Siete preguntas que debemos hacernos antes de compartir una noticia en redes sociales

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Las características de ciertas noticias nos tienen que hacer desconfiar. Antonio Guillem/Shutterstock

Parece complicado combatir las noticias falsas en redes sociales cuando nuestros sesgos personales nos incitan a creerlas, cuando los algoritmos nos ponen delante justo aquello que queremos escuchar y cuando nuestros influencers de cabecera nos lo cuentan de manera sugerente y con gran seguridad.

¿Qué podemos hacer como usuarios de redes para poder tener un ojo más crítico? ¿Cómo se puede contribuir desde los centros educativos a formar ciudadanos más concienciados en este sentido? ¿Cómo deben actuar medios y divulgadores para frenar las noticias falsas?

Aunque se suele señalar a la juventud como uno de los colectivos más vulnerables a la hora de creerse las noticias falsas, ningún sector de la población está libre de caer en las garras del populismo. Ni siquiera los propios estudiantes de Comunicación, según reveló un reciente estudio. Hasta los docentes, como apunta una encuesta informal en la red social X, son víctimas de la desinformación. Nadie está a salvo de creerse una noticia falsa.

Las tres preguntas clave

Antes de darle al botón de compartir, llevarnos las manos a la cabeza o pensar para nuestros adentros “Lo que me temía”, hagámonos estas tres preguntas básicas:

1. ¿Quién está difundiendo la noticia? Debemos intentar acceder a la fuente y, como recomendación, sería mejor no hacerlo a través del enlace de la propia publicación, sino a través de la página del medio. También hay que tener mucho cuidado con los enlaces de las noticias falsas, que pueden conllevar otro tipo de peligros.

2. ¿Se puede encontrar en otros medios? Si es una noticia importante, no aparecerá únicamente en un medio de publicación. Recurrir a fuentes alternativas es uno de los métodos preferidos por gran parte de las personas que desean comprobar la veracidad de una información. Podemos rastrearla en Google o en otros buscadores. No basta con indagar en la misma red social o en otras redes sociales, sino en otros medios, bien sean digitales o analógicos.

3. ¿De cuándo es la publicación? En ocasiones, cuando sale una noticia sobre un tema de moda, de actualidad o de interés, hay personas o medios que aprovechan ese tirón para incluir noticias pasadas, de meses o años anteriores, para volver a ponerlas sobre la mesa. Este también es un modo de desinformar: se nos hace creer que acaba de suceder algo, cuando realmente puede haber ocurrido hace años. Hay que buscar la fecha en la publicación. La noticia puede ser verdadera o falsa, pero puede haberse relanzado en un momento determinado para desviar el foco de atención o desdibujar la actualidad.


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Cuatro preguntas complementarias

1. ¿Se incluye una foto o imagen extraña? Algunas noticias en redes sociales se acompañan de imágenes creadas por inteligencia artificial. La primera recomendación puede ser que nos dejemos guiar por nuestro instinto. Hay imágenes tan inverosímiles y chocantes que de entrada nos llaman mucho la atención y quizás, ya por eso, debamos de poner la información en cuarentena y seguir investigando. En todo caso, como con las propias noticias, debemos ser igual de críticos a la hora de filtrar imágenes, audios y vídeos, que también pueden estar creados por IA.

2. ¿Su titular es tendencioso? Analicemos si se trata de un titular objetivo o si únicamente busca llamar la atención. Nunca debemos quedarnos con los titulares, siempre debemos ir un paso más allá.

3. ¿Es una noticia con la que estamos de acuerdo? Las redes sociales están regidas por algoritmos y repletas de bots que propician que veamos lo que queremos ver. Las redes tienden a darnos la razón. Y que nos den la razón no implica que la tengamos o que lo que leemos sea verdad, únicamente implica que el algoritmo nos presenta aquello que puede atraer nuestra atención, y no por ello tiene que ser una noticia real.

4. ¿Es una información sobre un tema complejo que comprendemos sin problema? Tendemos a creer aquello que entendemos. O todo lo contrario, cuando nos encontramos una noticia o una información que emplea términos científicos complicados, nos inclinamos a pensar que tiene que ser cierto, porque se encuentra respaldada por una universidad o por un supuesto especialista. No nos fiemos de que esa información sea cierta, de que ese centro o institución exista o que ese especialista sea tal. Tanto la “sobresimplificación” como la “sobretecnificación” son estrategias muy útiles para hacernos creer que lo que tenemos delante es cierto.


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Y si no es suficiente

Si a pesar de todo ello nos quedan dudas, se puede comentar la noticia en el aula o en casa: debatir y reflexionar sobre un tema ayuda a discernir su veracidad. Antes de propagar una noticia que puede herir o perjudicar a terceros o contribuir a la desinformación, pensémoslo siempre dos veces. Los usuarios somos la segunda barrera frente a la propagación de bulos. La primera, por supuesto, son las personas o medios que crean y comparten las noticias en primer lugar.

Tampoco debemos olvidar que las redes también pueden ser un instrumento muy útil a la hora de desmentir noticias falsas. En este sentido, páginas como Maldita.es no solo contribuye a desmentir bulos, sino que ofrece recursos muy útiles para el aula. Igualmente, escuchar podcast con debates sobre el tema, así como participar o asistir a espacios relacionados con la vertiente ética de la divulgación, podrán contribuir a hacernos reflexionar y ser más conscientes de todos los aspectos que debemos sopesar al enfrentarnos a una noticia en redes.

The Conversation

Ingrid Mosquera Gende no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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