Mujer y directiva: estrategias prácticas para evitar el estrés laboral

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Carla es la CEO de una organización cuyas ventas se han disparado en los últimos 12 meses. Ese cargo se lo ha ganado por sus rasgos de liderazgo, por llegar a todas las tareas y por tratar a todos sus empleados con respeto y empatía. Es una jefa cercana que intenta atender las necesidades de su entorno laboral para así incrementar la productividad. Sí, Carla tiene inteligencia emocional, pero también días en los que enferma.

Carla afirma que no tiene vida al margen de la empresa y se consuela con la idea de que ya tendrá tiempo para salir con sus amigas o hacer ese viaje que lleva deseando desde hace años. Hay días en los que siente cierta apatía que no sabe manejar, se siente deprimida y entonces se pone a trabajar con más intensidad.

¿Qué está pasando aquí? Carla sufre de estrés laboral.

Estrés laboral crónico

Actualmente, los niveles de estrés laboral están aumentando hasta cifras inesperadas. Según la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), un 25 % de las bajas laborales en España se deben a estrés. La AMAT estima que estas bajas por riesgos psicosociales o por estrés suponen más de 25 000 millones de euros anuales de coste laboral directo.

Esta respuesta de estrés limitada al contexto laboral nos puede llevar al agotamiento de los recursos y tiene un nombre: burnout o síndrome del empleado “quemado”. Un síndrome que se incluye como un riesgo psicosocial en el manual de riesgos laborales desde que en 2000 fuese declarado así por la OMS.

Desgaste físico y emocional

El “estar quemado” supone un desgaste físico y emocional que no desaparece descansando unos días. Es un agotamiento físico y mental, con problemas en la conciliación del sueño, la alimentación (atracones vinculados con las buenas o malas noticias de la empresa), dolores de cabeza y también se ha observado una desregulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, un conjunto de estructuras para el manejo de la respuesta al estrés laboral que es clave en el burnout.

Aunque aún queda explorar un poco más esta relación, sí se ha demostrado que existe y se vincula con algunas profesiones, especialmente las del ámbito sanitario.

También son frecuentes los problemas psicológicos y cognitivos asociados con el estrés laboral como la falta de concentración, un estado de alerta constante, inquietud y síntomas ansioso-depresivos. Además, se ha demostrado que en algunos profesionales sufrir este síndrome conlleva una disfunción ejecutiva. En definitiva, la persona ve afectada su calidad de vida y sus relaciones psicosociales.


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Estrés laboral en mujeres: ¿es distinto?

Esta pregunta tiene difícil respuesta. Los últimos datos apuntan a que las diferencias no son extrapolables a todos los efectos. Algunos estudios pioneros observaron que la dimensión de “agotamiento emocional” debido al trabajo contenía datos similares para ambos sexos o que no existían diferencias significativas por género.

Sin embargo, los informes más recientes apuntan a diferencias específicas debidas al género como el porcentaje de excedencias o el estrés laboral percibido en el balance conciliación familiar-laboral. Según el informe Women in the Workplace 2021 de la firma Mckinsey&Company, el 42 % de las mujeres en todo el mundo padece agotamiento frente al 35 % de los hombres. En el 2020, el 32 % de las mujeres se sintieron en estado de desgaste, en comparación con el 28 % de los hombres. En el 2021 la diferencia creció a 7 puntos porcentuales.

El factor maternidad

Asimismo, según un estudio elaborado por la consultora Robert Walters en 2024, el 83 % de los 677 profesionales entrevistados que aseguraron haber disfrutado de una excedencia para el cuidado de un menor eran mujeres. Este estudio revela también que ocho de cada 10 considera muy importante la etiqueta baby friendly (es decir, que la empresa apoyara a los empleados con hijos pequeños facilitando la conciliación) a la hora de aceptar una oferta de trabajo. La líder de este estudio asegura que estamos ante un cambio de paradigma entre generaciones, por lo que las empresas han de sufrir una transformación a favor de estas demandas.

De hecho, ya existen organizaciones y comunidades bien sólidas que sirven como motor de presión para estos cambios. En España, por ejemplo, la comunidad virtual “El club de malas madres” ha puesto en marcha la iniciativa Yo no renuncio. A nivel internacional existen otros movimientos similares en los que se apoyan las mujeres trabajadoras para la mejora de la conciliación trabajo-familia, como Mothers at home matter en Montreal o la comunidad Motherlandia de Australia.


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Los efectos en el cerebro del estrés laboral prolongado

Investigaciones recientes han revelado que el estrés laboral crónico puede tener un impacto en la estructura y la función de determinadas regiones cerebrales. Se ha demostrado que el estrés crónico se vincula con una disminución del volumen del hipocampo, una región del cerebro involucrada en la memoria y el aprendizaje.

También existe la teoría sobre la supervivencia, según la cual el estrés laboral prolongado hace que se usen las partes más primitivas de nuestro cerebro, dejando en “desuso” otras que no son tan relevantes para este estado de alerta.

Finalmente, se ha demostrado que el estrés prolongado altera nuestros patrones de conectividad entre diferentes regiones cerebrales, lo que afecta negativamente a nuestra capacidad para la regulación emocional y el manejo del estrés. Un bucle que no cesa con facilidad: me siento estresada, mi cerebro se pone en “alerta”, sufro de sintomatología física, emocional y cognitiva, rindo menos porque me siento agotada, no puedo manejar el estrés en el trabajo y, por tanto, me esfuerzo más para que eso no reduzca mi productividad laboral.

¿Existen estrategias para hacer frente a esta situación?

Existen ciertas estrategias que podrían ayudar a Carla, siguiendo con el ejemplo, a gestionar el estrés laboral en mujeres:

  • Comunicación efectiva: hablar abierta y honestamente con los equipo y los superiores sobre nuestros límites y necesidades.

  • Establecimiento de límites: aprender a decir “no” cuando sea necesario. No se sienta obligada a asumir más responsabilidades de las que puede manejar; así evita el agotamiento.

  • Foco en el autocuidado: dedicar tiempo a una misma para recargar energías es fundamental, independientemente de la actividad.

  • Mejora en el manejo del tiempo: priorizar tareas y establecer un horario realista.

  • Importancia de la red de apoyo: crear una comunidad de mujeres o unirse a una próxima a su entorno laboral o social se considera un factor protector del estrés laboral en mujeres.

El estrés laboral que siente Carla lo hemos sentido todos en algún momento. Sin embargo, la puesta en marcha de estrategias que favorezcan el autoconocimiento, el respeto propio de los límites y el cuidado personal pueden amortiguar la percepción de estrés laboral y sus consecuencias, especialmente evitar que acabemos cayendo en un desgaste más duradero y de consecuencias más graves.


Este artículo se ha escrito con la colaboración de Lidia Martínez Montoro, coach especialista en estrés laboral, valores y felicidad organizacional.


Este artículo forma parte de una colaboración con Santander Open Academy, una iniciativa global de Banco Santander que ofrece a cualquier persona acceso a formación para mejorar sus competencias profesionales y su empleabilidad. Incluye cursos 100% subvencionados, contenidos de calidad gratuitos y becas con universidades e instituciones líderes de todo el mundo. Más información en www.santanderopenacademy.com.


The Conversation

María J. García-Rubio no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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