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La Tierra está viva, y no solo en el sentido biológico. Bajo nuestros pies, las placas tectónicas se mueven, se empujan, se hunden y, a veces, se rompen en una danza geológica que ha moldeado continentes, montañas y océanos. Ahora, un nuevo estudio sugiere que uno de los puntos más complejos donde se encuentran varias de estas placas podría estar acercándose a su final.
Investigadores analizaron con precisión el límite donde convergen cuatro placas tectónicas y descubrieron que una de ellas se está desgarrando desde su interior. Este proceso, lejos de ser una catástrofe aislada, parece ser parte del ciclo natural de una zona de subducción, ese fenómeno en el que una placa se hunde bajo otra. En otras palabras, la Tierra tiene su propio modo de “apagar” zonas tectónicas antes de que destruyan por completo el registro geológico del planeta.
“Poner en marcha una zona de subducción es como intentar empujar un tren cuesta arriba, se necesita un esfuerzo enorme”, explica el geólogo Brandon Shuck, de la Universidad Estatal de Luisiana. “Pero una vez que se mueve, es como si el tren bajara a toda velocidad por la pendiente: detenerlo requiere algo dramático, básicamente un choque de trenes.”
El planeta no está cubierto por una sola capa sólida. Su corteza está dividida en enormes losas de roca —las placas tectónicas— que flotan sobre un manto semilíquido y caliente. Estas placas se rozan, se separan o se hunden unas bajo otras en zonas de subducción, generando terremotos, volcanes y montañas. Una de las más activas se encuentra en el norte del océano Pacífico, frente a la isla de Vancouver: la famosa zona de subducción de Cascadia.
En ese punto se encuentran cuatro placas: la Explorer, la Juan de Fuca, la del Pacífico y la de América del Norte. Las dos primeras se están deslizando bajo la última, y es ahí donde el equipo de Shuck centró su investigación. Utilizando imágenes sísmicas obtenidas mediante ondas acústicas reflejadas desde el fondo marino —una especie de ecografía planetaria— los científicos observaron lo que sucede bajo el extremo norte de Cascadia.
El resultado fue sorprendente: detectaron múltiples fracturas y fallas bajo el lecho marino, donde una de las placas se está partiendo por la presión. Entre ellas, una falla de 75 kilómetros de longitud que está rompiendo activamente la placa Explorer. Todavía no se ha separado por completo, pero está muy cerca de hacerlo.
“Es la primera vez que tenemos una imagen tan clara de una zona de subducción que muere ante nuestros ojos”, señala Shuck. “En lugar de detenerse de golpe, la placa se desgarra poco a poco, formando microplacas y nuevos límites. Es como ver un tren descarrilar, pero vagón por vagón.”
La evidencia respalda esta idea: algunas partes de la placa ya no muestran actividad sísmica, mientras que otras sí. Las zonas inactivas parecen haber perdido conexión con el sistema principal, y con el tiempo, a medida que se desprenden más fragmentos, la placa dejará de hundirse porque tendrá menos peso que la arrastre hacia abajo.
“Es un colapso progresivo, episodio tras episodio”, comenta Shuck. “Y encaja perfectamente con lo que observamos en el registro geológico, donde las rocas volcánicas presentan edades que reflejan este desgarro paso a paso.”
El estudio, publicado en la revista Science Advances, ofrece una visión fascinante de cómo las zonas de subducción no solo nacen y destruyen, sino que también mueren lentamente, dejando una huella silenciosa en la historia geológica de la Tierra.
Fuentes, créditos y referencias:

