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Algunas mordeduras de tiburón pueden deberse al «instinto de supervivencia» y no a ataques planificados, contrariamente a lo que muestran los medios de comunicación.Credit: Mile Ribeiro from Pexels |
Por años, la imagen del tiburón como una máquina de matar ha sido reforzada por películas, documentales sensacionalistas y titulares alarmistas. Pero un nuevo estudio publicado en Frontiers in Conservation Science desafía esta narrativa y plantea una idea poco intuitiva: algunas mordeduras de tiburón podrían ser simples actos de defensa, no ataques deliberados.
Cada año se registran alrededor de 100 mordeduras de tiburón en todo el mundo. Solo un 10% de ellas son fatales. Y según los investigadores, entre un 3 y 5% podrían tener una motivación defensiva, es decir, el tiburón mordió porque se sintió amenazado, no porque buscaba alimentarse o atacar.
Eric Clua, investigador de la Université PSL y especialista en tiburones, lideró este estudio que destaca que muchas mordeduras ocurren en contextos de interacción humana con los tiburones: pesca submarina, intentos de tocarlos, o incluso “rescates” de tiburones atrapados. Para el animal, esto puede ser percibido como una amenaza directa. ¿El resultado? Una mordida instintiva, rápida y generalmente no letal. Clua lo resume así: “Estas mordeduras son simplemente una manifestación del instinto de supervivencia, y la responsabilidad del incidente debería replantearse.”
Especies como el tiburón gris de arrecife, territorial y valiente, pueden reaccionar de forma desproporcionada cuando un humano invade su espacio. Según el estudio, esto se parece más a una respuesta de pánico —similar a la de un oso o un casuario en tierra firme— que a una estrategia de caza.
El equipo también analizó datos del Global Shark Attack File, un registro con casi 7.000 mordeduras desde 1863. De ahí extrajeron 322 casos que probablemente se debieron a motivos defensivos. Esta proporción refuerza la idea de que lo observado en la Polinesia Francesa —el “epicentro” del estudio— podría aplicarse globalmente.
La recomendación de los expertos es clara: no toques a un tiburón, incluso si parece inofensivo o está en apuros. Lo que tú percibes como ayuda, el tiburón podría interpretarlo como agresión.
“Estos animales son potencialmente peligrosos, y no tocarlos no solo es sensato, sino también una muestra de respeto”, concluye Clua.
Este estudio no busca quitarle importancia al riesgo de una mordedura de tiburón, sino devolverle contexto y equilibrio al relato. Porque en el fondo, lo que muchas veces vemos como un “ataque” no es más que un acto desesperado de defensa.