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Descubierta la telaraña más grande del mundo en el interior de la «Cueva del Azufre», donde viven 111 000 arácnidos en la más absoluta oscuridad. |
En una cueva oculta entre Albania y Grecia, los científicos se toparon con algo que parece salido de una película: más de 111.000 arañas viviendo juntas dentro de una red colosal que cubre toda una pared subterránea. El hallazgo, publicado en la revista Subterranean Biology, podría ser el tejido arácnido más grande jamás documentado.
La inmensa red ocupa alrededor de 106 metros cuadrados en una galería baja y estrecha de la llamada Cueva del Azufre, una cavidad en penumbra perpetua donde apenas llega la luz. Allí, miles de estructuras en forma de embudo se entrelazan hasta formar un mosaico de seda que parece una ciudad tejida con precisión matemática.
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Una colonia de arañas que habita en cuevas ha construido lo que parece ser la telaraña más grande jamás encontrada. Crédito: Urak et al. 2025, Subterranean Biology (CC BY 4.0) |
El estudio liderado por István Urák, biólogo de la Universidad Sapientia de Transilvania (Rumanía), documenta por primera vez un comportamiento colonial en dos especies comunes de arañas: Tegenaria domestica y Prinerigone vagans. Según sus estimaciones, unas 69.000 pertenecen a la primera especie y más de 42.000 a la segunda.
Urák recuerda el momento del hallazgo con emoción: “El mundo natural aún guarda innumerables sorpresas. Lo que sentí fue una mezcla de respeto, admiración y gratitud”. Y no es para menos. Estas arañas, que normalmente viven solas en rincones de casas o establos, parecen haber desarrollado una cooperación inesperada en la oscuridad total de la cueva.
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Las arañas de la cueva Sulfur se alimentan de mosquitos que no pican, cuyas nubes revolotean cerca de la entrada de la cueva. Crédito: Urak et al. 2025, Subterranean Biology (CC BY 4.0) |
La Cueva del Azufre se formó por la acción del ácido sulfúrico generado al oxidarse el sulfuro de hidrógeno presente en las aguas subterráneas. Este entorno extremo sostiene una cadena ecológica única: bacterias que se alimentan de azufre producen una biopelícula blanca de la que se nutren pequeños insectos —los mosquitos del género non-biting midge—, que a su vez sirven de alimento a las arañas.
Los análisis revelaron que las arañas cavernícolas presentan un microbioma menos diverso que sus equivalentes en el exterior, probablemente debido a su dieta rica en compuestos de azufre. Incluso los datos genéticos mostraron diferencias significativas, lo que sugiere una adaptación evolutiva al entorno sin luz.
Lo más asombroso es que, fuera de la cueva, estas especies tienden a competir o incluso depredarse entre sí. Pero dentro del ambiente oscuro y químicamente hostil del sistema subterráneo, parecen haber encontrado una forma de coexistir. Los investigadores creen que la falta de visión podría alterar su comportamiento, eliminando las respuestas agresivas que normalmente las mantendrían separadas.
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Una araña tejedora de embudo o araña doméstica (Tegenaria domestica) en la cueva Sulfur. Crédito: Urak et al. 2025, Subterranean Biology (CC BY 4.0) |
Aunque la red fue observada por primera vez en 2022 por miembros de la Sociedad Espeleológica Checa, el equipo de Urák realizó un análisis exhaustivo en 2024, recolectando muestras y secuenciando ADN para confirmar la composición del ecosistema.
“Pensamos que conocemos por completo a ciertas especies, pero siempre pueden sorprendernos”, señaló Urák. “Bajo condiciones extremas, algunas revelan una plasticidad genética y conductual que jamás veríamos en la superficie”.
Los investigadores piden que se proteja la colonia, pese a la complejidad de su ubicación entre dos países. Por ahora, planean seguir estudiando esta extraordinaria comunidad que desafía todo lo que se sabía sobre el comportamiento social de las arañas.
Fuentes, créditos y referencias:

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