NASA revela nuevas y sorprendentes imágenes del cometa interestelar 3I/ATLAS

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La sonda MAVEN captó el cometa en luz ultravioleta, detectando sus átomos de hidrógeno el 28 de septiembre. Crédito: NASA/Goddard/LASP/CU Boulder
La sonda MAVEN captó el cometa en luz ultravioleta, detectando sus átomos de hidrógeno el 28 de septiembre. Crédito: NASA/Goddard/LASP/CU Boulder

La NASA acaba de liberar un conjunto de imágenes que llevaba semanas sin poder mostrar, y el protagonista es uno de los visitantes más raros que han cruzado nuestro vecindario cósmico: el cometa 3I/ATLAS. Este objeto, detectado el 1 de julio, se ha convertido rápidamente en una pequeña celebridad astronómica porque solo existen dos casos previos confirmados de cuerpos que vienen de fuera de nuestro sistema solar y pasan a toda velocidad entre nuestros planetas.

Imágenes superpuestas de 3I/ATLAS, tomadas por la nave espacial Observatorio de Relaciones Solar-Terrestres, muestran que alcanzó una velocidad de 209.000 kilómetros por hora en septiembre. NASA/Observatorio Lowell/Qicheng Zhang
Imágenes superpuestas de 3I/ATLAS, tomadas por la nave espacial Observatorio de Relaciones Solar-Terrestres, muestran que alcanzó una velocidad de 209.000 kilómetros por hora en septiembre. NASA/Observatorio Lowell/Qicheng Zhang

Lo sorprendente es cómo reaccionaron casi veinte equipos de misiones distintas cuando se enteraron de que el cometa pasaría cerca de Marte en octubre. Aunque ninguna cámara está pensada para seguir algo que viaja a más de 246.000 kilómetros por hora, los científicos no estaban dispuestos a dejar escapar la oportunidad. La escena, como explicó Tom Statler, fue casi cómica: cada nave tenía un ángulo distinto, sensores distintos y limitaciones distintas, pero todas apuntaron sus instrumentos hacia el mismo punto del cielo.

La sonda Lucy captó un tenue halo de gas y polvo alrededor del cometa el 16 de septiembre. NASA/Goddard/SwRI/JHU-APL
La sonda Lucy captó un tenue halo de gas y polvo alrededor del cometa el 16 de septiembre. NASA/Goddard/SwRI/JHU-APL

Ese esfuerzo coordinado terminó convirtiéndose en una colección increíble de observaciones. La misión Lucy, Psyche, el Parker Solar Probe, SOHO, PUNCH y varias naves en ruta hacia el sistema joviano lograron registrar fragmentos clave del paso del cometa. Incluso antes del sobrevuelo marciano, estas naves ya estaban detectando los primeros indicios de su composición y el comportamiento del polvo que el calor del Sol arrancaba del núcleo. Según Statler, estas comparaciones entre instrumentos en el espacio y telescopios terrestres permitirán reconstruir la estructura tridimensional del cometa y la naturaleza del material que desprende.

El telescopio 3I/ATLAS aparece como una tenue mancha sobre un fondo de estrellas desde la perspectiva del rover Perseverance el 4 de octubre. NASA/JPL-Caltech/ASU/MSSS
El telescopio 3I/ATLAS aparece como una tenue mancha sobre un fondo de estrellas desde la perspectiva del rover Perseverance el 4 de octubre. NASA/JPL-Caltech/ASU/MSSS

Cuando el cometa pasó a solo 29 millones de kilómetros de Marte el 3 de octubre, la oportunidad se volvió aún más excepcional. El Mars Reconnaissance Orbiter y el rover Perseverance lo siguieron de cerca, y el orbitador europeo ExoMars Trace Gas Orbiter aportó una vista imposible de obtener desde la Tierra. Su perspectiva fue tan precisa que permitió mejorar en un factor de diez el cálculo de la trayectoria futura del objeto.

La sonda Psyche rastreó el cometa 3I/ATLAS durante ocho horas, los días 8 y 9 de septiembre, cuando se encontraba a unos 53 millones de kilómetros de la nave. NASA/JPL-Caltech/ASU
La sonda Psyche rastreó el cometa 3I/ATLAS durante ocho horas, los días 8 y 9 de septiembre, cuando se encontraba a unos 53 millones de kilómetros de la nave. NASA/JPL-Caltech/ASU

Pero no solo Marte estaba mirando. El telescopio Hubble, el James Webb y varias misiones solares y planetarias participaron en la observación. Theodore Kareta, investigador en Villanova, destacó un punto clave: los cometas no pueden estudiarse bien desde un único ángulo. Al ser objetos tridimensionales, cada misión aporta un pedazo distinto de la historia, desde la forma del núcleo hasta los patrones del material que se evapora a su alrededor. Por ahora, las estimaciones sitúan su tamaño entre unos cientos de metros y varios kilómetros, y siguen refinándose.

Con la atención mediática girando en torno al origen interestelar del cometa, surgieron rumores sobre posibles explicaciones exóticas. La NASA fue clara: todo indica que 3I/ATLAS es un cometa completamente natural. Amit Kshatriya recordó que su comportamiento encaja perfectamente con el de cualquier cometa típico; lo único inusual es de dónde viene. Lo interesante, según Nicky Fox, no es que se parezca a los cometas del sistema solar, sino las diferencias químicas que está mostrando.

La misión SOHO observó el cometa entre el 15 y el 16 de octubre. Observatorio Lowell/Qicheng Zhang
La misión SOHO observó el cometa entre el 15 y el 16 de octubre. Observatorio Lowell/Qicheng Zhang

Hasta ahora, los datos revelan que libera más dióxido de carbono que agua y más níquel que hierro, una firma bastante distinta a la de los cometas locales. También ha mostrado una actividad inesperadamente intensa cerca del Sol, lo que llevó a algunos a preguntarse si se había fragmentado. Statler aclaró que los “chorros” que se han observado son comunes y suelen indicar zonas especialmente activas en la superficie del núcleo.

El cometa ya está reapareciendo desde el otro lado del Sol y se acercará a unos 270 millones de kilómetros de la Tierra el 19 de diciembre, antes de emprender su salida definitiva de nuestro sistema. Para los científicos, esta es una oportunidad histórica. Objetos como 3I/ATLAS son extremadamente raros, y uno tan brillante podría no repetirse en décadas. Kareta lo resumió de forma sencilla: probablemente este será el cometa interestelar del que más aprendamos en mucho tiempo.

El detalle final es quizá el más fascinante. La velocidad de 3I/ATLAS sugiere que es mucho más antiguo que cualquier cuerpo de nuestro propio sistema solar. Como dijo Statler, este objeto no solo viene de otro lugar: es una ventana directa al pasado profundo, a una época anterior a la formación de la Tierra y del Sol. Y ahora, por pura casualidad orbital, hemos podido observarlo de cerca.

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