

Fuentes, créditos y referencias:

Masa-aki Yoshida et al, Giant genome of the vampire squid reveals the derived state of modern octopod karyotypes, iScience (2025). DOI: 10.1016/j.isci.2025.113832

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