Astronautas hicieron una barbacoa en órbita: no vas a creer lo que cocinaron

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Captura de vídeo de un astronauta con alitas de pollo recién horneadas a bordo de la estación espacial Tiangong. Crédito CCTV.

Captura de vídeo de un astronauta con alitas de pollo recién horneadas a bordo de la estación espacial Tiangong. Crédito: CCTV.

Por primera vez, el aroma de alas de pollo recién asadas flotó entre los módulos de la Estación Espacial China. Los astronautas de las misiones Shenzhou-20 y Shenzhou-21 estrenaron un nuevo horno espacial capaz de preparar comidas calientes en microgravedad, marcando un momento inédito en la historia de la vida a bordo.

El Centro de Astronautas de China (ACC) compartió imágenes del equipo cocinando pollo estilo Nueva Orleans y bistec con pimienta negra, una escena que parecía sacada de una cocina terrestre, solo que a más de 400 kilómetros sobre nosotros. No se trató de un simple capricho culinario: el horno es parte de una estrategia para mejorar la calidad de vida durante misiones prolongadas.

Este nuevo horno no utiliza aceite ni produce humo, algo esencial en un entorno cerrado. Según Liu Weibo, del ACC, su funcionamiento depende de innovaciones en control térmico, filtrado multicapa y catálisis de alta temperatura. El dispositivo puede operar más de 500 ciclos continuos sin emitir residuos peligrosos, un logro tecnológico en sí mismo.

En comparación con experimentos previos, como aquel en que la NASA horneó galletas en 2020 —un proceso que tardó más de dos horas por galleta—, el horno chino se llevó la delantera: alas de pollo listas en apenas 28 minutos. Una diferencia que subraya su eficiencia y su diseño adaptado a las exigencias de la estación.

Kang Guohua, profesor de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Nanjing, explicó que la clave estuvo en diseñar el horno pensando desde el inicio en la compatibilidad energética, la distribución uniforme del calor y la seguridad. “No queríamos solo calentar comida; queríamos crear una experiencia”, afirmó.

Y vaya si lo lograron. Para los taikonautas que pasan meses lejos de casa, poder preparar una comida fresca tiene un valor simbólico inmenso. Como señala Kang, “la estación espacial no es solo un laboratorio, también es un hogar. Un asado puede ser una forma de mantener el ánimo, de recordar la Tierra”.

Pero el menú no termina ahí. La misión Shenzhou-21 amplió la oferta culinaria a más de 190 platos distintos que rotan cada diez días, incluyendo frutos secos, pasteles y verduras frescas cultivadas en la estación. Los experimentos del huerto espacial ya produjeron lechuga, tomates cherry y batatas, con más de 4,5 kilos cosechados hasta ahora.

El Centro de Astronautas incluso prepara comidas especiales para festividades tradicionales chinas, como el Festival de Primavera, con paquetes sorpresa que los tripulantes solo pueden abrir ese día. Un detalle que refuerza la idea de que la exploración espacial también es una cuestión de bienestar emocional y cultural.

China ha entrado de lleno en la fase operativa de su programa espacial tripulado, y lo está haciendo con un enfoque sorprendentemente humano: no solo impulsando la ciencia, sino también el sabor, la comodidad y la conexión con el hogar. En cada misión, los experimentos y los banquetes se entrelazan, demostrando que incluso en el vacío del espacio, hay lugar para el calor de una buena comida.

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