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HD 98800 ha vuelto a llamar la atención de la comunidad astronómica. Este sistema cuádruple, ubicado a unos 150 años luz en la constelación de Crater, no solo destaca por su proximidad, sino por la etapa tan particular en la que se encuentra: con cerca de 10 millones de años, sus estrellas ya han dejado atrás la fase de “recién nacidas” pero aún muestran señales claras de juventud. El estudio que detalla sus peculiaridades fue publicado en Astronomy and Astrophysics.
Forma parte de la asociación estelar TW Hydrae, un grupo de unas veinte estrellas jóvenes situadas a unos 160 años luz. HD 98800 está compuesto por dos pares de estrellas extremadamente cercanas entre sí; cada par orbita a su compañero, y a la vez ambos pares giran como un sistema más amplio. Uno de los dúos, conocido como HD 98800B, alberga un disco de polvo. El otro carece por completo de él. A pesar de permanecer gravitacionalmente unidos, ambos pares se encuentran separados por unos 50 UA, es decir, cerca de 4.65 mil millones de millas.
Normalmente, un hueco dentro de un disco de escombros suele hacer pensar en la presencia de un planeta limpiando su órbita. Sin embargo, como señaló la investigadora principal, Elise Furlan (UCLA), el par sin disco situado a 50 UA introduce fuerzas gravitacionales complejas y cambiantes. En este punto, hablar de un planeta sigue siendo solo una posibilidad, no una certeza.
Cada par cercano completa una órbita en cuestión de cientos de días y lo hace recorriendo trayectorias excéntricas: se acercan y se alejan periódicamente. Ese vaivén importa más de lo que parece, ya que estas variaciones modifican la temperatura y la dinámica del polvo cercano. El movimiento conjunto de ambos pares, en una órbita mucho más amplia, tarda varios siglos en completarse. Lo observado hasta ahora es solo un instante de ese ciclo más largo.
La distancia precisa al sistema se obtuvo gracias a mediciones satelitales que detectan el diminuto desplazamiento aparente de las estrellas a medida que la Tierra avanza alrededor del Sol. Con ese dato, fue posible calcular su brillo intrínseco, más allá de cómo se perciben desde nuestro planeta. Las observaciones en luz azul, óptica e infrarroja mostraron que las cuatro estrellas se sitúan por encima de la secuencia principal del diagrama de Hertzsprung–Russell, justo en ese tramo conocido como etapa post–T Tauri, en la que las estrellas ya no son bebés, pero aún no han alcanzado la madurez.
Comparando sus temperaturas y luminosidades con modelos evolutivos, los equipos obtuvieron un rango de edades muy consistente: entre 7 y 12 millones de años. Las estimaciones de masa también encajaron. Una estrella es casi tan masiva como el Sol, otra algo menos, y al menos una ronda la mitad de la masa solar. Todo en línea con estrellas que siguen contrayéndose rumbo a la secuencia principal.
El telescopio espacial Spitzer permitió mirar de cerca el disco de HD 98800B. Su espectrómetro infrarrojo reveló dos cinturones de polvo bien diferenciados: uno a unos 5.9 UA (con cometas y asteroides) y otro entre 1.5 y 2 UA (con granos de polvo muy fino). La señal infrarroja del sistema es intensa, lo que apunta a un entorno rico en material cálido. Las observaciones ópticas, en cambio, apenas muestran el disco, lo que indica que es compacto o débil en longitudes visibles.
La órbita amplia entre los dos pares de estrellas influye directamente en la forma del disco. Cada acercamiento altera la distribución del polvo, modifica la cantidad de luz que recibe y aumenta el calentamiento. Estas perturbaciones también impulsan colisiones que reducen cuerpos mayores a fragmentos diminutos, algo que encaja perfectamente con el polvo fino del cinturón interior.
Como recordó Furlan, los planetas suelen “limpiar” el material en su recorrido, pero en un sistema tan dinámico como este, el comportamiento del polvo puede estar dominado por las interacciones entre las cuatro estrellas. Los dos cinturones revelan zonas con diferentes tipos de sólidos y ritmos de colisión: el exterior actúa como un depósito de cometas y asteroides, mientras que el interior refleja actividad más intensa y un calentamiento rápido.
El movimiento del sistema hacia atrás en el tiempo sugiere que surgió en las cercanías de la asociación Scorpius–Centaurus, una gran región de formación estelar relativamente próxima a la nuestra. Esa trayectoria coincide tanto con su edad como con las características de la asociación TW Hydrae, reforzando la idea de un origen compartido.
HD 98800 se ha convertido en un caso excepcional: un sistema múltiple joven con un disco complejo alrededor de solo uno de los pares. Su arquitectura rara y algo caótica ofrece una oportunidad única para estudiar cómo se comporta el material sólido en entornos gravitacionales complicados y cuánto tiempo pueden durar los discos protoplanetarios bajo la influencia de varias estrellas. Cada detalle observado aquí ayuda a entender cómo podrían formarse —o no— futuros planetas en escenarios donde la física se complica más de lo habitual.
Fuentes, créditos y referencias:
Zúñiga-Fernández, S., Olofsson, J., Bayo, A., Haubois, X., Corral-Santana, J. M., Lopera-Mejía, A., Ronco, M. P., Tokovinin, A., Gallenne, A., Kennedy, G. M., & Berger, J.-P. (2021). The HD 98800 quadruple pre-main sequence system. Astronomy & Astrophysics, 655, A15. doi.org/10.1051/0004-6361/202141985
