Los pulpos pueden ser los mejores «bailarines» de la Tierra, y la ciencia acaba de demostrarlo.

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Un pulpo levanta su brazo en su hábitat natural. Crédito: Chelsea Bennice, Universidad Atlántica de Florida.

Un pulpo levanta su brazo en su hábitat natural. Crédito: Chelsea Bennice, Universidad Atlántica de Florida.

Algunos humanos batallan para coordinar dos pies en la pista de baile, pero los pulpos son verdaderos maestros de la sincronización. Con ocho brazos increíblemente flexibles, logran forrajear, construir refugios, desplazarse por el fondo marino y realizar una coreografía de movimientos que dejaría perplejo a cualquier coreógrafo.

Un grupo de investigadores acaba de publicar el estudio más completo hasta la fecha sobre la coordinación de los brazos de los pulpos. No solo identificaron los movimientos y microacciones implicadas en diferentes tipos de comportamientos, sino que también descubrieron que, al igual que primates, roedores y peces, estos cefalópodos muestran preferencia por usar ciertos brazos para tareas específicas.

“La mayoría de las veces, los pulpos emplean más los brazos delanteros que los traseros”, explica Kendra Buresch, coautora del estudio en el Marine Biological Laboratory de Woods Hole, en Estados Unidos. Eso sí, aclara que hay excepciones interesantes que rompen esta tendencia.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo analizó 25 videos de un minuto de duración cada uno, grabados entre 2007 y 2015 en seis ubicaciones que iban desde Vigo, en España, hasta las Islas Caimán, cada una con hábitats muy distintos. En cada clip clasificaron el comportamiento de los pulpos —como recoger objetos o caminar— y luego detallaron las acciones de cada brazo: si se encogía, se estiraba, se doblaba o se torcía.

El resultado fue un catálogo de 15 comportamientos diferentes y 12 acciones distintas de brazo. Algunas, como el gateo o el ataque en paracaídas, requerían más movimientos simultáneos que otras, como la natación hacia atrás. Sorprendentemente, los investigadores observaron que los brazos podían realizar varias acciones al mismo tiempo, ya fuera en el mismo brazo o en brazos adyacentes, demostrando que todos los ocho son capaces de cualquier tipo de movimiento y deformación.

Aunque no hallaron preferencia entre brazo derecho o izquierdo, sí encontraron que los pulpos usan con mayor frecuencia sus dos pares de brazos delanteros (61%) frente a los traseros (39%) para acciones como alcanzar, elevar, bajar o curvar. Por el contrario, los pares traseros se emplean más para acciones como “hacer zancos”, en la que el pulpo se sostiene erguido sobre sus brazos, o el movimiento de “rodillo”, en el que el brazo se desplaza como una cinta transportadora, ambos clave para el desplazamiento.

Estos hallazgos no solo nos ayudan a comprender mejor la increíble coordinación de estos animales y su capacidad para realizar varias tareas a la vez, sino que también tienen aplicaciones fuera de la biología marina. “Estas demostraciones de flexibilidad podrían inspirar a etólogos, ecólogos sensoriales, neurocientíficos e ingenieros que trabajan en el diseño de apéndices robóticos blandos”, destacan los autores.

Los pulpos, una vez más, nos recuerdan que la naturaleza es la mejor ingeniera: su forma de moverse podría marcar el futuro de la robótica suave y la biomecánica.

Fuentes, créditos y referencias:

Octopus arm flexibility facilitates complex behaviors in diverse natural environments, Scientific Reports (2025). DOI: 10.1038/s41598-025-10674-y

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