Tu cerebro es tres veces más grande que el de un chimpancé, y la ciencia explica por qué

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Diversidad craneal entre los grandes simios (naranja) y los gibones (azul). Los cráneos no están a escala. Crédito: Dra. Aida Gómez-Robles / Antropología de la UCL.

Diversidad craneal entre los grandes simios (naranja) y los gibones (azul). Los cráneos no están a escala. Crédito: Dra. Aida Gómez-Robles / Antropología de la UCL.

La historia de la evolución humana se extiende a lo largo de millones de años, pero algunas características anatómicas se desarrollaron a un ritmo sorprendentemente rápido en comparación con otros mamíferos: nuestro cerebro enorme y nuestros rostros planos. Mientras estas particularidades se consolidaban en los humanos, el desarrollo de la estructura craneal en otros simios avanzaba mucho más lento.

Un estudio reciente publicado en Proceedings of the Royal Society B muestra que los humanos evolucionaron más rápido que sus parientes simios. Mientras los cerebros de los demás primates permanecieron relativamente pequeños, los humanos los expandieron de manera acelerada, una ventaja que probablemente surgió cuando nuestros antepasados comenzaron a organizarse en estructuras sociales más complejas.

Hoy, los humanos tenemos un cerebro tres veces más grande que el de los simios actuales y sus ancestros extintos. Los cerebros de los primates comenzaron a crecer gradualmente hace unos 2 millones de años con la aparición del género Homo, pero hace unos 300,000 años, los primeros humanos modernos emergieron con cerebros que estaban listos para un salto evolutivo aún mayor.

Investigaciones previas sugerían que, a medida que el árbol genealógico humano se ramificaba, las especies emergentes desarrollaban cerebros más grandes que sus predecesores. El tamaño del cerebro de los primeros humanos modernos ya superaba ampliamente al de sus ancestros, pero la forma del cráneo todavía necesitaba ajustes antes de alcanzar la estructura moderna que conocemos entre hace 100,000 y 35,000 años.

Para entender cómo evolucionamos más rápido que otros simios, los investigadores analizaron modelos virtuales en 3D de cráneos de siete homínidos —como humanos, gorilas y chimpancés— y nueve especies de hylobátidos, conocidos como simios menores, como los gibones. Los homínidos y los hylobátidos se separaron hace unos 20 millones de años y tomaron caminos evolutivos distintos: mientras los homínidos desarrollaron gran diversidad, los hylobátidos mantuvieron características más uniformes.

Dentro del grupo de los homínidos, los humanos destacaron por evolucionar más rápido. Los investigadores dividieron cada cráneo en cuatro secciones: parte superior del rostro, parte inferior del rostro, frente y parte posterior de la cabeza. Al comparar estas secciones entre especies, encontraron que los cráneos humanos cambiaron aproximadamente el doble de lo esperado si no hubiera habido un factor que acelerara la transformación, explican los autores.

“De todos los simios, los humanos han evolucionado más rápido. Esto probablemente refleja lo crucial que fueron las adaptaciones del cráneo asociadas con un cerebro grande y un rostro pequeño,” afirmó Aida Gomez-Robles, antropóloga de University College London y autora principal del estudio. “Estas adaptaciones no solo se relacionan con ventajas cognitivas, sino que también podrían estar influenciadas por factores sociales.”

La evolución de nuestro rostro plano y cerebro gigante podría tener raíces sociales. Después de los humanos, los gorilas muestran la segunda tasa de evolución más rápida. Aunque sus cerebros siguen siendo pequeños comparados con otros simios, los cambios en su cráneo parecen estar relacionados con la selección social: los gorilas con crestas craneales más grandes ocupaban posiciones de mayor estatus. Algo similar podría haber impulsado a los humanos a desarrollar la forma craneal moderna.

Este rápido desarrollo cerebral también se refleja en nuestro ADN. Los llamados HARs (Human Accelerated Regions) son regiones del genoma que evolucionaron aceleradamente desde nuestra separación con los chimpancés, permitiendo la formación de complejas redes neuronales responsables de nuestras habilidades cognitivas únicas. Nuestra historia genética y craneal demuestra que la evolución humana no solo fue rápida, sino también profundamente influenciada por nuestra vida social y cognitiva.

Fuentes, créditos y referencias:

Accelerated evolution increased craniofacial divergence between humans and great apes, Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences (2025). DOI: 10.1098/rspb.2025.1507

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