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Un Tesla golpeado por un objeto misterioso en Australia podría ser el primer impacto de meteorito registrado en el mundo. Crédito: ABC/YT |
Un viaje rutinario por una carretera australiana se convirtió en una experiencia casi imposible de creer. El veterinario Andrew Melville-Smith, de Whyalla, en el sur de Australia, conducía su Tesla Model Y en modo autónomo cuando algo cayó del cielo y golpeó el parabrisas con una fuerza brutal. Lo que parecía una noche tranquila se transformó en segundos en una escena de caos, humo y confusión.
Todo ocurrió la noche del 19 de octubre en la autopista Augusta, a unos 40 kilómetros de Port Germein. “Un camión pasó y, cinco o diez segundos después, escuchamos una explosión enorme”, relató Melville-Smith a ABC News Australia. “El vidrio voló dentro del coche, apareció humo blanco y olía a quemado. Mi esposa pensó que el auto se incendiaba”.
Lo sorprendente es que el vehículo, operando en modo de conducción autónoma, no reaccionó en absoluto. “El Tesla seguía su curso, completamente indiferente al desastre que estaba ocurriendo dentro de la cabina”, explicó el veterinario, aún incrédulo. Herido por fragmentos de vidrio, logró mantener el control y detener el coche sin perder la calma. En ese momento, jamás imaginó que lo que lo golpeó podría venir del espacio.
La hipótesis de un meteorito surgió días después, cuando Melville-Smith contactó al South Australian Museum. El impacto había sido tan violento que el parabrisas mostraba signos de haber sido derretido, como si algo extremadamente caliente hubiera golpeado el vidrio. Eso llamó la atención del mineralogista Kieran Meaney, quien inició una investigación para determinar si, efectivamente, una roca espacial impactó contra el Tesla.
De confirmarse, sería el primer caso documentado en el mundo de un meteorito que colisiona con un vehículo en movimiento. “Las probabilidades son astronómicamente bajas”, explicó Meaney. “Si hubiera ido diez kilómetros más rápido o más lento, el objeto habría fallado el blanco”.
La policía inicialmente sospechó de un disparo o de escombros lanzados por un camión, pero ambos escenarios fueron descartados. “Lo inusual”, indicó Meaney, “es que el vidrio parece derretido. Sea lo que sea, generó muchísimo calor”. El museo planea analizar el parabrisas para buscar partículas incrustadas que confirmen su origen, aunque el proceso podría tardar semanas o meses.
Si las muestras revelan rastros compatibles con un meteorito, el equipo realizará una búsqueda en la zona para intentar recuperar fragmentos. Sin embargo, el investigador no descarta otras posibilidades, como basura espacial o restos de algún objeto caído desde un avión. “Puede que al investigar más descubramos que es algo diferente, pero por ahora esa es la teoría más probable”, afirmó.
No todos en la comunidad científica están convencidos. El astrofísico Jonti Horner, de la Universidad del Sur de Queensland, duda de la hipótesis espacial. Según explicó, si un meteorito realmente hubiera impactado el coche, habría sido visible como una bola de fuego enorme en el cielo durante varios minutos. “Debería haberse visto un resplandor tan brillante como la luna llena”, dijo a ABC News.
Además, recordó que los meteoritos suelen llegar al suelo fríos, no al rojo vivo. “Estas rocas pasan miles de millones de años en el frío extremo del espacio y solo se calientan unos segundos al entrar en la atmósfera”, señaló. Otros expertos, como Hadrien Devillepoix y Ellie Sansom, también expresaron dudas serias, aunque no descartaron la posibilidad de que fuera algún tipo de basura espacial.
Por ahora, el caso sigue siendo un misterio. “Sabemos que algo golpeó el coche, algo caliente, y no tenemos una mejor explicación todavía”, comentó Meaney. El equipo de investigadores realizará análisis químicos para determinar si el material tiene origen extraterrestre o terrestre.
Mientras tanto, el Dr. Melville-Smith solo se siente agradecido de haber sobrevivido. “Si hubiéramos estado en otro vehículo, probablemente habríamos chocado”, confesó. Su Tesla, imperturbable, siguió avanzando como si nada. Y en medio de la noche australiana, una simple coincidencia pudo convertirse en uno de los encuentros más raros entre un ser humano y el espacio.
