El lado oscuro de esos adorables vídeos de animales que no paras de compartir

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Una instantánea de un vídeo sobre la vida salvaje generado por IA.

Una instantánea de un vídeo sobre la vida salvaje generado por IA.

En redes sociales circula un video que ha dejado a millones de personas con la boca abierta: un leopardo entra al patio de una casa donde un niño juega, y un gato doméstico lo enfrenta con valentía, logrando ahuyentarlo. El clip, que acumula más de un millón de “me gusta” y más de 15.000 compartidos, parece una historia de heroísmo animal. Pero hay un detalle que casi nadie nota: nada de eso ocurrió en realidad.

Al igual que los videos donde osos o ciervos saltan en un trampolín, o aquel en que tres mapaches flotan plácidamente sobre cocodrilos río abajo, todo es creación de la inteligencia artificial. Son falsos, pero tan realistas que engañan incluso a los ojos más atentos.

Ante el auge de este tipo de contenidos y la falta de estudios científicos sobre su impacto, un equipo del grupo GESBIO de la Universidad de Córdoba —formado por José Guerrero, Francisco Sánchez, Antonio Carpio, Rocío Serrano y Tamara Murillo— decidió analizar el fenómeno. Su investigación, publicada en la revista Conservation Biology, pone sobre la mesa un problema poco discutido: cómo los videos generados por IA están afectando la percepción social de la fauna salvaje y, con ello, su conservación.

Los investigadores descubrieron varios efectos preocupantes. El primero: distorsionan la realidad del comportamiento animal. Escenas como un leopardo jugando con un gato o un depredador paseando por un jardín crean una imagen completamente falsa del mundo natural. “Estos videos muestran relaciones entre especies que no existen”, explica Guerrero. “El del niño y el leopardo, por ejemplo, da la impresión de que podrías encontrarte con un animal así en tu patio, y eso va en contra de la realidad y de la conservación de especies amenazadas”.

El equipo también advierte que este tipo de material humaniza a los animales, atribuyéndoles emociones o comportamientos que no les corresponden, y aumenta la desconexión entre las personas y la naturaleza. Serrano señala que esta brecha es especialmente visible entre niños de primaria: “Lo comprobamos en el proyecto IncluScienceMe. Los niños apenas reconocen la fauna local y, al consumir estos videos, terminan creando vínculos falsos con una naturaleza que no existe”.

El impacto no se queda ahí. Los investigadores han observado que muchos niños se frustran al salir al campo y no encontrar animales “mágicos” o tan amistosos como los que vieron en línea. Esa decepción provoca el efecto contrario al deseado: en lugar de fomentar curiosidad y respeto por la biodiversidad, refuerza la desconexión con el entorno natural.

Durante la infancia, la principal forma de aprendizaje es visual, y cuando esas imágenes están distorsionadas, el resultado es una percepción equivocada de lo que es la vida salvaje. A eso se suma que las redes sociales son hoy la fuente principal de información para jóvenes y niños, amplificando el impacto negativo de estas falsedades.

Murillo advierte de otro riesgo creciente: el aumento de la demanda de especies exóticas como mascotas. Al presentar animales salvajes como cariñosos y sociables, los videos de IA fomentan la idea errónea de que podrían convivir con humanos. “Esa exposición constante genera deseo de tenerlos en casa, y eso es peligroso para las especies y para las personas”, subraya.

Como solución, el equipo propone estrategias centradas en la alfabetización mediática: enseñar a la ciudadanía a cuestionar lo que ve, buscar fuentes fiables y aprender a identificar contenidos falsos. También insisten en la necesidad de incluir educación ambiental en los programas escolares, para que los niños comprendan desde pequeños conceptos como “especie nativa” o “especie exótica”. “Debemos enseñar que aquí no hay leones ni leopardos, y que lo que se ve en pantalla no siempre refleja la realidad”, recuerda Francisco Sánchez.

El trabajo del grupo GESBIO abre una línea de investigación inédita sobre los efectos del contenido generado por IA en la conservación de la biodiversidad. Y plantea una reflexión urgente: en un mundo donde las imágenes falsas parecen más reales que la vida misma, ¿qué tan preparados estamos para reconocer la verdad sobre la naturaleza?

Fuentes, créditos y referencias:

José Guerrero‐Casado et al, Threats to conservation from artificial‐intelligence‐generated wildlife images and videos, Conservation Biology (2025). DOI: 10.1111/cobi.70138

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