¿Qué fue lo que realmente brilló en el cielo antes de que existieran los satélites?

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En esta figura, extraída de un artículo asociado de Beatriz Villarroel y sus colegas, se destaca un candidato transitorio (círculos azules). Derivadas de escaneos digitales de placas fotográficas del Palomar Sky Survey, estas imágenes muestran lo que, según los autores, podrían ser destellos de luz procedentes de objetos artificiales en el espacio exterior, años antes de que los seres humanos enviaran naves espaciales a la órbita terrestre. «Aligned, Multiple-Transient Events in the First Palomar Sky Survey» (Eventos transitorios múltiples alineados en el primer Palomar Sky Survey), por Beatriz Villarroel et al., en Publications of the Astronomical Society of the Pacific, vol. 137; octubre de 2025 (CC BY 4.0).

En esta figura, extraída de un artículo asociado de Beatriz Villarroel y sus colegas, se destaca un candidato transitorio (círculos azules). Derivadas de escaneos digitales de placas fotográficas del Palomar Sky Survey, estas imágenes muestran lo que, según los autores, podrían ser destellos de luz procedentes de objetos artificiales en el espacio exterior, años antes de que los seres humanos enviaran naves espaciales a la órbita terrestre. «Aligned, Multiple-Transient Events in the First Palomar Sky Survey» (Eventos transitorios múltiples alineados en el primer Palomar Sky Survey), por Beatriz Villarroel et al., en Publications of the Astronomical Society of the Pacific, vol. 137; octubre de 2025 (CC BY 4.0).

En los años cincuenta, el Observatorio Palomar en California registró unos misteriosos destellos de luz que quedaron impresos en placas fotográficas. Décadas después, dos nuevos estudios afirman que aquellos destellos podrían haber sido reflejos de objetos metálicos en órbita terrestre alta, relacionados con fenómenos anómalos no identificados, conocidos hoy bajo el término UAP (Unidentified Anomalous Phenomena), un concepto que abarca desde los clásicos avistamientos de OVNIs hasta objetos que se mueven en el espacio o incluso bajo el agua.

El hallazgo forma parte del proyecto VASCO (Vanishing and Appearing Sources during a Century of Observations), encabezado por la astrónoma Beatriz Villarroel del Nordita, en la Universidad de Estocolmo. Su equipo lleva años revisando placas fotográficas previas a la Era Espacial, ahora digitalizadas, con un propósito claro: encontrar objetos transitorios, es decir, fuentes de luz que aparecen y desaparecen de forma repentina. En una imagen están, en la siguiente, se desvanecen sin dejar rastro.

Villarroel, junto con Stephen Bruehl, profesor de anestesiología en la Universidad de Vanderbilt, asegura que existe una correlación estadística entre esos destellos y los reportes históricos de objetos no identificados. “Algunos de estos transitorios podrían ser UAP en órbita terrestre que, al descender hacia la atmósfera, generen los avistamientos reportados”, escriben los autores.

Lo más desconcertante es que varios de esos destellos datan de antes de 1957, año en que se lanzó el Sputnik 1, el primer satélite humano. “Hoy sabemos que esos breves reflejos suelen deberse a destellos solares sobre superficies metálicas en órbita —como satélites o basura espacial—, pero las placas de VASCO fueron tomadas antes de que existieran”, explicó Villarroel.

Un transitorio triple (arriba a la izquierda) que apareció en los datos del POSS-I, pero que no se observó en estudios posteriores. (Bruehl y Villerroel, Sci. Rep., 2025)

Un transitorio triple (arriba a la izquierda) que apareció en los datos del POSS-I, pero que no se observó en estudios posteriores. (Bruehl y Villerroel, Sci. Rep., 2025)

El equipo examinó 106,000 objetos transitorios captados entre 1951 y 1957. Lo sorprendente es que estos destellos fueron 68% más frecuentes el día posterior a una prueba nuclear atmosférica. “La magnitud de esa asociación fue inesperada, y también la precisión del momento en que ocurrían: justo al día siguiente de un test”, señaló Bruehl. “Comprender qué representan exactamente es una pregunta fascinante que aún necesita respuesta”.

En promedio, los investigadores encontraron que la cantidad de estos transitorios aumentaba un 8.5% por cada avistamiento de UAP reportado. En otro estudio, con colaboración de científicos de Argelia, India, Nigeria, España, Suiza, Ucrania y Estados Unidos, se descubrió que uno de estos destellos coincidió con una oleada de avistamientos sobre Washington D.C. el 27 de julio de 1952. En las imágenes, varios destellos se alineaban en una franja estrecha del cielo, algo que Villarroel interpreta como reflejos solares sobre objetos planos y altamente reflectantes moviéndose a gran altitud. Esto se refuerza con un patrón claro: en las zonas de sombra terrestre, donde el Sol no alcanza, no se observan transitorios.

“Los reflejos solares no provienen de objetos esféricos como asteroides o partículas de polvo, que dejan trazos durante una exposición de 50 minutos. Solo los producen superficies planas y pulidas que reflejan la luz en un destello breve”, explicó Villarroel.

Otra posibilidad planteada por los autores es que las detonaciones nucleares hayan desencadenado algún fenómeno atmosférico desconocido. Sin embargo, ambos se muestran escépticos: sería improbable que un efecto atmosférico permaneciera inmóvil durante 24 horas hasta ser captado por las cámaras del Palomar. Tampoco parecen ser partículas de polvo radiactivo caídas sobre las placas, ya que estas dejarían manchas difusas, no puntos nítidos como estrellas.

La hipótesis principal que sostienen Villarroel y Bruehl es que los destellos corresponden a algún tipo de fenómeno anómalo no identificado. En sus estudios resaltan que los reportes de UAP han sido históricamente más frecuentes cerca de zonas con pruebas nucleares: “Se registraron significativamente más avistamientos dentro de las ventanas de pruebas nucleares (día de la prueba ±1) que fuera de ellas”.

No obstante, los investigadores reconocen limitaciones importantes. Las placas podrían tener defectos fotográficos o contaminación, producto de su antigüedad y del tiempo que permanecieron almacenadas. Además, las correlaciones estadísticas dependen de la fiabilidad de los reportes de OVNIs de los años cincuenta, una época donde el fenómeno estaba en pleno auge y era común reportar luces en el cielo prácticamente a diario.

En el ámbito científico, correlación no implica causalidad. El propio equipo reconoce que aún es prematuro establecer una conexión directa entre las pruebas nucleares, los destellos y los avistamientos. En la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI), los investigadores suelen partir de una regla básica: descartar todas las explicaciones naturales antes de considerar la posibilidad de vida alienígena. Y este caso no debería ser la excepción.

Por ahora, el enigma persiste. Los científicos sugieren repetir las observaciones con el cielo actual y comparar los resultados. Si los satélites modernos producen patrones similares en las placas fotográficas, la hipótesis de los reflejos solares de objetos metálicos en órbita podría ganar fuerza. Hasta entonces, aquellos misteriosos destellos de los años cincuenta seguirán siendo uno de los episodios más intrigantes y desconcertantes de la astronomía moderna.

Fuentes, créditos y referencias:

Stephen Bruehl et al, Transients in the Palomar Observatory Sky Survey (POSS-I) may be associated with nuclear testing and reports of unidentified anomalous phenomena, Scientific Reports (2025). DOI: 10.1038/s41598-025-21620-3

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