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Alrededor de 2 600 millones de personas, un tercio de la población mundial, no tienen acceso a internet, según el último informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) sobre el desarrollo digital, de 2024.
Pero mientras en los países ricos el 93 % de las personas tiene acceso a internet, la cifra se reduce a un 27 % en los países pobres. Esta falta de conexión afecta el desarrollo personal, el crecimiento económico y la inclusión social en todo el mundo.
Cosas diarias como pagar, pedir cita médica, hacer transferencias bancarias, trámites o comunicarse necesitan un dispositivo inteligente y conexión a internet. Aunque esto parece obvio, los datos muestran que aún hay desigualdades en el acceso a la tecnología. Es importante prestar atención a personas con pocos recursos, personas mayores o con discapacidad, que pueden quedar excluidas.

Desigualdad tecnológica preocupante
En un mundo post pandemia, el informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial de 2021 ya había señalado la desigualdad tecnológica. Esto significa que muchas personas no tienen acceso a recursos y habilidades necesarias para desenvolverse en el entorno digital.

Por otra parte, el estudio Digital skills gaps: A closer look at the Digital Skills Index (DSI 2.0) señala que el 36 % de los adultos europeos aún carece de competencias digitales básicas y el 8 % utiliza internet rara vez o nunca.
La edad y la brecha digital
El descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida, según las previsiones de Naciones Unidas, será de 80 o más años en 2050. Esto supone que la población mundial cada vez estará más envejecida.
En este contexto, las dificultades con la tecnología de las personas mayores constituyen una circunstancia a tener en cuenta para evitar su exclusión digital.
En España, según datos del INE de 2024, menos de la mitad de las personas mayores de 75 años utiliza internet. Y lo hacen fundamentalmente para servicios de mensajería instantánea, mientras que el porcentaje desciende en cuestiones relacionadas con concertar una cita médica o acceder a historiales de salud.
Edadismo digital y estereotipos
Si bien es cierto que la pandemia aceleró la penetración de dispositivos inteligentes y el uso de internet entre las personas mayores, la irrupción de la Inteligencia Artificial generativa y el rápido desarrollo de la tecnología requieren de una actualización constante.
De hecho, muchas de estas personas mayores experimentan “edadismo digital”, una discriminación basada en estereotipos relacionados con la edad, que limita su participación activa en la vida digital. Esto se suma a la falta de adaptación de plataformas digitales a las necesidades específicas de esta población y la carencia de formación adecuada.
Discapacidad y brecha digital
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas refiere que en las personas con discapacidad se incluye a aquellas que “tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.
En el ámbito digital, los datos de Eurostat correspondientes a 2024 muestran que las personas con discapacidad utilizan internet con menor regularidad y que ese uso varía en función de la gravedad y de la edad. Se enfrentan barreras significativas en términos de accesibilidad a contenidos y servicios en línea que pueden repercutir negativamente en sus oportunidades laborales, sociales y de ocio.
Para abordar este obstáculo, existen numerosas iniciativas desde el ámbito institucional, académico y empresarial destinadas a fomentar la inclusión digital efectiva, proporcionando recursos formativos específicos y adaptaciones tecnológicas.
Es el caso de Accesverse financiado por la Universidad Internacional de La Rioja, dentro de las iniciativas del Observatorio Internacional ‘Brandignverse’. Su finalidad es analizar el ecosistema actual que determina el metaverso y, con ello, delimitar las posibilidades de accesibilidad y cómo eventualmente corregirlas o incrementarlas para reducir la brecha digital devenida por diversas discapacidades físicas e intelectuales.
Asimismo, la red de Cátedras de Brecha Digital de las universidades públicas valencianas tiene el objetivo de analizar el problema desde diferentes perspectivas. En este marco, un estudio reciente de la Universitat Politècnica de València se refiere a la accesibilidad en las plataformas de metaverso para las personas con discapacidad.
Cuatro grupos son importantes para reducir la brecha digital: el gobierno, las organizaciones sociales, el sistema educativo y la familia. Debemos acostumbrarnos a aprender y adaptarnos a los cambios tecnológicos, ya que afectan muchas áreas de la vida.

Profesora e investigadora en la Universitat Politècnica de València, institución que se menciona en el artículo. También soy miembro del Observatorio Brandingverse y del Proyecto AccessVerse.
Soy el director del Observatorio Brandingverse e Investigador Principal del Proyecto AccessVerse
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.