Dos asteroides acaban de chocar contra la Luna, y lo hemos captado en cámara

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Dos vídeos grabados el 30 de octubre y el 1 de noviembre desde Japón captaron los impactos de meteoritos en la superficie lunar. Crédito Daichi Fujii.

Dos vídeos grabados el 30 de octubre y el 1 de noviembre desde Japón captaron los impactos de meteoritos en la superficie lunar. Crédito: Daichi Fujii.

La Luna volvió a recordarnos que el espacio no es tan tranquilo como parece. En cuestión de días, dos objetos impactaron violentamente contra su superficie, dejando breves destellos visibles desde la Tierra. Ambos eventos fueron registrados por el astrónomo japonés Daichi Fujii, curador del Museo de la Ciudad de Hiratsuka, quien mantiene sus telescopios apuntando noche tras noche al satélite natural de la Tierra.

El primer impacto ocurrió el jueves, a las 8:33 p. m. (hora local), cuando un brillante destello rompió la oscuridad cerca del cráter Gassendi, de unas 70 millas de diámetro. Dos días después, el sábado a las 8:49 p. m., un segundo y luminoso fogonazo apareció al oeste del Oceanus Procellarum —el famoso “Océano de las Tormentas”—, una vasta llanura lunar formada por magma solidificado. “Capté otro destello brillante”, contó Fujii, sorprendido por la coincidencia de dos impactos tan seguidos.

Aunque los destellos ocurrieron cerca de Halloween, no hay nada “sobrenatural” detrás de ellos. Ambos fueron causados por asteroides que se estrellaron contra la superficie lunar a velocidades que pueden alcanzar los 96.000 km/h, unas treinta veces más rápido que un avión de combate. Sin atmósfera que frene su caída, incluso una roca de apenas unos metros puede liberar una energía equivalente a varios kilos de dinamita, visible incluso a cientos de miles de kilómetros.

Para los astrónomos, estos eventos son una ventana valiosa. Analizar la frecuencia y potencia de los impactos permite estimar cuántos asteroides pequeños golpean la Luna y, por extensión, calcular cuántos cuerpos más grandes podrían representar una amenaza real para la Tierra. Cada nuevo destello en la superficie lunar ayuda a afinar los modelos de defensa planetaria.

Fujii lleva más de una década observando el firmamento con paciencia y pasión. Desde 2011, sus telescopios instalados en Fuji y Hiratsuka han registrado unos 60 impactos lunares. Sin embargo, captar dos en menos de una semana es un acontecimiento excepcional. Su sistema automatizado detecta cualquier movimiento o explosión en la superficie lunar, eliminando errores y falsas alarmas causadas por rayos cósmicos o interferencias.

La NASA no ha podido confirmar los eventos debido al cierre temporal de la agencia, pero varias observaciones simultáneas en Japón descartan que se trate de un error óptico. Desde Europa, la Agencia Espacial Europea (ESA) tampoco logró ver los impactos, ya que la Luna estaba demasiado brillante durante el fenómeno. Aun así, el ingeniero aeroespacial Juan Luis Cano, del centro de coordinación de objetos cercanos a la Tierra de la ESA, aseguró: “Ambos destellos parecen genuinos y por encima del promedio en tamaño”, lo que sugiere que fueron impactos más energéticos de lo habitual.

El origen de los asteroides aún es incierto, aunque Fujii sospecha que pertenecían a la lluvia de meteoros Táuridas, una corriente de partículas desprendidas del cometa Encke. Las Táuridas son conocidas por sus meteoros más grandes y rápidos, que cada noviembre surcan los cielos de la Tierra. Esta vez, algunos podrían haber desviado su curso hacia la Luna, en lugar de desintegrarse en nuestra atmósfera.

Más allá del espectáculo astronómico, Fujii busca algo más profundo: acercar la ciencia al público. “Quiero que la gente disfrute de la astronomía tanto como yo”, afirma. Su dedicación no solo ha permitido captar uno de los fenómenos más fugaces del cosmos, sino que también aporta información útil para el futuro.

Con agencias espaciales y empresas privadas planeando instalar bases en la Luna, entender la frecuencia y energía de estos impactos es crucial. Como explica el propio Fujii, “los datos sobre los destellos lunares pueden ayudarnos a diseñar y proteger futuras estructuras habitadas en la superficie lunar”. Porque, aunque la Luna parezca serena desde aquí, allá arriba sigue siendo un campo de batalla cósmico.

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