Estas bacterias son capaces de “hacerse las muertas” y sobrevivir un viaje a Marte

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Esta imagen microscópica muestra docenas de células bacterianas individuales de Tersicoccus phoenicis, que solo se encuentran en dos lugares salas limpias en Florida y Sudamérica, donde se ensamblan las naves espaciales para su lanzamiento. Crédito NASAJPL-Caltech

Esta imagen microscópica muestra docenas de células bacterianas individuales de Tersicoccus phoenicis, que solo se encuentran en dos lugares: salas limpias en Florida y Sudamérica, donde se ensamblan las naves espaciales para su lanzamiento. Crédito: NASA/JPL-Caltech

Antes de que una nave espacial despegue rumbo a otro planeta, cada centímetro es minuciosamente esterilizado. Las agencias espaciales son extremadamente estrictas con la protección planetaria: no quieren llevar vida terrestre a otros mundos ni confundir una posible señal extraterrestre con una simple contaminación biológica. Sin embargo, hay bacterias que parecen tener otros planes. Algunas han demostrado ser tan resistentes que podrían sobrevivir incluso al proceso de limpieza más exhaustivo, lo que plantea implicaciones científicas y sanitarias enormes.

Estas bacterias, conocidas como extremófilas, suelen encontrarse en lugares extremos como los géiseres de Yellowstone o los lagos bajo el hielo de la Antártida. Pero el avance tecnológico humano ha creado un nuevo entorno extremo: las salas limpias donde se ensamblan las naves espaciales. Allí, a pesar de los desinfectantes, filtros y controles rigurosos, algunas formas de vida microscópica han aprendido a resistir.

Una de las más sorprendentes es Tersicoccus phoenicis, descubierta en 2007 en la sala donde se preparaba el módulo Phoenix de la NASA. Curiosamente, solo ha sido encontrada en un lugar más: el área de ensamblaje del telescopio espacial Herschel, en el puerto espacial europeo. Esta bacteria parece tener un truco bajo la manga: puede fingir estar muerta. En realidad, entra en un estado de letargo profundo, esperando las condiciones adecuadas para reactivarse.

Células de T. phoenicis creciendo en «grupos» en medios mínimos de acetato, mostradas después de que se detuviera el crecimiento (~5000 min) y se retiraran las placas del instrumento Tecan SpectraFluor Plus. Crédito doi10.1128spectrum.01692-25

Células de T. phoenicis creciendo en «grupos» en medios mínimos de acetato, mostradas después de que se detuviera el crecimiento (~5000 min) y se retiraran las placas del instrumento Tecan SpectraFluor Plus. Crédito: doi/10.1128/spectrum.01692-25

“Están jugando a las escondidas”, explica el microbiólogo Madhan Tirumalai, de la Universidad de Houston. “Mientras permanecen dormidas, pueden pasar desapercibidas en los controles y resistir los entornos más duros”. Este comportamiento preocupa a los expertos, porque plantea la posibilidad de que algunas de estas bacterias puedan sobrevivir un viaje espacial completo y terminar en otros mundos, como Marte o incluso las lunas de Saturno y Júpiter.

El equipo de Tirumalai logró “revivir” estas bacterias usando un factor de resucitación (RPF) proveniente de una especie cercana, Micrococcus luteus. Los resultados sugieren que esta capacidad de dormancia es común en las actinobacterias, un grupo que incluye al Mycobacterium tuberculosis, el agente causante de la tuberculosis, responsable de más de un millón de muertes al año. “Este mismo mecanismo podría ayudarnos a entender cómo la tuberculosis sobrevive a los antibióticos durante años”, explica el profesor William Widger, coautor del estudio.

El hallazgo no solo interesa a la exploración espacial. También podría tener implicaciones para industrias terrestres, como los hospitales, la farmacéutica o la alimentaria. Si estas bacterias son capaces de esconderse y resistir la desinfección en entornos altamente controlados, es posible que comportamientos similares estén ocurriendo en otros lugares donde la limpieza es crítica. “La gran pregunta es cuán común es esta dormancia en las salas limpias”, añade Tirumalai. “Comprenderlo podría ayudarnos a mejorar la bioseguridad en múltiples sectores.”

El estudio, publicado en la revista Microbiology Spectrum, contó con la colaboración de Sahr Ali y George Fox, quien junto al legendario Carl Woese descubrió que las arqueas son un dominio de vida distinto al de las bacterias. Ambos científicos plantean un interrogante inquietante: si estas bacterias pueden sobrevivir en estado latente durante años, ¿podrían adaptarse a otros mundos una vez lleguen allí? La respuesta, por ahora, es incierta.

Más investigación será necesaria para entender los límites de estas resistentes formas de vida. Pero una cosa está clara: las bacterias no dejan de sorprendernos. Incluso en los lugares más limpios del planeta, siguen encontrando la forma de sobrevivir, recordándonos que la vida, en todas sus formas, es mucho más persistente de lo que creemos.

Fuentes, créditos y referencias:

Tirumalai, M., Ali, S., Fox, G. E., & Widger, W. (2025). Tersicoccus phoenicis
(Actinobacteria), a spacecraft clean room isolate, exhibits dormancy. Microbiology Spectrum, 13(9). doi.org/10.1128/spectrum.01692-25

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