El terremoto que rompió la barrera del sonido: científicos descifran el terremoto monstruoso que sacudió Myanmar

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Barrio de Sein Pan, Mandalay, tras quedar envuelto en llamas a causa del terremoto. Crédito Wikimedia Commons  Kofoehtet, CC BY 4.0

Barrio de Sein Pan, Mandalay, tras quedar envuelto en llamas a causa del terremoto. Crédito: Wikimedia Commons / Kofoehtet, CC BY 4.0

El 28 de marzo de 2025, Myanmar vivió uno de los terremotos más rápidos y devastadores jamás registrados en tierra firme. Con una magnitud estimada entre 7.7 y 7.8, el sismo recorrió más de 450 kilómetros a lo largo de la falla de Sagaing, dejando más de 5,300 víctimas y una estela de destrucción que se sintió hasta en Bangkok, a mil kilómetros de distancia.

Este evento no solo fue trágico por su impacto humano, sino también extraordinario por su física: la ruptura del terreno alcanzó velocidades supersónicas, desplazándose más rápido que las propias ondas sísmicas que genera. En otras palabras, la Tierra se movió más rápido que el sonido.

Un estudio reciente publicado en la revista Science por el investigador Shengji Wei y su equipo ofrece una mirada detallada a lo que ocurrió bajo la superficie. Utilizando datos satelitales, registros sísmicos, sensores remotos y modelos tridimensionales, los científicos reconstruyeron cómo se propagó la ruptura y qué la hizo tan excepcional.

El análisis mostró que la ruptura comenzó con velocidades subsónicas y luego, a unos 100 kilómetros del epicentro, aceleró hasta alcanzar unos 5.3 km/s, entrando en un estado de “supershear”. Este fenómeno, poco común, se asemeja al boom sónico que produce un avión cuando rompe la barrera del sonido. En este caso, fue la falla misma la que se comportó como un avión supersónico.

Mediciones del deslizamiento y la anchura de la zona de daños cosísmicos relacionados con el terremoto. Crédito Science (2025). DOI 10.1126science.adz2101

Mediciones del deslizamiento y la anchura de la zona de daños cosísmicos relacionados con el terremoto. Crédito: Science (2025). DOI: 10.1126/science.adz2101

Los investigadores descubrieron que la zona de falla era sorprendentemente simple y recta, con un grosor de unos dos kilómetros. Esta geometría permitió que la energía sísmica se concentrara, en lugar de dispersarse, generando condiciones ideales para mantener la propagación supersónica a lo largo de más de 200 kilómetros.

Además, la presencia de una cuenca sedimentaria de entre dos y tres kilómetros de espesor a lo largo del segmento sur de la falla actuó como un amplificador natural. Las ondas reflejadas desde el fondo de esta cuenca aumentaron el esfuerzo cortante en la falla, impulsando aún más la ruptura. Los investigadores lo describen como una “autopista sísmica” que facilitó el viaje del sismo a velocidades extremas.

Estos hallazgos aportan una comprensión más profunda de los mecanismos detrás de los terremotos supershear. Las fallas simples y anchas, como la de Sagaing o la de San Andrés en California, son candidatas naturales para este tipo de eventos. Saber cómo y por qué se produce este fenómeno puede ayudar a mejorar los modelos de riesgo sísmico y preparar mejor a las comunidades que viven sobre o cerca de grandes fallas.

Sin embargo, los científicos advierten que aún queda mucho por entender. Modelos más completos que integren estructuras internas detalladas de las fallas serán clave para predecir con mayor precisión cómo se comportarán en futuros terremotos. Lo cierto es que el evento de Myanmar no solo dejó cicatrices en el paisaje, sino también nuevas preguntas sobre los límites de la física terrestre.

Fuentes, créditos y referencias:

Shengji Wei et al, Supershear rupture sustained through a thick fault zone in the 2025Mw7.8 Mandalay earthquake, Science (2025). DOI: 10.1126/science.adz2101

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