El telescopio Webb ve una estrella que lanza brillantes chorros supersónicos

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La alta resolución del telescopio espacial James Webb de la NASA y su observación en el infrarrojo cercano de Herbig-Haro 211 revelan detalles exquisitos del flujo de salida de una estrella joven, un análogo infantil de nuestro Sol. Los objetos Herbig-Haro se forman cuando los vientos estelares o chorros de gas que brotan de las estrellas recién nacidas forman ondas de choque que chocan a gran velocidad con el gas y el polvo cercanos. La imagen muestra con un detalle sin precedentes una serie de ondas de choque arqueadas hacia el sudeste (abajo a la izquierda) y el noroeste (arriba a la derecha), así como el estrecho chorro bipolar que las impulsa. Las moléculas excitadas por las turbulencias, como el hidrógeno molecular, el monóxido de carbono y el monóxido de silicio, emiten luz infrarroja, recogida por Webb, que traza la estructura de los flujos. Créditos: ESA/Webb, NASA, CSA, Tom Ray (Dublín)
La alta resolución del telescopio espacial James Webb de la NASA y su observación en el infrarrojo cercano de Herbig-Haro 211 revelan detalles exquisitos del flujo de salida de una estrella joven, un análogo infantil de nuestro Sol. Los objetos Herbig-Haro se forman cuando los vientos estelares o chorros de gas que brotan de las estrellas recién nacidas forman ondas de choque que chocan a gran velocidad con el gas y el polvo cercanos. La imagen muestra con un detalle sin precedentes una serie de ondas de choque arqueadas hacia el sudeste (abajo a la izquierda) y el noroeste (arriba a la derecha), así como el estrecho chorro bipolar que las impulsa. Las moléculas excitadas por las turbulencias, como el hidrógeno molecular, el monóxido de carbono y el monóxido de silicio, emiten luz infrarroja, recogida por Webb, que traza la estructura de los flujos. Créditos: ESA/Webb, NASA, CSA, Tom Ray (Dublín)

Herbig-Haro 211 (HH 211), un chorro bipolar que fluye por el espacio interestelar a velocidades supersónicas, ha sido observado con excelente detalle por el telescopio espacial James Webb de la NASA. El objeto es uno de los chorros protoestelares más jóvenes y cercanos, situado a unos 1.000 años-luz de la Tierra, en la constelación de Perseo, lo que lo convierte en un objetivo privilegiado para Webb.

Cuando los vientos estelares o chorros de gas emitidos por estrellas jóvenes chocan con el gas y el polvo vecinos a gran velocidad, crean objetos Herbig-Haro (HH), que son regiones brillantes alrededor de estrellas jóvenes. El análogo infantil de nuestro Sol cuando sólo tenía unas pocas decenas de miles de años y una masa de sólo el 8% del Sol actual se ve en esta imagen de HH 211 del telescopio espacial James Webb de la NASA.

Dado que las estrellas recién nacidas casi siempre están inmersas en el gas de la nube molecular en la que se formaron, las imágenes infrarrojas investigan eficazmente estas estrellas y sus flujos de salida. Un objeto Herbig-Haro como HH 211 es perfecto para ser observado con los sensibles instrumentos infrarrojos de Webb, ya que la radiación infrarroja de los flujos de salida de la estrella penetra en el gas y el polvo que los oscurecen. Para cartografiar la estructura de los flujos de salida, Webb recoge la luz infrarroja emitida por moléculas como el hidrógeno molecular, el monóxido de carbono y el monóxido de silicio, excitadas por circunstancias turbulentas.

La imagen muestra el estrecho chorro bipolar que impulsa la sucesión de choques de proa hacia el sureste (abajo a la izquierda) y el noroeste (arriba a la derecha). En comparación con imágenes anteriores de HH 211, la representación de Webb de esta escena la muestra con extraordinario detalle y una resolución espacial entre 5 y 10 veces mayor. A ambos lados de la protoestrella principal, se observa que el chorro interior se "contonea" con un movimiento simétrico al de un espejo. Esto corrobora los hallazgos a escalas inferiores y plantea la posibilidad de que la protoestrella sea una estrella doble sin resolver.

El equipo determinó que las estructuras de flujo de salida más rápidas se movían a una velocidad de entre 48 y 60 millas por segundo (entre 80 y 100 kilómetros por segundo). En cambio, hay una diferencia de velocidad mucho menor entre estas porciones del flujo de salida y la onda de choque con la que chocan. Los científicos llegaron a la conclusión de que las moléculas constituyen la mayor parte de los flujos de salida de las estrellas más jóvenes, como la que se encuentra en el centro de HH 211, porque las velocidades relativamente bajas de las ondas de choque no son lo suficientemente energéticas como para desintegrar las moléculas en átomos e iones más simples.

Fuentes, créditos y referencias:

T. P. Ray et al, Outflows from the Youngest Stars are Mostly Molecular, Nature (2023). DOI: 10.1038/s41586-023-06551-1 , www.nature.com/articles/s41586-023-06551-1

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