Astrónomos quedan impactados por un laberinto de polvo observado en el espacio profundo

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La imagen en infrarrojo medio del telescopio Webb muestra por primera vez cuatro espirales de polvo alrededor de un par de estrellas Wolf-Rayet conocidas como Apep. Observaciones previas realizadas con otros telescopios solo habían mostrado una. Los datos del Webb también confirmaron la existencia de tres estrellas ligadas gravitacionalmente entre sí. Crédito: Imagen: NASA, ESA, CSA, STScI; Ciencia: Yinuo Han (Caltech), Ryan White (Universidad Macquarie); Procesamiento de imagen: Alyssa Pagan (STScI)
La imagen en infrarrojo medio del telescopio Webb muestra por primera vez cuatro espirales de polvo alrededor de un par de estrellas Wolf-Rayet conocidas como Apep. Observaciones previas realizadas con otros telescopios solo habían mostrado una. Los datos del Webb también confirmaron la existencia de tres estrellas ligadas gravitacionalmente entre sí. Crédito: NASA, ESA, CSA, STScI; Ciencia: Yinuo Han (Caltech), Ryan White (Universidad Macquarie); Procesamiento de imagen: Alyssa Pagan (STScI)

A primera vista, el sistema estelar conocido como Apep podría pasar desapercibido en la vastedad de la Vía Láctea, pero las nuevas observaciones del telescopio espacial James Webb han cambiado por completo esa percepción. Combinando su visión en el infrarrojo medio con datos acumulados durante ocho años desde el Very Large Telescope (VLT) de ESO, dos equipos de astrónomos lograron algo que hasta hace poco parecía inalcanzable: captar con claridad cuatro espirales de polvo entrelazadas que envuelven a un par de envejecidas estrellas Wolf-Rayet.

Estas estrellas pertenecen a una clase extremadamente rara. Apenas se estima que existan un millar en toda la galaxia, pese a que la Vía Lactea alberga cientos de miles de millones de estrellas. Son objetos masivos, violentos y esenciales en la historia del cosmos, porque en su interior se forman algunos de los primeros compuestos de carbono que poblaron el Universo. Sin embargo, lo que hace único a Apep es que es el único sistema conocido en la Vía Láctea que alberga dos estrellas Wolf-Rayet de este tipo dentro de un mismo conjunto binario.

El astrónomo Ryan White, de la Universidad de Macquarie, y su equipo se propusieron refinar la órbita de estas estrellas. Para lograrlo, combinaron mediciones extremadamente precisas de la ubicación de los anillos de polvo visibles en la imagen del Webb con la velocidad de expansión registrada por el VLT durante casi una década. Según White, se trata de un sistema “con un periodo orbital extraordinariamente largo”, muy por encima de otros binarios Wolf-Rayet con polvo, cuyas órbitas suelen oscilar entre dos y diez años. El siguiente sistema comparable apenas alcanza unos 30 años. Apep, en cambio, tarda cerca de 190 años en completar una vuelta.


Lo sorprendente es que en cada una de esas órbitas tan extendidas, las estrellas solo pasan cerca durante un periodo de unos 25 años; es precisamente en esa ventana cuando generan el polvo que termina moldeando las estructuras observadas. Antes del Webb, los telescopios terrestres apenas habían identificado una sola envoltura. Ahora, la nitidez sin precedentes del telescopio espacial dejó ver no una, sino cuatro espirales claramente definidas, cada una expandiéndose sobre la siguiente con un patrón casi idéntico. La sensación, como describió la astrónoma de Caltech Yinuo Han, fue “como encender la luz en una habitación oscura”.

Pero la historia no termina ahí. Las observaciones también confirmaron algo que solo se sospechaba desde 2018: Apep no es un sistema doble, sino triple. Además de las dos Wolf-Rayet, un tercer actor participa en este complejo escenario. Se trata de una supergigante masiva cuya gravedad altera cada nube de polvo generada por las otras dos estrellas, abriendo un vacío distintivo en cada espiral. Sin el Webb, esta interacción habría sido casi imposible de comprobar. Han señaló que el telescopio proporcionó la “prueba definitiva” para demostrar que las tres estrellas están físicamente unidas.

Aún queda un enigma por resolver: la distancia exacta del sistema a la Tierra. Para eso, los investigadores necesitarán nuevas observaciones y modelados más refinados. Aun así, con lo ya revelado, Apep ha pasado de ser una curiosidad lejana a convertirse en uno de los laboratorios naturales más fascinantes para entender cómo se forman, evolucionan y se dispersan algunos de los materiales más antiguos del cosmos.


Fuentes, créditos y referencias:

Yinuo Han et al, The Formation and Evolution of Dust in the Colliding-wind Binary Apep Revealed by JWST, The Astrophysical Journal (2025). DOI: 10.3847/1538-4357/ae12e5 

Ryan M. T. White et al, The Serpent Eating Its Own Tail: Dust Destruction in the Apep Colliding Wind Nebula, The Astrophysical Journal (2025). DOI: 10.3847/1538-4357/adfbe1

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