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En el universo hay fábricas cósmicas de oro, platino y otros elementos pesados, y una de ellas acaba de ser descubierta en un lugar tan extremo como sorprendente: las explosiones gigantescas de magnetares, estrellas de neutrones con campos magnéticos descomunales.
Un nuevo estudio publicado este 29 de abril en The Astrophysical Journal Letters revela que estas estrellas, al liberar llamaradas colosales, pueden producir masas de metales preciosos equivalentes a un tercio del tamaño de la Tierra en apenas unos segundos. Esta podría ser la clave para resolver un enigma que lleva décadas desconcertando a los astrónomos: ¿de dónde proviene parte del oro y el platino que existen en nuestra galaxia?
Todo comenzó con un evento observado en diciembre de 2004, cuando una sonda espacial detectó una explosión de rayos gamma proveniente de un magnetar llamado SGR 1806–20. Aunque la causa principal de la llamarada se entendió rápidamente, una segunda señal más débil, registrada 10 minutos después, quedó sin explicación durante 20 años.
Ahora, un equipo del Centro de Astrofísica Computacional del Instituto Flatiron ha determinado que ese segundo destello fue, en realidad, la huella de la creación de elementos pesados mediante un proceso nuclear conocido como captura rápida de neutrones, o r-process.
El r-process requiere un ambiente con una gran cantidad de neutrones libres, algo que sólo ocurre en situaciones extremadamente violentas. Hasta ahora, los únicos lugares confirmados donde se formaban estos elementos eran las colisiones entre estrellas de neutrones. Pero esas fusiones son poco frecuentes y no bastaban para explicar la cantidad de metales pesados que vemos en el universo.
Según los cálculos del equipo liderado por Brian Metzger (Columbia University) y Anirudh Patel (doctorando), las llamaradas de los magnetares también generan estas condiciones extremas. Durante el estallido de 2004, se habrían producido alrededor de 2 millones de billones de kilogramos de elementos pesados, una masa comparable a la del planeta Marte.
Esto implica que hasta un 10% del oro y el platino de la Vía Láctea podría haber nacido de estos estallidos estelares.
Para ponerlo en perspectiva: parte del oro de tu anillo, el platino en los componentes electrónicos de tu móvil o incluso algunos elementos radiactivos usados en medicina podrían tener su origen en una violenta llamarada de una estrella magnetizada, ocurrida hace millones de años en algún rincón remoto del cosmos.
"Es increíble pensar que los materiales que usamos todos los días provienen de ambientes tan extremos", comenta Patel. "Estas explosiones cósmicas no solo nos dicen cómo se forma la materia, también nos conectan directamente con la historia más violenta y fascinante del universo".
El hallazgo abre una nueva puerta para la astrofísica. Los investigadores creen que estas llamaradas son más comunes de lo que se pensaba, aunque difíciles de detectar en el momento exacto. Telescopios como el Compton Spectrometer and Imager de la NASA, previsto para 2027, podrían ayudarnos a cazarlas en tiempo real y observar directamente el nacimiento de elementos pesados.
"El desafío está en apuntar un telescopio ultravioleta al lugar correcto en los minutos posteriores a una explosión de rayos gamma", explica Metzger. "Es una carrera contra el tiempo... pero una que vale cada segundo".