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| Kristina Guseynova, asistente de laboratorio del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Rusia, con un trozo de una jarra antigua. Crédito: Sociedad Geográfica Rusa |
El hallazgo empezó con una pregunta sencilla: ¿qué tan lejos puede llegar la memoria de un lago? Un equipo especializado de la Academia Rusa de Ciencias decidió responderla descendiendo a las aguas heladas del lago Issyk-Kul, un gigante alpino de 25 millones de años ubicado en las montañas Tianshan, en Kirguistán. Allí, a pocos metros de profundidad, encontraron algo que llevaba siglos esperando ser visto.
Los arqueólogos exploraron una zona conocida como el complejo Toru-Aygyr, a solo tres a trece pies bajo la superficie. La distancia desde la orilla era mínima, pero el salto temporal resultó abrumador: justo bajo ellos, los restos de una ciudad entera emergían como si el tiempo hubiese decidido detenerse. Una urbe real, no un mito. Una parada vital para viajeros y comerciantes que atravesaban la legendaria Ruta de la Seda.
Cada área inspeccionada reveló fragmentos de vida cotidiana. En la primera zona, descrita por Heritage Daily, aparecieron múltiples estructuras de ladrillo cocido. Entre ellas, una que conservaba una piedra de molino medieval. Aunque varias edificaciones habían colapsado, algunas vigas de madera seguían sorprendentemente intactas.
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| El proceso de fotografía fotogramétrica de un objeto bajo el agua. Foto de cuadricóptero. Crédito de la imagen: Academia Rusa de Ciencias |
Al avanzar hacia sectores más profundos, el panorama se volvía aún más intrigante. Los especialistas identificaron lo que pudo ser un edificio público de gran relevancia: quizá una mezquita, un baño ritual o incluso una escuela islámica, conocida como madrasa. Junto a ella, se extendía una enorme necrópolis musulmana del siglo XIII. Ladrillos de barro, estructuras rectangulares aún sin clasificar y restos humanos alineados de manera tradicional —boca abajo y orientados hacia el norte, en dirección a la qibla— daban contundencia a la historia de un asentamiento activo, multicultural y profundamente conectado con el mundo que lo rodeaba.
La confirmación oficial llegó de la mano de Valery Kolchenko, líder del proyecto en la Academia Nacional de Ciencias. Describió el lugar como una ciudad o centro comercial clave de la Ruta de la Seda; un punto de intercambio donde durante más de 1,500 años fluyeron mercancías, ideas, metales, especias y seda proveniente de los rincones más lejanos de Asia.
El final de esta ciudad próspera fue abrupto. Un terremoto colosal sacudió la región y provocó su colapso, sumergiéndola bajo el lago. Hay evidencias de que la población la abandonó previamente, posiblemente por la actividad sísmica que la precedió, y que grupos nómadas ocuparon los restos después.
Mientras los primeros artefactos ya están en análisis, el equipo se prepara para continuar el trabajo que apenas comienza. Cada inmersión abre nuevas preguntas, y con ellas la posibilidad de reconstruir una historia que el lago Issyk-Kul preservó con una paciencia casi imposible. ¿Hasta dónde llegará lo que aún queda por descubrir? Eso, por ahora, sigue bajo el agua.
Fuentes, créditos y referencias:
Fuentes: Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Rusia

