¿Puede lo digital ‘matar’ a los museos de ciencia y tecnología?

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Actividad en el Museo de las Ciencias de Valencia. Museo de la Ciencias de Valencia.

“Prohibido no tocar”. De su origen como gabinetes de curiosidades, los museos de ciencia y tecnología han pasado a convertirse en modernos centros interactivos, polos de atracción turística e, incluso, símbolos identitarios de las ciudades donde se emplazan. Solo hay que ver, por ejemplo, el Museo de las Ciencias, ubicado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, o la Domus, Casa del Hombre, de A Coruña.

Estos centros, equipados con elementos interactivos mecánicos y digitales, están diseñados para un propósito pedagógico concreto. Han superado la idea de colección estática y disfrute por contemplación para convertirse en entornos dinámicos de participación activa, de aprendizaje experiencial.

En un contexto en que la tecnología ha pasado a formar parte de nuestra vida, en que plataformas y servicios en línea han cambiado la forma en la que accedemos a la información y nos relacionamos con el mundo, ¿deben los dispositivos digitales complementar los objetos físicos o pueden convertirse en el eje central de una experiencia museística?

El visitante, en el centro

La historia de los museos de ciencia ha estado marcada por las necesidades educativas y sociales y la apropiación tecnológica. El investigador Alan J. Friedman divide en tres fases esta evolución:

  • A finales del siglo XVIII, los museos se centraban en la formación técnica, con colecciones financiadas por la industria para impulsar el progreso económico.
La Exposición Universal de París de 1900. Imagen coloreada a mano. Wikimedia Commons.
  • A comienzos del siglo XX, inspirados por las ferias industriales, combinaron esta vocación educativa con la preservación de artefactos históricos, introduciendo exhibiciones interactivas para atraer al gran público.

  • En la tercera fase, se alejaron de colecciones permanentes y se centraron en el aprendizaje experiencial. Este modelo puso en el centro al visitante.

Mas recientemente, algunos autores añaden una cuarta fase caracterizada porque los museos asumen un rol activo en la promoción de una ciudadanía crítica y comprometida. Además de conectar conocimiento científico y experiencias cotidianas, buscan inspirar reflexiones profundas y fomentar la acción social, estableciendo un diálogo con los visitantes.

Este nuevo enfoque colaborativo e inclusivo sitúa a los museos como espacios de intercambio cultural. Mediante la construcción de significados compartidos, se consolidan como agentes esenciales en la articulación de ciencia y sociedad).

El desafío de la digitalización

Esta nueva consideración de los museos, sumada al proceso de digitalización, presenta nuevos desafíos y debates, especialmente para los profesionales del patrimonio cultural, que abogan por preservar la autenticidad de la experiencia sin comprometer el valor intrínseco de los objetos expuestos.

Los más críticos consideran que la tecnología distancia a los visitantes de las piezas físicas, propiciando disonancias entre experiencia y objeto de la visita). Sin embargo, otros apuestan por la integración como un camino para enriquecer la comprensión, aprendizaje y el vínculo emocional con la cultura, especialmente entre nativos digitales.

Las entrevistas a responsables de museos de ciencia y tecnología españoles evidencian esta falta de consenso respecto a la integración de interactivos digitales en sus centros.

Maqueta interactiva del corazón en Domus- Casa del Hombre (A coruña).

Los “apocalípticos”, parafraseando a Eco, argumentan la pérdida de autenticidad de la experiencia, el efecto alienante de los sistemas digitales y el aumento de la brecha digital.

Al contrario, los “integrados” destacan la capacidad de los interactivos digitales para comunicar nuevos conceptos. Además, facilitan una experiencia personalizada y accesible, de disfrute para todo tipo de públicos.

Con independencia de su valoración sobre la tecnología, los profesionales españoles destacaron desafíos prácticos y financieros en torno a los sistemas digitales. El más relevante, la elevada inversión para la incorporación, actualización y mantenimiento de estas instalaciones que –junto a la obsolescencia tecnológica– compromete su sostenibilidad a largo plazo.

En busca del equilibrio

A pesar de estos desafíos, la tendencia hacia la digitalización es incuestionable. La integración de estas tecnologías en los museos científicos debe atender a una estrategia que les permita mantener su relevancia y potenciar su accesibilidad, convirtiéndolos en espacios inclusivos en un mundo cada vez más digitalizado.

Esta estrategia debe estar guiada por profesionales de la museología y la educación para que las instalaciones no se conviertan en meras atracciones, vacías de contenido. La tecnología debe servir a la misión educativa de museo científico, no ser un fin en sí misma.

Para paliar este riesgo, los profesionales museísticos proponen buscar un equilibrio en el que los elementos digitales enriquezcan la experiencia, sin reemplazar la interacción directa con los objetos originales. Algunos entrevistados dan un paso más al proponer el uso del lenguaje digital para generar experiencias impensables a través de objetos físicos o dispositivos mecánicos.

Así, las instalaciones digitales adquirirían un estatus propio y un valor intrínseco, y se potenciaría la visita física al museo para vivir una experiencia única e integral, impensable fuera de este espacio-contexto.

La adopción de nuevas tecnologías ofrece la oportunidad de atraer a públicos más jóvenes y conectados, de brindar experiencias enriquecidas y de convertir al museo en un espacio para la reflexión crítica.

No obstante, la integración de sistemas digitales dependerá de la capacidad del museo para utilizar estas herramientas de manera efectiva y de los recursos disponibles para su mantenimiento.

La clave del éxito está en que la incorporación de interactivos digitales potencie la experiencia del visitante y refuerce el rol del museo como pilar del aprendizaje científico y la promoción de vocaciones científicas. De esta forma, los museos de ciencia y tecnología mantendrán su relevancia en un mundo en constante cambio.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.



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