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Un grupo de geoquímicos climáticos del Instituto Max Planck de Química, la Universidad de Witwatersrand y la Universidad de Princeton ha descubierto pruebas que sugieren que los primeros homínidos que vivieron en Sudáfrica consumían principalmente una dieta vegetariana. El equipo publicó sus hallazgos en la revista Science tras realizar análisis isotópicos en dientes fosilizados desenterrados en la región para investigar indicios de consumo de carne.
Durante décadas, los científicos han buscado pruebas históricas para comprender por qué los humanos desarrollaron rasgos como la postura erguida y cerebros más grandes. Una de las teorías más extendidas propone que estas características surgieron debido a un cambio en la dieta, que pasó del vegetarianismo a la carnivoría. En este nuevo estudio, el equipo de investigadores se propuso probar esta hipótesis analizando los dientes fosilizados de homínidos de Sudáfrica, que datan de hace aproximadamente 3,5 millones de años.
Los investigadores analizaron los isótopos de nitrógeno y carbono hallados en el esmalte dental de 43 dientes fosilizados, excavados en las cuevas sudafricanas de Sterkfontein. De estos dientes, siete pertenecían al Australopithecus africanus, mientras que el resto eran de otras cinco familias de mamíferos. También analizaron los dientes de varias especies modernas, tanto carnívoras como herbívoras, para compararlas.
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Miembro Sterkfontein 4 y datos de isótopos de nitrógeno del esmalte moderno. Crédito: Science (2025). DOI: 10.1126/science.adq7315 |
Al comparar las proporciones de isótopos de nitrógeno de las muestras, los investigadores descubrieron que las de los fósiles de Australopithecus se parecían mucho a las de los herbívoros.
Además, el estudio reveló que los primeros homínidos tenían una dieta variada, con un énfasis significativo en los alimentos de origen vegetal. Las conclusiones de los investigadores cuestionan la idea de que una dieta rica en carne fuera la fuerza motriz de los cambios evolutivos observados en los homínidos posteriores y los humanos modernos. Sin embargo, también reconocieron que sus resultados no excluyen la posibilidad de que poco después se produjera un aumento sustancial del consumo de carne, lo que podría haber contribuido a nuevos cambios evolutivos.