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El cráneo del nanotyrannus difiere del del T. rex. El nanotyrannus tiene patrones nerviosos y estructuras sinusales diferentes, y más dientes. Crédito: Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte. |
Durante cuatro décadas, el mundo de la paleontología ha estado dividido por una pregunta aparentemente simple: ¿los pequeños fósiles hallados en el oeste de Estados Unidos pertenecen a jóvenes ejemplares de Tyrannosaurus rex o a una especie completamente diferente? Hoy, esa controversia parece haber llegado a su fin. Un nuevo estudio publicado en Nature sostiene que esos restos no son de un “T. rex adolescente”, sino de una especie distinta: Nanotyrannus lancensis.
“Este animal ha estado frente a nosotros todo el tiempo, escondido a plena vista”, explicó Lindsay Zanno, paleontóloga del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte y autora principal del estudio. “Y plantea preguntas que nunca nos habíamos atrevido a hacer.”
Todo comenzó en los años 80, cuando cazadores de fósiles descubrieron un pequeño cráneo de tiranosaurio en la misma formación rocosa donde también se hallaban fósiles de T. rex. Al principio, los investigadores lo catalogaron como una especie diferente. Pero en 1999, un grupo de científicos propuso que aquel cráneo, y otros similares, eran simplemente de un T. rex en su adolescencia, una criatura que habría pasado por un crecimiento explosivo antes de alcanzar la temible forma adulta.
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Reconstrucción de una manada de Nanotyrannus atacando a un T. rex juvenil. Crédito: Anthony Hutchings. |
Durante años, esa teoría dominó el debate. Incluso el hallazgo de “Jane”, un esqueleto casi completo descubierto en 2001, fue usado para reforzar ambas posturas. Sin embargo, el gran problema seguía siendo el mismo: ninguno de esos fósiles representaba un animal completamente maduro. Si Nanotyrannus era una especie distinta, ¿dónde estaban los adultos?
El giro decisivo llegó en 2006, cuando los paleontólogos excavaron en Montana los famosos “dinosaurios en duelo”, un fósil doble de un triceratops y un pequeño tiranosaurio que parecían haberse enfrentado antes de morir. En 2020, el Museo de Carolina del Norte adquirió estos ejemplares, y el análisis del tiranosaurio cambió todo.
Zanno confesó que, al inicio, pensó que se trataba de un T. rex joven. Pero junto a su colega James Napoli, descubrió señales que apuntaban a otra cosa. Al cortar los huesos de las extremidades para contar los anillos de crecimiento y analizar las fusiones vertebrales, determinaron que el animal tenía alrededor de 20 años cuando murió, es decir, estaba casi completamente desarrollado.
Los investigadores compararon más de 200 fósiles de tiranosaurios de todo el mundo y hallaron diferencias anatómicas contundentes. El espécimen tenía brazos y manos más grandes, un vestigio de un tercer dedo, más dientes en el cráneo y una configuración diferente de nervios en la cabeza. Además, su cola tenía menos vértebras. Todos estos rasgos, afirman, son fijos desde etapas tempranas del desarrollo, lo que hace imposible que ese ejemplar pudiera transformarse en un adulto de T. rex.
“Para que ese animal cambiara hasta convertirse en un tiranosaurio adulto, tendríamos que reescribir lo que sabemos sobre cómo crecen los vertebrados”, señaló Zanno. “Simplemente no encaja con la idea del ‘T. rex adolescente’.”
El estudio propone que Nanotyrannus pertenece a una rama temprana del linaje de los tiranosaurios que se separó hace unos 100 millones de años, cuando un mar interior dividió América del Norte en varias islas. Esta especie estaría más emparentada con los tiranosaurios que habitaron la costa este del continente.
En palabras de Zanno, este hallazgo “revoluciona décadas de investigación sobre el crecimiento y la biología del T. rex”, desmontando la idea de que este dinosaurio experimentara transformaciones radicales al madurar y que fuera el único gran depredador de su entorno.
El equipo también reexaminó a “Jane” y concluyó que, en realidad, pertenece a otra especie del mismo género: Nanotyrannus lethaeus. Aunque algunos expertos, como Thomas Carr —defensor histórico de la hipótesis del “teen rex”—, discrepan de ciertos detalles, incluso él calificó el trabajo como “bastante concluyente” respecto a la identidad del tiranosaurio de los dinosaurios en duelo.
Otros paleontólogos, como Steve Brusatte de la Universidad de Edimburgo, reconocen que el estudio marca un antes y un después. “El golpe final de este artículo”, dijo, “es que Nanotyrannus es real.”
Fuentes, créditos y referencias:Lawrence M. Witmer, T. rex debate settled: contested fossils are smaller rival species, not juveniles, Nature (2025). DOI: 10.1038/d41586-025-03552-0 , doi.org/10.1038/d41586-025-03552-0

