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La isla de Tenerife constituye uno de los destinos favoritos para los atletas debido a su localización geográfica, orografía, clima y sus instalaciones, a las que acuden deportistas amateurs y profesionales de todo el mundo para mejorar su rendimiento. En esta isla, en poco más de una hora de viaje en coche o en autobús, se puede pasar de una altura a nivel mar a 2 300 metros, concretamente en el Parque Nacional de las Cañadas del Teide. Pero ¿por qué la altura mejora el rendimiento deportivo?
¿Qué sucede en la atmósfera con la altura?
Con la altura, la presión atmosférica disminuye. La atmósfera tiene una concentración de gases estable hasta aproximadamente los 22 000 m de altura: oxígeno (O₂), nitrógeno (N₂), dióxido de carbono (CO₂) y otros gases como argón (Ar) y vapor de agua. Lo que cambia con la altura no es la concentración de estos gases en la atmósfera, sino la presión parcial de cada uno de ellos: un fenómeno conocido como descenso de la presión atmosférica. Esto influye directamente en la cantidad de aire que entra en los pulmones y afecta, por lo tanto, en el desarrollo deportivo.
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¿Qué es la hipoxia y cómo se puede inducir?
La hipoxia es el descenso de la presión arterial de oxígeno (PaO₂ ). Esta disminución provoca un descenso en el transporte y suministro de oxígeno a los órganos y a los tejidos del cuerpo. Puede producirse por diversos motivos, como el descenso de la presión atmosférica, intoxicación por monóxido de carbono (CO), edema pulmonar, neumonía, etc.
No obstante, aquella ocasionada por un aumento de la altura desde el nivel del mar, la cual genera una disminución de la presión barométrica, se denomina hipoxia hipobárica. Ésta puede ser natural, cuando pasamos del nivel del mar a alturas muy superiores, o simulada, debida a un descenso de la presión parcial de oxígeno (PO₂) en el interior de una cámara hipobárica, como una tienda o habitaciones de hoteles con PO₂ disminuidas.
Efectos fisiológicos de la hipoxia hipobárica en la capacidad de resistencia
Al provocar la altura el descenso de la PO₂ se da también un descenso en la PaO₂, del grado de saturación de oxígeno en la hemoglobina (SaO₂) y del contenido de oxígeno arterial (CaO₂), lo que produce una reacción multisistémica en el organismo.
Entre las diferentes respuestas fisiológicas que produce la hipoxia hipobárica destacan los efectos que tiene sobre el sistema respiratorio, aumentando la ventilación con el fin de mantener el suministro de oxígeno en órganos y tejidos; sobre el sistema cardiovascular, incrementando el gasto cardiaco y la frecuencia cardiaca; y sobre la expresión del factor inducible por la hipoxia (HIF), provocando el aumento en la producción de eritropoyetina.
Esta hormona, comúnmente conocida como EPO, es responsable de estimular la producción de glóbulos rojos en la médula ósea. Una de las principales funciones de estas células en la sangre es transportar oxígeno, por lo que el aumento de eritrocitos puede incrementar el transporte y suministro de oxígeno a los músculos activos durante el ejercicio y mejorar así la capacidad de resistencia y de consumo máximo de oxígeno.
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Lo que evidencia la ciencia
Un estudio realizado en 1997 demostró que vivir cuatro semanas a una altura de 2 500 m realizando entrenamientos de alta intensidad a una altitud de 1 250 m permitía una mejora del rendimiento en una prueba atlética de 3 000 m de hasta el 1,1 %.
Esta investigación, que demostró las mejoras del rendimiento por el uso del método LH-TL tanto en deportistas de élite como en aficionados, ayudó a consolidar el término living high-training low (LH-TL), una estrategia de entrenamiento utilizada por atletas de resistencia.
No obstante, la mejora observada en el transporte de oxígeno como respuesta adaptativa al estímulo hipóxico intermitente parece no ser la única forma de obtener mejoras del rendimiento. Otro estudio realizado en el 2017 sugirió que cuatro semanas de entrenamiento con el método LH-TL viviendo a una altitud simulada de 3 000 m y entrenando a una altura próxima de 1 000 m mejoraba el rendimiento de los atletas en pruebas de 3 000 m y 5 000 m debido a cambios en el metabolismo energético.
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Practicar deporte: mejor en la naturaleza
Como evidencia la ciencia, el uso intermitente de la hipoxia hipobárica según el modelo LH-TL puede mejorar el rendimiento en pruebas de resistencia, lo que demuestra que los entrenamientos en altura ofrecen grandes ventajas tanto para deportistas aficionados como profesionales.
Y si bien existen formas de inducir la hipoxia en espacios cerrados, siempre resulta más agradable y beneficioso hacer deporte al aire libre, sobre todo si es en la naturaleza. Por ello no es de extrañar que el Parque Nacional de Las Cañadas del Teide, uno de los enclaves más hermosos que tiene Canarias, sea tan visitado por los atletas.

David Funes Pol no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.