El calor extremo afecta a todos, pero a ellos más que a ellas

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Uno de los grandes desafíos del siglo XXI es el cambio climático. El planeta atraviesa por un proceso de calentamiento global que hace que las temperaturas promedio no dejen de aumentar, alcanzando niveles nunca vistos.

Este fenómeno se traduce en inviernos cada vez más suaves y veranos más calurosos, junto a mayores y más intensos fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor.


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Impacto negativo

Esas temperaturas extremas causan pérdidas de vidas humanas, violencia y pérdidas económicas.

Pero además, los efectos del cambio climático pasan en general factura a la salud, provocando una reducción de los niveles de forma física y aumentando los síntomas de estrés, ansiedad y depresión. Influye, incluso, en la tasa de suicidios y de ingresos hospitalarios.

En el ámbito laboral, las altas temperaturas repercuten en la oferta de trabajo y en la productividad, empeoran el rendimiento laboral y elevan las tasas de lesiones relacionadas con el trabajo.

Sobre la investigación y los datos

La frecuencia e intensidad crecientes de los fenómenos meteorológicos extremos subrayan la urgencia de comprender la relación entre esas condiciones y el bienestar individual.

Con este objetivo, hemos analizado la relación entre las temperaturas extremas y el bienestar subjetivo de las personas, poniendo especial atención a posibles diferencias de género.

Aunque investigaciones previas en Estados Unidos han explorado la relación entre clima y bienestar, entre las altas temperaturas y las emociones y entre las variaciones diarias del tiempo y la salud y el bienestar personal, nuestro trabajo proporciona resultados novedosos al centrarse explícitamente en las diferencias entre hombres y mujeres.

En nuestro análisis hemos utilizado datos de la encuesta American Time Use Survey, realizada por la oficina del gobierno federal estadounidense que elabora las estadísticas laborales (Bureau of Labor Statistics). Esta fuente recoge información sobre cómo las personas distribuyen diariamente su tiempo y, en determinados años, incluye un módulo específico sobre su bienestar. En 2010, 2012, 2013 y 2021 se evaluó la intensidad de determinados sentimientos declarados por los encuestados (como la felicidad, el interés, la tristeza, el cansancio, el dolor o el estrés) mientras realizaban sus actividades cotidianas.

Con esta información, analizamos si las condiciones meteorológicas diarias, en particular las temperaturas extremas, se relacionan con el bienestar subjetivo experimentado durante el día. Combinamos los datos de más de 23 000 encuestados con registros diarios de temperatura procedentes de más de 21 000 estaciones meteorológicas distribuidas por todo Estados Unidos.


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Diferencias en función del género

Aunque las temperaturas extremadamente altas se asocian en general con un menor bienestar subjetivo, nuestros resultados muestran diferencias según el género. En los días de calor extremo (aquellos en los que la temperatura superó los 35 grados Celsius), los hombres tienden a declarar menores niveles de bienestar y mayores niveles de cansancio que en los días más templados.

También observamos que, en la población masculina, la influencia de las temperaturas extremas en su bienestar es notoriamente superior que la de otros factores como la edad, el nivel de renta o la participación en el mercado de trabajo, por ejemplo.

En el caso de las mujeres, el bienestar no parece estar tan influenciado por el calor excesivo. Además, investigaciones previas sugieren que ajustan mejor su uso del tiempo a las temperaturas extremadamente altas.

No están claras las razones de estas diferencias, pero pueden estar contribuyendo varios factores. Por ejemplo, rasgos biológicos o fisiológicos, roles sociales o, incluso, la división del trabajo en función del género. Los hombres son más propensos a trabajar en sectores económicos expuestos al clima, como la construcción(los varones suman aproximadamente el 90 % de la mano de obra en este sector en EE. UU.) o la agricultura (en torno al 75 %).

Estos resultados subrayan la importancia de considerar los efectos diferenciados del clima en distintos grupos de población y de promover medidas que reduzcan la exposición a temperaturas extremas, un fenómeno que, todo apunta, será cada vez más habitual en nuestras vidas.

The Conversation

Ignacio Belloc Postigo recibe fondos del Gobierno de Aragón (Proyecto S32_23R) y del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Contrato FPU20/03564).

José Alberto Molina recibe fondos del Gobierno de Aragón (Proyecto S32_23R)

José Ignacio Giménez Nadal recibe fondos del Gobierno de Aragón (Proyecto S32_23R)


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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