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Una persona se dispone a enchufar un vehículo eléctrico en una estación de recarga el 22 de mayo de 2025, en la ciudad de Commerce, California. Crédito: AP Photo/Jae C. Hong, archivo. |
Los autos eléctricos han sido promovidos como la gran esperanza ecológica del transporte moderno, pero ¿son realmente más limpios que los de gasolina? Un nuevo estudio acaba de confirmar que sí: después de dos años de uso, los vehículos eléctricos comienzan a reducir de forma notable su huella total de carbono frente a los autos de combustión.
La investigación fue realizada por científicos de la Universidad de Duke, con el apoyo de Albemarle Corporation, una empresa de Carolina del Norte especializada en la cadena de valor de baterías para la industria automotriz. El estudio, revisado por pares, acaba de publicarse en la revista PLOS Climate.
Los investigadores descubrieron que fabricar un vehículo eléctrico genera inicialmente alrededor de un 30% más de emisiones de CO₂ que un automóvil con motor de combustión interna. La razón principal está en la extracción y el procesamiento del litio necesario para fabricar sus baterías. Sin embargo, una vez que el vehículo eléctrico empieza a circular, compensa rápidamente ese exceso y, al cabo de dos años, su impacto total en el clima se vuelve menor que el de un coche de gasolina que haya recorrido la misma distancia.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo utilizó el modelo Global Change Analysis Model (GCAM), una herramienta que permite analizar cómo interactúan la energía, la economía y el clima a largo plazo. Con este modelo evaluaron las emisiones de contaminantes en cuatro escenarios distintos de adopción de autos eléctricos en Estados Unidos, proyectados hasta el año 2050. Se tomaron en cuenta las emisiones provenientes de la producción de combustible, la fabricación de baterías, el ensamblaje de vehículos y su operación en carretera.
Los resultados fueron claros: a medida que la eficiencia de las baterías mejora, cada kilovatio-hora adicional de capacidad instalada en un vehículo eléctrico supondrá una reducción de aproximadamente 220 kilogramos de CO₂ en 2030, y de unos 127 kilogramos en 2050. En otras palabras, mientras más avanza la tecnología, más limpia se vuelve.
El estudio también estimó el valor económico del daño ambiental y sanitario asociado a ambos tipos de autos. Los vehículos de gasolina, durante sus 18 años de vida útil promedio, generaron entre 2 y 3,5 veces más costos sociales que los eléctricos, incluyendo el impacto en la salud humana por enfermedades derivadas de la contaminación del aire. Un argumento contundente a favor de acelerar la transición energética.
Los autores aclaran que su trabajo se basa en modelos informáticos y simulaciones de escenarios, por lo que no considera algunas categorías de emisiones, como las asociadas al reciclaje o eliminación de componentes al final de la vida útil del vehículo, ni las derivadas de la instalación de infraestructura de carga eléctrica. Aun así, el panorama general es innegable: los autos eléctricos ofrecen beneficios ambientales cada vez más tangibles conforme se optimizan los procesos de producción y se amplía la red de energía limpia.
En definitiva, la transición hacia la movilidad eléctrica no es solo una tendencia tecnológica, sino una herramienta efectiva para reducir el impacto climático del transporte. Tal vez el cambio no sea inmediato, pero los números muestran que el futuro —literalmente— será más limpio.
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