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Después de 80 años, los científicos descifran el misterio de la corona solar. Crédito: Instituto Tecnológico de Nueva Jersey. |
Durante décadas, los astrónomos se han enfrentado a un enigma que parecía imposible de resolver: ¿por qué la corona del Sol es millones de grados más caliente que su propia superficie? Ahora, una nueva investigación acaba de arrojar luz sobre este misterio que desconcertó a generaciones enteras de científicos.
Un equipo internacional de investigadores ha conseguido la primera evidencia clara de las llamadas (ondas de Alfvén torsionales) a pequeña escala extendidas por toda la corona solar. Estas ondas viajan a lo largo de los campos magnéticos, girando sobre sí mismas y transportando plasma a través de la atmósfera solar. Los resultados fueron publicados en Nature Astronomy.
Hasta ahora, solo se habían detectado ondas de Alfvén más grandes y aisladas, generalmente vinculadas a erupciones solares. La existencia de versiones más pequeñas de estas ondas había sido sugerida desde hace décadas, pero nunca se habían observado directamente.
Estas ondas podrían ser la pieza que faltaba para explicar cómo el plasma extremadamente caliente asciende desde la superficie solar —que ronda los 5,500 °C— hasta la corona, donde las temperaturas alcanzan varios millones de grados, liberando enormes cantidades de energía en el proceso.
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Ilustración que muestra ondas Alfvén torsionales a pequeña escala que retuercen las líneas del campo magnético en la corona solar. Crédito: NSF/NSO/AURA/J. Williams |
“Este descubrimiento pone fin a una búsqueda que comenzó en la década de 1940”, afirmó el físico Richard Morton, de la Universidad de Northumbria (Reino Unido). “Finalmente hemos podido observar directamente estos movimientos de torsión que hacen vibrar las líneas del campo magnético en la corona”.
El hallazgo fue posible gracias al Telescopio Solar Daniel K. Inouye de la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos, ubicado en Hawái, el más potente del mundo. Sus instrumentos permiten detectar con una precisión asombrosa el movimiento del plasma solar —partículas cargadas— siguiendo las variaciones de luz emitida por el hierro sobrecalentado: tonos más azules cuando se acerca a la Tierra y más rojos cuando se aleja.
El equipo logró eliminar las interferencias producidas por otros movimientos del plasma, como los balanceos laterales, hasta aislar el patrón de torsión que buscaban. “El movimiento del plasma en la corona está dominado por oscilaciones, y esas ocultaban las torsiones que queríamos encontrar”, explicó Morton. “Tuve que desarrollar un método para eliminar ese ‘vaivén’ y revelar el giro real”.
Comprender estas ondas significa entender mejor el motor que impulsa a nuestra estrella. Este conocimiento también podría mejorar los modelos del viento solar, esas corrientes de partículas que viajan desde el Sol hasta la Tierra y pueden afectar satélites y redes eléctricas.
Las ondas de Alfvén torsionales podrían ser responsables, en parte, de la fuerza que empuja el viento solar más allá de la gravedad del Sol, además de explicar por qué la corona alcanza temperaturas tan extremas.
Con esta observación directa, los científicos ahora pueden afinar los modelos teóricos sobre la turbulencia de las ondas de Alfvén y su papel en el calentamiento solar. “Por primera vez podemos poner a prueba nuestros modelos frente a la realidad”, concluyó Morton.
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