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“Me he fijado en que hay muchas ratas muertas que yacen en el suelo”, escribió Alexandre Yersin(1863-1943) en una carta tras su llegada a Hong Kong en 1894. En ese momento, la región sufría un brote de peste que dejó más de 40 000 muertes.
Yersin, suizo de nacimiento y naturalizado francés, llegó a Hong Kong por solicitud del gobierno francés y del Instituto Pasteur para investigar la epidemia. Sin embargo, ya había otro científico trabajando en ello.
Tres días antes, el 12 de junio de 1894, un médico japonés, Kitasato Shibasaburō (1853-1931), había arribado con un equipo de estudiantes y asistentes.
Rivalidad entre microbiólogos
Kitasato gozaba de mayor reconocimiento, pues había aislado la bacteria del tétanos (Clostridium tetani). Además, era considerado el representante de la escuela de Robert Koch, microbiólogo alemán y rival de Louis Pasteur. Una rivalidad fundada en razones nacionalistas y científicas.
Durante esa época, Hong Kong era una colonia del Imperio inglés, lo que puso a Yersin en desventaja debido a las altas tensiones entre Francia e Inglaterra. Mientras se autorizó a Kitasato para que examinara los cuerpos de fallecidos por síntomas asociados a la peste (como ganglios linfáticos inflamados –bubones–, fiebre, dolores de cabeza y vómito), Yersin no recibió apoyo gubernamental ni facilidades para su investigación.
En tanto Kitasato se encontraba buscando el agente causal de la enfermedad dentro de un hospital, con equipo y material, el laboratorio de Alexandre era una construcción de bambú cubierta de paja. Contaba únicamente con su microscopio monocular y el poco material que llevaba consigo desde su salida de París en 1890.
A pesar de las limitaciones, Yersin logró conseguir cadáveres para estudiarlos, al convencer a marineros ingleses, cuyo trabajo era enterrar los cuerpos, de dejarle extraer los bubones.
“Yacen ya dentro de sus ataúdes, sobre un lecho de cal. Se abre el ataúd, muevo la cal para despejar la región crural [muslo] . El bubón está al descubierto, en menos de un minuto lo extirpo y corro a mi laboratorio”, describió Yersin en una carta que envió a su madre.
La controversia
Identificar a la bacteria de la peste no era poca cosa: significaba descubrir por primera vez la causa de la enfermedad que había transformado Occidente en el siglo XIV, ya que esa epidemia causó la pérdida del 30 al 50 % de la población en Europa. Un hito que implicó cambios sociales, económicos y políticos.
A cinco días de su llegada, Yersin, bajo la lente de su microscopio, observó en sus muestras de bubones: “bastoncitos rechonchos con extremidades redondeadas” (bacilos) sin movimiento propio.
Por su parte, Kitasato exploró tanto ganglios linfáticos como sangre y otros tejidos. El médico japonés dio una descripción mucho más extensa de sus muestras, pero menos clara. Observó bacterias con forma de granos de pimienta (llamados cocos) en sangre y encontró bacilos (bacterias con forma de grano de arroz) en los ganglios linfáticos. Esto significaba que se trataba de microorganismos diferentes. El consenso actual es que Kitasato trabajó con una mezcla de bacterias y describió dos bacterias distintas a la vez.
Ya que Yersin no contaba con incubadoras, realizaba todos sus cultivos a temperatura ambiente. La media de Hong Kong se situaba en 28 °C, lo que aportaba unas condiciones óptimas para el crecimiento del bacilo de la peste. Esto también redujo la posibilidad de contaminación con otras bacterias.
Yersin logró obtener cultivos puros e inocular con sus preparaciones bacterianas a ratones, ratas y cobayas, así como observar los síntomas en los animales. Quedaba clara una cosa: el bacilo que había observado y descrito constituía el agente causal de la peste.
La bacteria sería nombrada inicialmente Bacterium pestis y, luego, Bacillus pestis. Posteriormente, en 1923, fue bautizada como Pasteurella pestis. No fue hasta en 1944 cuando se le asignó su nombre definitivo: Yersinia pestis, en honor a Yersin.

A pesar de ello, todavía existen algunos libros de texto y manuales de microbiología que persisten en una atribución confusa. En ocasiones dan el crédito a Kitasato. Otras veces, acertadamente, a Yersin y, en ocasiones, apuntan a un codescubrimiento.
Antes de Yersinia pestis
El viaje a Hong Kong y el descubrimiento de la bacteria no habían sido ni su primer viaje ni su primer hallazgo. Aunque sin duda fue el más importante.
Alexandre ingresó al laboratorio de investigación de Louis Pasteur (1822-1895) en 1886, tras haber estudiado medicina. Allí colaboró en la preparación de la vacuna contra la rabia. En 1888 se graduó oficialmente, presentando una investigación sobre la tuberculosis.
Con Émile Roux (1853-1933) se dedicó al estudio de la bacteria de la difteria, un microorganismo que causaba la muerte de miles de bebés y niños cada año. Ambos médicos identificaron que la enfermedad se debía a la liberación de una toxina mortal por parte de la bacteria, siendo la primera descripción de un veneno biológico con efecto en seres humanos.
A pesar de este hallazgo, de su posición en el Instituto Pasteur y de encontrarse en la época dorada de la bacteriología, Yersin decidió, de manera inesperada, abandonar el instituto e iniciar una vida de explorador.
En 1890 se unió como médico a la compañía de mensajería marítima y viajó a la Indochina francesa (Camboya, Laos y Vietnam), que en ese momento era parte del Imperio francés.
Yersin observó el trato que se les daba a los nativos –abuso, brutalidad y esclavitud– y, aunque no recriminó dichos tratos, se considera que fue más justo que muchos colonialistas.
Al establecerse en Nha Trang, Vietnam, atendió a los nativos, en la mayoría de los casos sin remuneración y diseñó campañas de vacunación. Yersin concebía la medicina como una forma de vida y no como una fuente de empleo. “Pedir dinero para curar a un enfermo –escribía en una carta– es un poco como decirle, ‘el dinero o la vida’”.
Yersin realizó viajes de exploración por regiones desconocidas hasta 1894. Durante los cuales realizó mapas de la zona, tomó fotografías y registró enfermedades en Indochina.
Después de Yersinia pestis
Nuestro protagonista estuvo en Hong Kong aproximadamente un mes. Después, en 1895, hizo un viaje a París, junto con Roux, Albert Calmette (1863-1933) y Amédée Borrel (1867-1936). En esa época produjo el primer suero contra la peste. Ese mismo año, volvió a Nha Trang para continuar con la producción del tratamiento. En 1896, viajó a Cantón, China, donde se le permitió administrar el suero a un paciente. Se convirtió así en el primer médico en salvar la vida de una persona infectada con la peste.
Con esa misión cumplida, Yersin decidió continuar su vida en Nha Trang, compró una vasta extensión de terreno y comenzó a cultivar diversas plantas; principalmente Hevea brasiliensis, el árbol del caucho, lo que dio origen a una gran industria, explotada económicamente por la empresa francesa Michelin. Con ese dinero, pudo financiar el naciente Instituto Pasteur de Nha Trang. Además, estableció plantaciones de quina, que hacía posible la producción de medicamentos para tratar la malaria.
Yersin falleció en 1943 en Vietnam, lugar donde vivió durante casi 50 años. Su imagen aún es admirada en el país, donde existen calles, museos y escuelas que llevan su nombre. Y, durante sus aniversarios luctuosos, los visitantes llenan de flores su tumba.
Yersin donó a las autoridades locales todos sus bienes, las tierras donde se cultivaban las plantas y se criaban los animales para investigación y consumo. También dejó pensión vitalicia para algunos de sus trabajadores. Y, a la humanidad, nos dejó el descubrimiento de la bacteria que por siglos fue sinónimo de calamidad, miseria y muerte: Yersinia pestis.

Yersain Ely Keller de la Rosa no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.