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Cuando Carlos Alcaraz venció a Jannik Sinner en la final masculina de Roland Garros el 8 de junio de 2025, en lo que ya se considera un partido clásico, se especuló mucho acerca de las elecciones de vestuario de los dos grandes cabezas de serie del tenis mundial.
Ambos llevaban camisetas Nike. La de Alcaraz era sin cuello, con rayas horizontales verdes y negras con borde azul, y pantalones cortos negros. Por su parte, Sinner llevaba una camiseta verde de estilo polo con cuello, pantalones cortos azules y una gorra azul de Nike. La camiseta de Sinner se parecía mucho a una camiseta de rugby irlandés, lo que algunos consideraron un poco incongruente en una pista de tenis.
En la final femenina del 7 de junio, Coco Gauff derrotó brillantemente a Aryna Sabalenka, la cabeza de serie número uno. Gauff lució un conjunto personalizado de New Balance con un efecto marmolado en azul oscuro, rematado con una elegante chaqueta de cuero gris que llevó puesta al entrar y salir de la pista. Sabalenka lució un colorido vestido de tenis de Nike.
La tecnología, el diseño y la moda influyen en la elección del equipamiento de tenis de los jugadores, al igual que su potencial comercial: el vestido exacto de Sabalenka se puede comprar en la página web de Nike. Pero las cosas son diferentes en el torneo de Wimbledon, donde sigue siendo obligatorio llevar un equipo «casi totalmente blanco».
Fundado en 1877, lo que lo convierte en el clásico de tenis más antiguo y prestigioso del mundo, en Wimbledon cualquier color debe limitarse a una franja de 10 mm.
La ropa blanca se impuso en Wimbledon en el siglo XIX, en parte porque ocultaba los indeseables signos de sudor. La ropa blanca también se consideraba más fresca en el calor del verano. Pero con el paso del tiempo se vinculó a un sentido de la historia y la tradición, y a la singularidad del torneo de Wimbledon.
Aunque ha habido algunas revisiones ocasionales.
Muchas mujeres de la comunidad tenística, entre ellas Billie Jean King, Judy Murray y Heather Watson, han argumentado que las jugadoras encuentran problemáticos los pantalones cortos blancos cuando tienen la menstruación. Como resultado, el All England Club revisó las normas en 2023 para permitir los pantalones cortos oscuros, «siempre que no sean más largos que los pantalones cortos o la falda».
Ya había habido controversias anteriores sobre la vestimenta en Wimbledon, a veces sobre la decencia, como en 1949, cuando Gertrude Moran desafió los códigos de vestimenta con «ropa interior visible».
Más recientemente, en 2017, se pidió a Venus Williams que se cambiara durante una pausa por lluvia en un partido debido a que se le veían los tirantes de un sujetador fucsia.
Al año siguiente, Roger Federer, que buscaba su octavo título de Wimbledon, tuvo que cambiar sus zapatillas Nike de suela naranja. Todos accedieron.
La historia de los uniformes totalmente blancos
La ropa totalmente blanca también está relacionada con el críquet, que comparte elementos de clase y tradición con el tenis. Jugar bajo el sol del verano hacía que la ropa blanca fuera una opción sensata para el críquet. Sin embargo, las autoridades de este deporte permitían que los jugadores llevaran gorras de colores que representaran a su condado o país, y los jerseys de críquet para los días menos soleados solían tener los colores del equipo en el cuello en V.

Las camisetas y los uniformes blancos también han desempeñado un papel importante en otros deportes, como el fútbol. Si las camisetas blancas sugieren respetabilidad y estilo, resulta algo irónico que el poderoso equipo de Leeds de mediados de los años 60 y 70, dirigido por Don Revie, se ganara el sobrenombre de «dirty Leeds» por su estilo agresivo en el campo. La historia y la tradición son tan importantes en el fútbol como en cualquier otro deporte, y los aficionados de cierta edad de otros clubes siguen refiriéndose al club de Yorkshire con este apodo.
Pero basta ya de fútbol, ya que estamos en plena temporada de Wimbledon. Disfrutemos del tenis. Afortunadamente para los aficionados más tradicionales, no habrá equipaciones verdes o azules en la pista central.
Artículo traducido gracias a la colaboración con Fundación Lilly.

Roger Fagge no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.