Este cuásar contiene 140 billones de océanos de agua y es más antiguo que la Vía Láctea

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El agujero negro supermasivo contiene suficiente agua como para llenar «billones de océanos del tamaño de la Tierra». Crédito RIKEN

El agujero negro supermasivo contiene suficiente agua como para llenar «billones de océanos del tamaño de la Tierra». Crédito: RIKEN

Los astrónomos acaban de descubrir algo tan colosal que desafía toda lógica: la mayor y más lejana reserva de agua jamás detectada en el universo. Se encuentra a más de 12 mil millones de años luz de distancia, en el corazón de un quásar conocido como APM 08279+5255. Este monstruo cósmico alberga un agujero negro supermasivo que devora materia sin descanso mientras libera cantidades de energía inconcebibles.

La magnitud de este hallazgo es casi imposible de asimilar: el quásar contiene unas 140 billones de veces la cantidad de agua que existe en todos los océanos de la Tierra combinados. Y lo más asombroso es que estamos observando este fenómeno tal como era hace más de diez mil millones de años, cuando el universo apenas estaba formando sus primeras galaxias.

Su brillo anómalo intrigó a los astrónomos. Para un objeto tan distante, APM 08279+5255 luce increíblemente luminoso, tanto en luz visible como en el infrarrojo lejano. Esto sugiere que algo más —quizá la gravedad— está amplificando su resplandor antes de que llegue a nosotros.

Matt Bradford, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, explicó que el entorno de este quásar es “único” y que produce una cantidad descomunal de agua. Según él, es otra evidencia de que el agua es un ingrediente común del cosmos, incluso en las etapas más tempranas de su historia.

Otro equipo, dirigido por Dariusz Lis en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), logró detectar la presencia de agua utilizando el interferómetro Plateau de Bure en los Alpes franceses. Su hallazgo inicial reveló una única firma espectral, pero los posteriores estudios confirmaron múltiples líneas de emisión de agua, revelando la gigantesca masa del gas que rodea al agujero negro.

El corrimiento al rojo de este objeto —z ≈ 3.87— nos indica que su luz ha viajado más de diez mil millones de años hasta llegar a la Tierra. Esto significa que estamos viendo al quásar tal como era cuando el universo tenía apenas una fracción de su edad actual.

APM 08279+5255 pertenece a una clase especial de quásares conocidos como BAL (Broad Absorption Line). Su espectro muestra huellas de poderosos vientos que expulsan gas a miles de kilómetros por segundo desde el núcleo galáctico. Estas corrientes no solo liberan energía, sino que también moldean el nacimiento de nuevas estrellas y la evolución de su galaxia anfitriona.

Las primeras estimaciones indican que su luminosidad total equivale a varios cuatrillones de soles. Sin embargo, los científicos sospechan que parte de ese brillo no es real, sino un efecto óptico causado por la lente gravitacional: una galaxia más cercana que actúa como una lupa cósmica, amplificando la luz del quásar.

Los modelos más simples sugieren que su luminosidad podría estar magnificada hasta 40 veces. Aun así, incluso después de corregir ese efecto, el quásar sigue siendo intrínsecamente uno de los objetos más potentes del universo conocido.

El análisis en múltiples longitudes de onda muestra que este sistema es rico en polvo cósmico. Este polvo absorbe la radiación más energética y la reemite en el infrarrojo, lo que explica su resplandor característico. Además, los datos de radio y rayos X confirman que APM 08279+5255 encaja perfectamente en el perfil de un quásar BAL típico.

Más allá del asombro, este descubrimiento tiene un valor científico enorme. Sugiere que los catálogos astronómicos aún esconden tesoros invisibles: galaxias distantes, llenas de polvo y agua, magnificadas por lentes gravitacionales naturales. Cada una podría ofrecer una nueva ventana para entender cómo crecieron los agujeros negros y las galaxias en los primeros mil millones de años del cosmos.

Las observaciones también revelan que hay suficiente gas en torno al agujero negro como para que este crezca hasta seis veces su tamaño actual. Pero su destino no está escrito: parte de ese material podría transformarse en nuevas estrellas o ser expulsado violentamente hacia el espacio.

En definitiva, APM 08279+5255 no es solo un punto brillante en el cielo, sino una cápsula del tiempo que nos permite estudiar los primeros capítulos del universo y el papel que la gravedad juega en mostrarnos lo invisible.

Fuentes, créditos y referencias:

Lis, D. C., Neufeld, D. A., Phillips, T. G., Gerin, M., & Neri, R. (2011). DISCOVERY OF WATER VAPOR IN THE HIGH-REDSHIFT QUASAR APM 08279+5255 AT
z = 3.91. The Astrophysical Journal, 738(1), L6. doi.org/10.1088/2041-8205/738/1/l6

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