Marte fue golpeado por tormentas tropicales — y NASA acaba de encontrar la prueba

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Piedras blanqueadas en el cráter Jezero revelan indicios convincentes de lluvias antiguas en Marte. Crédito: lavidaes.org
Los fragmentos de roca de color claro del cráter Jezero podrían confirmar un clima condicionado por la lluvia en el Marte primitivo. Crédito: lavidaes.org

El hallazgo de un grupo de rocas claras expulsadas sobre el terreno marciano acaba de darle un giro inesperado a la historia climática del planeta rojo. El rover Perseverance de la NASA se topó con fragmentos de un material muy particular: caolinita, una arcilla rica en aluminio que, en la Tierra, solo aparece tras millones de años de lluvias constantes que van lavando lentamente otros minerales de las rocas. Para quien no esté familiarizado con el término, la caolinita es un tipo de arcilla que se forma por procesos químicos asociados a climas húmedos o sistemas hidrotermales.

Que esta arcilla esté en Marte no es solo una curiosidad: indica que el planeta, hoy frío, árido y hostil, pudo haber tenido periodos parecidos a los ambientes tropicales de nuestro mundo. Y ese detalle ha sorprendido incluso a los investigadores que llevan décadas siguiendo el rastro del agua marciana.

Uno de ellos, el científico Adrian Broz, explicó que encontrar caolinita en un planeta sin lluvia visible desde hace eones implica que “alguna vez tuvo que haber mucha más agua de la que vemos hoy”. Su equipo publicó el estudio en la revista Communications Earth & Environment, detallando cómo los fragmentos analizados van desde el tamaño de una simple piedra hasta bloques grandes parecidos a los que encontramos en regiones húmedas de la Tierra, como San Diego o partes de Sudáfrica.

Aunque este tipo de arcilla también puede generarse mediante aguas calientes en sistemas hidrotermales, ese proceso deja una composición química muy distinta. Las piezas recogidas por Perseverance no coinciden con esa firma, lo que respalda la hipótesis de lluvias prolongadas y temperaturas más templadas.

Nuevos hallazgos de la Universidad de Purdue revelan que las rocas de caolinita dispersas en Marte podrían ser evidencia de un clima antiguo, saturado de lluvia, hace miles de millones de años. Crédito: NASA
Una investigación de la Universidad de Purdue, que examina fragmentos de caolinita en la superficie marciana, indica que Marte, ahora seco y polvoriento, podría haber albergado un clima con abundantes precipitaciones hace miles de millones de años. Crédito: NASA

El verdadero misterio surge al preguntarse cómo llegaron esas rocas al lugar donde hoy se encuentran. Perseverance aterrizó en 2021 junto al cráter Jezero, un antiguo lago que alguna vez llegó a duplicar el tamaño del lago Tahoe en la Tierra. Las opciones son igual de intrigantes: pudieron haber sido arrastradas por un río hacia el antiguo lago… o expulsadas violentamente por el impacto de un meteorito. Nadie puede asegurarlo todavía.

Las imágenes satelitales de Marte revelan depósitos enormes de caolinita en otras regiones, pero solo estos fragmentos se han podido estudiar de cerca. La geóloga planetaria Briony Horgan comenta que, aunque pequeñas, estas rocas son “la única evidencia directa disponible de cómo pudieron formarse estos minerales”. Y todo apunta a un Marte más cálido, más húmedo y mucho más dinámico de lo que pensábamos.

La insistencia de los científicos en buscar rastros de agua puede parecer repetitiva para algunos, pero tiene una razón poderosa. En la Tierra, toda forma de vida conocida depende del agua. De ahí que entender dónde, cuándo y cómo fluyó en Marte sea clave para saber si ese planeta pudo haber albergado vida alguna vez.

Broz lo resume de forma sencilla: “Si estos minerales representan un entorno marcado por lluvias, entonces hablamos de un lugar perfectamente habitable. Si la vida existió en Marte, este habría sido uno de los mejores sitios para encontrarla”.

Fuentes, créditos y referencias:

A. P. Broz et al, Alteration history of aluminum-rich rocks at Jezero crater, Mars, Communications Earth & Environment (2025). DOI: 10.1038/s43247-025-02856-3

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