Esta ballena ártica podría ser la clave para la inmortalidad humana

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Los hábitats de aguas frías de las ballenas boreales ayudan a estos animales a producir más proteína CIRBP. Crédito Vicki Beaver  Centro Científico Pesquero de Alaska  NOAA FIsheries

Los hábitats de aguas frías de las ballenas boreales ayudan a estos animales a producir más proteína CIRBP. Crédito: Vicki Beaver / Centro Científico Pesquero de Alaska / NOAA FIsheries

Las ballenas boreales, o bowhead whales, son los gigantes más longevos del planeta. Algunas superan los 200 años de vida, pero lo realmente sorprendente es que apenas muestran señales de envejecimiento. Ahora, una nueva investigación revela el secreto detrás de esa asombrosa resistencia: una proteína que repara las roturas del ADN con una precisión fuera de lo común, ofreciendo una nueva forma de entender el envejecimiento saludable, incluso en los mamíferos más grandes.

Estas ballenas pueden llegar a pesar más de 80 toneladas, pero sus células parecen desafiar el paso del tiempo. No es que su cuerpo sea indestructible, sino que su sistema de reparación genética actúa antes de que el daño se acumule y dé lugar a enfermedades. Este hallazgo también ayuda a resolver un viejo misterio biológico conocido como la paradoja de Peto: los animales más grandes no desarrollan más cáncer, a pesar de tener muchas más células.

El estudio identifica como pieza clave a la proteína CIRBP, una molécula que se activa en respuesta al frío y coordina la reparación del ADN dañado. En las ballenas boreales, los niveles de esta proteína son extraordinariamente altos, y su función parece estar directamente conectada con los mecanismos que previenen la acumulación de mutaciones a lo largo de la vida.

Experimentos anteriores ya habían vinculado a la CIRBP con otra proteína esencial: PARP1, un sensor del daño en el ADN que recluta a las moléculas encargadas de repararlo. En este nuevo trabajo, los científicos cultivaron células de piel de ballenas y las compararon con células humanas, de ratón y de vaca. El resultado fue contundente: las células de ballena no dependen tanto de eliminar las células dañadas, sino de repararlas de forma precisa, acumulando menos errores incluso bajo condiciones de estrés.

Cazadores de ballenas de subsistencia inupiaq sacando una ballena boreal del mar cerca de Utqiagvik, Alaska, en 2012. Crédito Steven KazlowskiNature Picture Library, vía Alamy.

Cazadores de ballenas de subsistencia inupiaq sacando una ballena boreal del mar cerca de Utqiagvik, Alaska, en 2012. Crédito: Steven Kazlowski/Nature Picture Library, vía Alamy.

Los investigadores analizaron dos rutas principales de reparación del ADN. Una de ellas, la recombinación homóloga, que copia la información de un fragmento intacto, resultó ser más sólida en las células de ballena. La otra, conocida como unión de extremos no homólogos —una especie de “soldadura” rápida del ADN roto—, también demostró una precisión notablemente superior.

El frío parece ser un factor clave. Las ballenas boreales viven en aguas del Ártico y mantienen una temperatura corporal de alrededor de 34 ºC, más baja que la de la mayoría de los mamíferos. Los investigadores descubrieron que esas temperaturas favorecen la producción de CIRBP, algo que también se ha observado en células humanas cultivadas en laboratorio. Es decir, el entorno helado en el que viven podría estar reforzando su sistema de reparación genética.

Las estimaciones de edad basadas en cambios químicos en las proteínas del cristalino confirman que muchos ejemplares superan los 150 años, y algunos incluso rebasan los 200. Pero no se trata de leyendas: los datos provienen de mediciones biológicas precisas. Según la profesora Vera Gorbunova, autora principal del estudio en la Universidad de Rochester, “parte del secreto de su longevidad podría estar en la eficiencia y exactitud con que reparan su ADN”.

El equipo advierte que no existen atajos para replicar este proceso en humanos. Nuestro organismo equilibra de forma muy delicada la reparación, el crecimiento y el riesgo celular. Cualquier intento de potenciar estas proteínas requeriría años de pruebas para garantizar su seguridad antes de aplicarse clínicamente.

Los resultados se suman a un patrón más amplio: entre los mamíferos, la tasa de mutaciones parece estar inversamente relacionada con la esperanza de vida. Las especies más longevas invierten más energía en mantener sus genomas estables. En el caso de las ballenas boreales, en lugar de eliminar células dañadas, las reparan con una fidelidad excepcional, reduciendo así los errores que alimentan el cáncer y el envejecimiento.

Cuando los científicos redujeron los niveles de CIRBP en células de ballena, la reparación disminuyó. Pero al añadir esta proteína a células humanas, el proceso de reparación mejoró. Esta observación apunta a un papel activo y directo de la proteína, no solo como acompañante pasivo. Aun así, la investigación subraya que “tomar duchas frías” no es una receta para la longevidad. El verdadero mensaje es que ciertas condiciones, como el frío natural del Ártico, favorecen la producción de moléculas que fortalecen la integridad genética.

En el futuro, podría desarrollarse una terapia que imite este efecto, estimulando la actividad de CIRBP o de sus socios en la reparación del ADN. Sin embargo, cualquier intervención deberá mantener el equilibrio entre regeneración y estabilidad celular. Por ahora, este descubrimiento traza un mapa fascinante sobre cómo la precisión molecular, más que la eliminación agresiva de células, puede sostener una vida larga y saludable. El estudio fue publicado en la revista Nature.

Fuentes, créditos y referencias:

Firsanov, D., Zacher, M., Tian, X. et al. Evidence for improved DNA repair in long-lived bowhead whale. Nature (2025). doi.org/10.1038/s41586-025-09694-5

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