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Una nueva especie de anémona marina, «Paracalliactis tsukisome», descubierta en las profundidades marinas frente a la costa de Japón, vive en simbiosis adhiriéndose al caparazón habitado por una determinada especie de cangrejo ermitaño. Crédito: Catedrático asociado Akihiro Yoshikawa, Universidad de Kumamoto / vía Jiji. |
En las profundidades del Pacífico japonés, un diminuto arquitecto marino ha sorprendido a los científicos. Se trata de Paracalliactis tsukisome, una nueva especie de anémona que no solo vive junto a cangrejos ermitaños, sino que además construye una “concha” artificial que amplía su espacio vital.
El hallazgo fue realizado por un equipo de biólogos marinos de Japón y Australia, y publicado el 22 de octubre en la revista Royal Society Open Science. Según explican los autores, esta anémona secreta una estructura única llamada carcinoecium, una especie de recubrimiento calcáreo que refuerza y expande la concha que el cangrejo ermitaño utiliza como refugio.
Paracalliactis tsukisome es la novena especie válida de su género, Paracalliactis, un grupo de anémonas marinas que viven exclusivamente sobre conchas habitadas por cangrejos ermitaños. La mayoría de ellas se encuentra en fondos marinos profundos, entre los 200 y los 4.700 metros de profundidad, aunque algunas especies pueden vivir en aguas menos profundas, de 40 a 3.000 metros.
Este nuevo ejemplar fue encontrado entre los 200 y 500 metros de profundidad frente a las costas de las prefecturas japonesas de Mie y Shizuoka, habitando con el cangrejo ermitaño Oncopagurus monstrosus. Lo curioso es que, a diferencia de las anémonas tradicionales, esta especie es capaz de secretar una estructura sólida que se adhiere y amplía la concha de su huésped.
“Nuestro descubrimiento demuestra que incluso los animales más simples pueden desarrollar comportamientos sorprendentemente sofisticados”, explicó el autor principal, Dr. Akihiro Yoshikawa, investigador de la Universidad de Kumamoto. Según Yoshikawa, esta capacidad de construcción ofrece pistas sobre cómo los animales perciben el espacio y la orientación en su entorno.
Para comprender mejor esta relación simbiótica, los científicos emplearon análisis de isótopos estables y escaneos 3D con microtomografía computarizada. Descubrieron que la anémona se alimenta de partículas orgánicas y, sorprendentemente, también de los desechos del propio cangrejo, un sistema de reciclaje natural que mantiene limpio el entorno marino.
Las imágenes en 3D revelaron además que la anémona siempre se adhiere en una misma dirección sobre la concha, un patrón que parece estar relacionado tanto con su alimentación como con el proceso de construcción del carcinoecium. Esta precisión estructural sugiere un alto nivel de adaptación evolutiva.
El beneficio, sin embargo, no es solo para la anémona. Los investigadores observaron que los cangrejos ermitaños asociados a esta especie alcanzan un mayor tamaño corporal que otros de su misma familia, lo que indica una auténtica relación de mutualismo: ambos organismos obtienen ventajas de su convivencia.
Según los autores, este estudio constituye la primera evidencia cuantitativa de mutualismo en asociaciones con formación de carcinoecium, ofreciendo un ejemplo notable de cooperación evolutiva en el fondo del mar. Los resultados también plantean cómo este vínculo puede haber refinado con el tiempo las habilidades constructivas de la anémona y los beneficios específicos para su compañero crustáceo.
“Este es un ejemplo fascinante de cómo la vida en el océano profundo encuentra formas únicas de coexistir y evolucionar”, concluyen los investigadores. A miles de metros bajo la superficie, donde la oscuridad domina, una diminuta anémona sigue desafiando las expectativas, construyendo casas para cangrejos y mostrando que la ingeniería natural puede surgir en los lugares más inesperados.
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