Vea También
![]() |
| Imagen profunda de NGC 6789 obtenida con el telescopio TTT3. Crédito: Trujillo et al., 2025. |
NGC 6789 siempre ha sido una pequeña rareza en el vecindario cósmico. Está perdida en el Vacío Local, un rincón del Universo donde casi no hay galaxias, pero aun así mantiene un núcleo lleno de estrellas jóvenes. Ese contraste ha intrigado durante años a los astrónomos: ¿cómo puede un lugar tan aislado seguir creando estrellas con este ritmo?
Un equipo liderado por Ignacio Trujillo, del Instituto de Astrofísica de Canarias y la Universidad de La Laguna, decidió mirar más profundo que nunca utilizando el Telescopio Gemelo de Dos Metros (TTT3) en España. Su objetivo era directo y ambicioso: buscar cualquier rastro, por mínimo que fuera, de una fusión pasada o de corrientes estelares que pudieran haber llevado gas fresco a la galaxia.
NGC 6789, descubierta en 1883, es una galaxia enana compacta azul situada a unos 12 millones de años luz. A pesar de su soledad extrema, alrededor del 4% de su masa estelar total —equivalente a unos 100 millones de masas solares— se formó en los últimos 600 millones de años. Su región central rebosa actividad, mientras que la parte externa conserva una apariencia elíptica tranquila y sin señales de haber sido perturbada.
El gran enigma era averiguar de dónde había salido el gas para alimentar ese brote reciente de estrellas. Si la galaxia estuviera envuelta en restos de fusiones menores, debería existir algún rastro detectable. Pero cuando las nuevas imágenes alcanzaron profundidades nunca logradas, el resultado fue contundente: no hay señales de colas de marea, fusiones antiguas ni estructuras fantasmas. Todo permanece tan limpio como siempre.
Los datos del TTT3 muestran que NGC 6789 mantiene su forma elíptica hasta brillos extremadamente débiles, y su marcado gradiente de color confirma que el único lugar realmente activo es su centro. Incluso se pudo calcular un límite superior para cualquier posible estructura estelar desprendida de satélites pequeños: como máximo unas 200.000 masas solares, un valor insignificante comparado con la intensidad de su núcleo.
Las cifras hablan claro: la región central contiene cerca de 4 millones de masas solares en estrellas jóvenes. Si no hay restos visibles alrededor, las alternativas se reducen a dos caminos plausibles. O la galaxia conservó parte de su gas desde hace miles de millones de años y lo reactivó, o bien consiguió atraer gas prístino, fresco y no asociado a fusiones.
Los autores lo resumen con claridad: la actividad reciente de NGC 6789 parece haber nacido de procesos internos o de la llegada de gas puro sin ninguna interacción violenta. Y, en un entorno tan vacío como el Vacío Local, esa explicación encaja sorprendentemente bien.
Fuentes, créditos y referencias:
Ignacio Trujillo et al, Deep imaging of the very isolated dwarf galaxy NGC6789, arXiv (2025). DOI: 10.48550/arxiv.2511.07041

