Eos: La nube molecular invisible que yacía al acecho cerca del sistema solar

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Impresión artística del aspecto que tendría la nube Eos en el cielo nocturno si fuera visible a simple vista. Es tan grande que mediría 40 anchos de Luna en el cielo a su distancia de 300 años luz. (Crédito de la imagen: NatureLifePhoto/Flickr (New York City Skyline), Burkhart et al. 2025)

Impresión artística del aspecto que tendría la nube Eos en el cielo nocturno si fuera visible a simple vista. Es tan grande que mediría 40 anchos de Luna en el cielo a su distancia de 300 años luz. (Crédito de la imagen: NatureLifePhoto/Flickr (New York City Skyline), Burkhart et al. 2025)


Un equipo internacional de astrónomos liderado por Blakesley Burkhart, astrofísica de la Universidad de Rutgers, ha identificado una nube molecular colosal justo en el vecindario cósmico del Sol. Bautizada como Eos, esta estructura gaseosa permaneció oculta a la vista durante décadas hasta ser revelada por una técnica de observación innovadora que captura la fluorescencia del hidrógeno molecular en el espectro ultravioleta lejano.

La nube, compuesta principalmente por hidrógeno molecular —el ladrillo fundamental de estrellas, planetas y, en última instancia, de la vida—, se encuentra a unos 300 años luz de la Tierra, sobre el borde de la llamada "Burbuja Local", una cavidad repleta de gas caliente que rodea nuestro sistema solar.

La mayoría de las nubes moleculares se detectan a través de emisiones de monóxido de carbono observadas con telescopios de radio e infrarrojos. Pero Eos, al ser “CO-oscura” (es decir, carece de suficiente monóxido de carbono para ser vista con métodos tradicionales), había permanecido invisible hasta ahora. Fue descubierta gracias al instrumento FIMS-SPEAR, un espectrógrafo a bordo de un satélite coreano que descompone la luz ultravioleta para analizar sus componentes espectrales.

“El descubrimiento de Eos marca la primera vez que una nube molecular se detecta directamente mediante la fluorescencia del hidrógeno molecular en el ultravioleta lejano”, explicó Burkhart. “Literalmente, esta nube brilla en la oscuridad”.

En el cielo, Eos cubre una extensión equivalente a 40 lunas llenas. Su masa total se estima en unas 3.400 veces la del Sol. A pesar de su tamaño, su composición la hace discreta: no emite las señales comunes con las que normalmente se identifican estas nubes. Se calcula que la estructura desaparecerá en unos 6 millones de años, lo cual es poco en términos astronómicos.

El hallazgo no representa ningún peligro para la Tierra. Por el contrario, brinda una oportunidad excepcional para estudiar de cerca los procesos que dan lugar al nacimiento de estrellas. “Eos nos permite observar directamente cómo se forman y disocian las nubes moleculares. Es como ver en vivo la receta de una galaxia para cocinar estrellas”, señaló Burkhart.

El equipo planea utilizar esta misma técnica para identificar más nubes moleculares “ocultas”, tanto cercanas como en los confines del universo observable. De hecho, Burkhart y colegas han reportado tentativamente, gracias al telescopio espacial James Webb, la detección del hidrógeno molecular más lejano jamás observado.

“El hidrógeno que compone Eos es materia primordial. Se originó en el Big Bang y ha recorrido un camino de 13.600 millones de años hasta formar parte de esta nube cercana a nuestro sistema solar”, reflexionó Burkhart.

El hallazgo no solo redefine lo que sabíamos sobre el medio interestelar, sino que también subraya el valor de innovar en las técnicas de observación astronómica. El universo sigue guardando secretos —incluso justo frente a nuestras narices—, y Eos es una prueba brillante de ello.

Fuentes, créditos y referencias:

A nearby dark molecular cloud in the Local Bubble revealed via H2 fluorescence, Nature Astronomy (2025). DOI: 10.1038/s41550-025-02541-7

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