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La Unión Europea se enfrenta a un problema creciente con las resistencias antimicrobianas (RAM), que se está agravando por la guerra en Ucrania. Desde 2017, esta nación de Europa del Este se enfrenta a una grave crisis epidemiológica causada por bacterias gramnegativas, como Mycobacterium tuberculosis, Salmonella, Shigella, Neisseria gonorrhoeae o Pseudomonas aeruginosa. Esta situación se agravó con la pandemia de covid-19 y la invasión de Rusia a principios de 2022.

La crisis de la RAM en Ucrania es un problema complejo y polifacético que tiene su origen en la falta de conocimientos y educación a nivel clínico, investigador y político.
Resolverlo requiere un enfoque en diferentes direcciones. El país necesita urgentemente más expertos, profesionales formados y tecnologías avanzadas para tratar a los pacientes.
La falta de datos sobre RAM en Ucrania dificulta el seguimiento y la evaluación, lo que subraya la necesidad de políticas respaldadas científicamente para abordar el reto. Estas deberían regular la prescripción de antibióticos a los pacientes hospitalizados y restringir su uso en el ganado. La mentalidad postsoviética, que a menudo desalienta el debate abierto sobre estas cuestiones, impide aún más el progreso.
Microbios en un país devastado
La resistencia a los antimicrobianos evoluciona más rápido que el desarrollo de nuevos fármacos, por lo que es esencial un uso restringido y responsable de los antibióticos. En Ucrania, se han detectado cepas superresistentes y virulentas. Incluso, se han aislado cultivos puros de microorganismos ya resistentes a antibióticos de última generación que aún no se utilizan.
Por lo tanto, el país se ha convertido en un foco crítico de RAM, con consecuencias que se extienden por toda Europa.
Más muertes que por VIH y malaria
Según la revista Nature, en 2019 las infecciones resistentes a los medicamentos causaron más muertes que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o la malaria. Se estimó que, para 2050, las resistencias antimicrobianas podrían causar hasta 10 millones de muertes, una cifra comparable al número de fallecimientos causados por el cáncer en 2020.
El aumento de la RAM está impulsado en gran medida por la rápida evolución de las bacterias gramnegativas altamente resistentes, que han superado a las cepas grampositivas.

Un ejemplo es la Klebsiella, una bacteria intestinal común con elevados niveles de resistencia frente a antibióticos críticos. Esta bacteria es capaz de descomponer los fármacos betalactámicos, como la penicilina, que inhiben la síntesis de la pared celular bacteriana, provocando su muerte.
Estas resistencias se están observando no sólo en Ucrania, sino ya en toda Europa y otras regiones como Asia y América. Iniciativas como el proyecto SURE-AMR, financiado por la Unión Europea (UE) han comenzado a abordar este desafío.
Mientras, según las previsiones de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la resistencia a los antibióticos de último recurso se habrá multiplicado por dos de aquí a 2035, lo que subraya la necesidad urgente de unas prácticas sólidas de administración de antimicrobianos y ampliar la cobertura de la vigilancia a nivel mundial.
Aguas contaminadas por genes de resistencia
La resistencia se produce cuando las bacterias y los hongos evolucionan para resistir los fármacos destinados a eliminarlos, lo que permite que las infecciones persistan y se vuelvan difíciles o incluso imposibles de tratar. Aunque la RAM es un fenómeno natural, se acelera significativamente por el uso excesivo y abusivo de antibióticos y antifúngicos.
Estos medicamentos no sólo atacan a los patógenos nocivos, sino que también alteran los microorganismos beneficiosos, lo que presiona a bacterias y hongos para que se adapten. Los gérmenes resistentes pueden transferir su ADN, incluidos los genes de resistencia, a otros microorganismos, incluso a aquellos que no han estado expuestos previamente a antibióticos o antifúngicos.
Este proceso les permite sobrevivir, propagarse y desarrollar mecanismos de defensa más potentes. La simple eliminación de las bacterias no elimina los genes de resistencia, ya que pueden persistir en las comunidades microbianas y seguir propagándose.
Algunos genes de resistencia a antibióticos están presentes en las plantas de tratamiento de aguas residuales de muchas regiones de Europa, sobre todo, en el agua procedente de los hospitales. Sin embargo, estas instalaciones no están diseñadas para eliminarlos, lo que permite que los genes contaminen los ríos y acaben llegando a los hogares.
Además, los antibióticos y los genes de resistencia presentes en el estiércol del ganado utilizado para fertilizar los campos acaban en los ecosistemas acuáticos.

Soluciones para hacerles frente
Para hacer frente a esto, las llamadas soluciones basadas en la naturaleza (NBS, por sus siglas en inglés) ofrecen un enfoque sostenible que consiste en proteger, gestionar o restaurar los ecosistemas para hacer frente a los retos medioambientales y sanitarios, fomentando al mismo tiempo la biodiversidad y el bienestar humano.
Los estudios demuestran que las aguas residuales de las depuradoras urbanas contienen biofilm (formado principalmente por bacterias y microalgas, que crecen cubiertas por una capa natural que las protege, adheridas a una superficie inerte o un tejido vivo) y comunidades planctónicas que absorben genes de resistencia a los antibióticos y elementos genéticos móviles. El biofilm se forma de manera natural sobre las piedras del agua y ayuda a purificarla descomponiendo estos contaminantes.

Inspirándonos en este proceso natural, investigadores del Centro Tecnológico BETA de la UVic-UCC, en Cataluña (España), hemos desarrollado un sistema a escala piloto en laboratorio como solución basada en la naturaleza.
Mediante este método, las aguas residuales se recirculan en un biorreactor, permitiendo el crecimiento de biofilm y comunidades planctónicas. En pocos días, el agua queda purificada.
Esta técnica de bajo coste es especialmente adecuado para las depuradoras de pequeñas ciudades. El biorreactor se colocaría a la salida de la depuradora, donde los niveles de nutrientes favorecen el crecimiento de la biopelícula, que actúa como filtro terciario.
Aprender de la naturaleza
Las NBS, como el tratamiento del agua basado en biofilm, ofrecen alternativas prometedoras, pero la RAM debe abordarse desde una perspectiva One Health (Una Sola Salud) que integre también la medicina humana y veterinaria. En la atención sanitaria, es crucial invertir en nuevos tratamientos y, al mismo tiempo, garantizar un uso responsable de los antibióticos, reducir su uso indebido y frenar el desarrollo de resistencias.
En medicina veterinaria, es fundamental restringir el uso de antibióticos en animales criados para la alimentación, ya que estos fármacos a menudo se utilizan para acelerar su crecimiento en lugar de tratar enfermedades.
Mejorar la higiene en las explotaciones, el bienestar de los animales y la cobertura vacunal también puede contribuir a limitar la propagación de la RAM.
En definitiva, es esencial un enfoque multifacético que combine el uso responsable de antibióticos, una mayor vigilancia y las intervenciones impulsadas por políticas públicas.

Albert Palou Vilar es miembro de Esquerra Republicana de Catalunya.
Ada Domingo Ferrer, Paula Pérez González-Anguiano y Sergio Martínez-Campos Gutiérrez no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.