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Este tardígrado luce un nuevo «tatuaje», representado en esta imagen ampliada por los puntos resaltados. Crédito: Nano Letters (2025). DOI: 10.1021/acs.nanolett.5c00378 |
El objetivo no es estético, claro está. Los científicos liderados por Ding Zhao y Min Qiu han aprovechado la capacidad casi indestructible de los tardígrados para someterlos a un proceso llamado litografía de hielo. Esta técnica utiliza un haz de electrones para "dibujar" sobre una fina capa de hielo que recubre tejidos vivos. Una vez sublimado el hielo, el patrón queda grabado en la superficie, como un tatuaje microscópico.
El procedimiento es digno de un laboratorio de ciencia ficción. Primero, los tardígrados se deshidratan lentamente para entrar en un estado criptobiótico —una especie de animación suspendida—. Luego, se colocan sobre una hoja de papel compuesto de carbono, se enfrían a -143 °C y se recubren con anisole, un compuesto orgánico que huele a anís. Esta capa los protege del haz de electrones mientras se graba el diseño. El anisole reacciona con el haz y deja un patrón químico biocompatible en la superficie del animal.
Tras volver a temperatura ambiente, los investigadores rehidrataron a los tardígrados… y los pequeños sobrevivientes volvieron a la vida, ahora con un nuevo tatuaje microscópico. El resultado: micropatrones de hasta 72 nanómetros de ancho, incluyendo líneas, puntos, cuadrados y hasta el logo de la universidad.
Sí, aunque no todos. Aproximadamente un 40% de los tardígrados sobrevivió al proceso, una cifra que los autores consideran prometedora y que esperan mejorar con ajustes. Lo más interesante es que los tardígrados tatuados no mostraron cambios en su comportamiento, lo cual sugiere que el procedimiento es viable para futuras aplicaciones biológicas.
Para Gavin King, creador original de la técnica de litografía de hielo (aunque no involucrado en este estudio), este avance abre la puerta a dispositivos biomateriales y sensores biológicos que hasta ahora solo existían en la ciencia ficción. Zhao y Qiu incluso mencionan la posibilidad de crear "microbios cíborgs", sensores vivos, o dispositivos médicos integrados directamente en tejidos vivos.
Este experimento no se trata solo de tatuar criaturas adorables, sino de llevar la microfabricación al terreno de lo vivo. Si estas técnicas se perfeccionan, podríamos ver implantes biomédicos impresos directamente sobre células o tejidos, sensores internos que monitoricen enfermedades en tiempo real, o incluso formas de tratamiento completamente nuevas.
Fuentes, créditos y referencias:
Zhirong Yang et al, Patterning on Living Tardigrades, Nano Letters (2025). DOI: 10.1021/acs.nanolett.5c00378