La violenta erupción de esta estrella podría revelar cómo comenzó la vida en la Tierra

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Representación artística de un evento de eyección masiva de EK Draconis. El plasma caliente y rápido se muestra en azul, y el gas más frío y lento se muestra en rojo. Crédito NAOJ

Representación artística de un evento de eyección masiva de EK Draconis. El plasma caliente y rápido se muestra en azul, y el gas más frío y lento se muestra en rojo. Crédito: NAOJ

Un grupo internacional de astrónomos ha logrado registrar una de las erupciones más complejas jamás vistas en una estrella similar al Sol. El protagonista fue EK Draconis, una joven estrella considerada el espejo de cómo fue nuestro Sol en sus primeros días.

Durante la observación, telescopios espaciales y terrestres detectaron una explosión de plasma magnetizado que salió disparado a más de 550 kilómetros por segundo. Este fenómeno, conocido como eyección de masa coronal, liberó capas de gas caliente y frío en distintas fases, una estructura nunca antes documentada con tanto detalle.

El estudio, liderado por Kosuke Namekata de la Universidad de Kioto, combinó datos del telescopio espacial Hubble con observatorios de Japón y Corea. La coordinación permitió seguir la erupción minuto a minuto, sin perder ningún detalle crucial de su evolución.

En los primeros instantes, el gas más caliente —a unos 100.000 kelvin— se lanzó al espacio con una fuerza impresionante. Diez minutos después, una capa más fría de unos 10.000 kelvin siguió el mismo camino, pero a una velocidad menor. Esta diferencia de temperatura y velocidad demuestra que la explosión no fue un solo evento, sino una secuencia estratificada que recuerda a las tormentas solares que hoy golpean la Tierra.

Las eyecciones de plasma a doble temperatura de una joven estrella similar al Sol ofrecen pistas sobre los entornos planetarios primitivos. Crédito NASAGSFCSDO

Las eyecciones de plasma a doble temperatura de una joven estrella similar al Sol ofrecen pistas sobre los entornos planetarios primitivos. Crédito: NASA/GSFC/SDO

Los astrónomos creen que este tipo de eventos pudieron haber sido comunes en el joven Sol, cuando su actividad era mucho más violenta. Aquellas tormentas habrían inyectado energía en la atmósfera terrestre, favoreciendo reacciones químicas que más tarde dieron origen a las primeras moléculas de vida.

Según los investigadores, las eyecciones de masa coronal no solo alteran los campos magnéticos de los planetas cercanos, sino que también pueden modificar su composición atmosférica. En mundos con aire denso, las partículas cargadas podrían generar gases como el óxido nitroso y el cianuro de hidrógeno, fundamentales para la química prebiótica.

“Queríamos entender cómo el Sol joven pudo influir en la Tierra cuando la vida apenas daba sus primeros pasos”, explicó Namekata. La respuesta parece estar en estas violentas explosiones, que actúan como catalizadores cósmicos capaces de transformar atmósferas enteras.

El equipo observó que la capa más caliente del plasma fue la que impulsó la mayor parte de la energía, mientras que la más fría formó un núcleo denso. Esa interacción, dicen, puede ser la clave para comprender cómo se distribuye la energía en las tormentas estelares y cómo esas fuerzas podrían afectar la habitabilidad de otros mundos.

En el futuro, los científicos planean repetir estas observaciones sincronizadas para comprobar si las erupciones de múltiples capas son una regla común en estrellas jóvenes o una rareza cósmica. Misiones espaciales y espectrógrafos en tierra ayudarán a construir catálogos que muestren cómo estos fenómenos varían entre diferentes tipos de estrellas.

Comprender estos procesos no solo arroja luz sobre los primeros días del Sistema Solar, sino que también orienta la búsqueda de biosignaturas en exoplanetas. EK Draconis se ha convertido así en una ventana hacia el pasado: un recordatorio de que la violencia cósmica pudo ser el primer impulso para que la vida surgiera en la Tierra.

El estudio fue publicado en la revista científica Nature Astronomy.

Fuentes, créditos y referencias:

Kosuke Namekata et al, Do Young Suns Produce Frequent, Massive CMEs? Results from Five-year Dedicated Optical Observations of EK Draconis and V889 Hercules, The Astrophysical Journal (2025). DOI: 10.3847/1538-4357/adfe70

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