Amar Bharati: El hombre que levantó el brazo por la paz

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La vida de Amar Bharati cambió rotundamente cuando, en 1973, tomó una decisión que la cumpliría hasta el fin de su vida.

Amar Bharati no es un hombre corriente. Es un sadhu, un asceta hindú que renunció a su vida mundana para perseguir la iluminación espiritual. Pero lo que le hace destacar entre los millones de sadhus de la India es su extraordinario gesto de devoción: mantiene el brazo derecho levantado desde hace 48 años, en señal de penitencia y oración por la paz mundial.

Bharati fue empleado de banca, marido y padre de tres hijos. Llevaba una vida normal hasta 1973, cuando se sintió insatisfecho con sus logros y decidió convertirse en sadhu. Abandonó a su familia y su trabajo, y se unió a un grupo de santones errantes. También hizo el voto de dedicar su vida a Shiva, el dios hindú de la destrucción y la transformación.

Para demostrar su compromiso, levantaba el brazo derecho y nunca lo bajaba. Creía que así apaciguaría a Shiva y traería la armonía al mundo. También esperaba que su gesto inspirara a otros a seguir el camino de la no violencia y la compasión.

Sin embargo, su sacrificio no fue fácil. Confesó que los dos primeros años fueron una tortura, sobre todo las primeras semanas. Le dolía mucho el brazo, el dolor era insoportable. Lo mantenía levantado incluso cuando dormía. Poco a poco, el brazo se le fue paralizando y entumeciendo. Perdió la sensibilidad y el movimiento. Se le secaron las articulaciones del hombro y el codo, se le atrofiaron los músculos y las uñas se le hicieron largas y retorcidas. Su brazo se convirtió en un apéndice rígido y esquelético que no podía bajar aunque quisiera.

Pero nunca se arrepintió de su decisión. Decía que no pedía mucho. "¿Por qué luchamos entre nosotros, por qué hay tanto odio y enemistad entre nosotros? Quiero que todos los indios vivan en paz. Quiero que todo el mundo viva en paz", declaró en una entrevista.

Su notable dedicación le ha convertido en uno de los sadhus más famosos, respetados y venerados de la India. Ha atraído a muchos seguidores y admiradores, que buscan sus bendiciones y consejos. También ha participado en varios festivales y actos religiosos, en los que se le honra como a un santo viviente. Se ha convertido en un símbolo de paz y fe, un recordatorio del poder del espíritu humano.

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