Científicos captan una gigantesca erupción solar… proveniente de otra estrella

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Ilustración artística de una gran estrella roja que emite un brillante y explosivo destello de luz. Remolinos rojos y naranjas rodean la estrella, sugiriendo una intensa actividad. Al fondo, se aprecia un planeta azul más pequeño con una tenue estela que se extiende desde él, lo que indica que su atmósfera está siendo expulsada. La escena se desarrolla sobre un fondo espacial oscuro salpicado de estrellas. Crédito Olena ShmahaloCallingham et al.
Ilustración artística de una gran estrella roja que emite un brillante y explosivo destello de luz. Remolinos rojos y naranjas rodean la estrella, sugiriendo una intensa actividad. Al fondo, se aprecia un planeta azul más pequeño con una tenue estela que se extiende desde él, lo que indica que su atmósfera está siendo expulsada. La escena se desarrolla sobre un fondo espacial oscuro salpicado de estrellas. Crédito: Olena ShmahaloCallingham et al.

Por primera vez en la historia, los astrónomos han logrado observar una eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés) proveniente de una estrella que no es nuestro Sol. Estas explosiones colosales son las responsables de las auroras boreales y del llamado “clima espacial” que puede afectar satélites, comunicaciones y redes eléctricas en la Tierra.

Hasta ahora, las CME solo se habían visto en nuestro sistema solar. Pero un equipo internacional, utilizando los observatorios XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea (ESA) y el radiotelescopio LOFAR, confirmó por primera vez que este fenómeno también ocurre en otras estrellas. Un descubrimiento que abre una nueva era para la astrofísica.

La explosión fue detectada en una enana roja situada a unos 40 años luz de distancia. Aunque esta estrella tiene la mitad de la masa del Sol, su campo magnético es 300 veces más potente y rota 20 veces más rápido. En otras palabras: es pequeña, pero increíblemente activa.

“Los astrónomos llevábamos décadas esperando ver una CME en otra estrella”, explicó Joe Callingham, del Instituto Neerlandés de Radioastronomía (ASTRON) y autor principal del estudio publicado en Nature. “Antes solo teníamos indicios, pero nunca una confirmación clara de que el material había escapado al espacio. Ahora lo hemos comprobado con total certeza”.

La detección fue posible gracias al análisis de un estallido de ondas de radio, una señal típica cuando una eyección coronal atraviesa el espacio interestelar. El equipo utilizó innovadoras técnicas de procesamiento de datos desarrolladas por Cyril Tasse y Philippe Zarka en el Observatoire de Paris-PSL. Al comparar las observaciones de LOFAR con los datos de XMM-Newton, pudieron estimar la temperatura, brillo y rotación de la estrella, interpretando así el fenómeno con precisión.

Recreación artística de XMM-Newton. Crédito ESA-C. Carreau
Recreación artística de XMM-Newton. Crédito ESA-C. Carreau

Confirmar que las erupciones coronales ocurren fuera del sistema solar cambia radicalmente lo que sabemos sobre la meteorología estelar. “Este tipo de señal de radio no existiría si el material no hubiera escapado completamente del campo magnético de la estrella”, explicó Callingham. “En otras palabras, es una CME en toda regla”.

Más allá del asombro científico, el hallazgo tiene implicaciones prácticas muy reales. En la Tierra, las CME del Sol pueden interferir con la tecnología moderna. En 2021, la científica Sangeetha Abdu Jyothi advirtió que una “tormenta solar extrema” podría provocar un apagón de Internet a escala global, con pérdidas de hasta 7.200 millones de dólares diarios solo en EE. UU.

Pero las consecuencias van más allá de nuestra infraestructura. Según Henrik Eklund, investigador de la ESA en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial (ESTEC), este descubrimiento también podría redefinir la búsqueda de vida extraterrestre. “Ya no dependemos solo del comportamiento del Sol para entender otras estrellas”, comentó. “El clima espacial puede ser aún más violento en estrellas pequeñas, que son precisamente las que más frecuentemente albergan exoplanetas potencialmente habitables”.

En resumen, este descubrimiento no solo confirma que las estrellas vecinas también “respiran fuego”, sino que nos ofrece una nueva perspectiva sobre cómo los planetas conservan —o pierden— sus atmósferas. Y con ello, sobre las verdaderas posibilidades de que la vida sobreviva más allá del Sol.

Fuentes, créditos y referencias:

Joseph Callingham, Radio burst from a stellar coronal mass ejection, Nature (2025). DOI: 10.1038/s41586-025-09715-3. www.nature.com/articles/s41586-025-09715-3

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