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La luna de Saturno, Encélado. Crédito: NASA |
Científicos de la Universidad de Oxford, el Southwest Research Institute y el Planetary Science Institute han confirmado algo que cambia nuestra visión sobre Encélado, la helada luna de Saturno. Por primera vez, se ha detectado un flujo de calor significativo en su polo norte, lo que derrumba la idea de que solo el sur era un punto activo. Y lo más sorprendente: este hallazgo fortalece la posibilidad de que allí pueda existir vida.
Los resultados, publicados en la revista Science Advances, muestran que Encélado emite mucha más energía de la esperada para un cuerpo pasivo. Su océano global, salado y subterráneo, sería el responsable de mantener ese calor interno. En combinación con elementos como el fósforo y los hidrocarburos complejos, este entorno podría ser uno de los lugares más prometedores del Sistema Solar para albergar vida fuera de la Tierra.
La clave está en el equilibrio: para que ese océano pueda sostener vida, su energía debe mantenerse estable. Saturno juega un papel esencial aquí. Su gravedad estira y comprime a Encélado en cada órbita, generando calentamiento por marea. Si el proceso se interrumpe, el océano podría congelarse; si se intensifica demasiado, podría alterar completamente su entorno químico. Según la doctora Georgina Miles, líder del estudio, “comprender la disponibilidad a largo plazo de energía en Encélado es vital para saber si puede mantener vida”.
Hasta ahora, solo se habían medido directamente las pérdidas de calor en el polo sur, donde enormes géiseres de vapor y hielo emergen desde el interior. El norte, en cambio, parecía dormido. Pero al analizar los datos de la sonda Cassini, obtenidos durante el invierno de 2005 y el verano de 2015, los científicos detectaron algo inusual: la superficie del polo norte era unos 7 Kelvin más cálida de lo previsto. Ese exceso solo podía venir del calor filtrándose desde el océano oculto bajo el hielo.
El flujo térmico estimado, de 46 ± 4 miliwatts por metro cuadrado, puede parecer mínimo, pero representa alrededor de dos tercios de la pérdida de calor promedio de la corteza continental terrestre. En total, Encélado libera unos 35 gigavatios, equivalentes a la energía producida por más de 66 millones de paneles solares o 10.500 turbinas eólicas.
Si se suman las emisiones térmicas del polo sur, la luna pierde en conjunto cerca de 54 gigavatios, una cifra que coincide casi perfectamente con el calor generado por las fuerzas de marea. Esa armonía energética sugiere que el océano de Encélado puede permanecer líquido durante millones de años, proporcionando un entorno estable y potencialmente habitable.
La doctora Carly Howett, coautora del estudio, explica que “este equilibrio global es fundamental para evaluar si Encélado puede sostener vida. Saber que el calor interno se mantiene estable es una noticia emocionante para la astrobiología”.
Otro resultado clave del trabajo fue determinar el grosor del hielo mediante datos térmicos. Los investigadores calcularon que la capa polar tiene entre 20 y 23 kilómetros de profundidad, y que globalmente promedia entre 25 y 28 km, ligeramente más de lo estimado anteriormente. Estos datos serán esenciales para futuras misiones que planeen perforar o explorar el océano mediante sondas robóticas.
Según la doctora Miles, extraer esas diminutas variaciones de temperatura entre los cambios diarios y estacionales del satélite fue un desafío que solo pudo lograrse gracias a los años de observación de Cassini. “Nuestro trabajo demuestra la importancia de las misiones prolongadas a mundos oceánicos: los verdaderos secretos, a veces, se revelan mucho después de que los datos hayan sido recogidos”.
Con este nuevo descubrimiento, Encélado se consolida como uno de los destinos más intrigantes en la búsqueda de vida extraterrestre. Un pequeño mundo, helado por fuera, pero sorprendentemente cálido en su interior.
Fuentes, créditos y referencias:

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