Una planta diminuta desafía el vacío espacial y regresa viva a la Tierra

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En el centro superior de un gametóforo foliáceo se observa un esporofito de color marrón rojizo. Esta cápsula contiene numerosas esporas en su interior. Esporofitos maduros como estos se recolectaron individualmente y se utilizaron como muestras para el experimento de exposición espacial realizado en la instalación de exposición de la Estación Espacial Internacional (EEI). Crédito: Tomomichi Fujita
En el centro superior de un gametóforo foliáceo se observa un esporofito de color marrón rojizo. Esta cápsula contiene numerosas esporas en su interior. Esporofitos maduros como estos se recolectaron individualmente y se utilizaron como muestras para el experimento de exposición espacial realizado en la instalación de exposición de la Estación Espacial Internacional (EEI). Crédito: Tomomichi Fujita

El musgo lleva millones de años demostrando que no necesita condiciones ideales para prosperar. Se aferra a rocas heladas, coloniza desiertos, soporta volcanes activos y sobrevive en rincones donde casi nada más puede. Pero un grupo de investigadores decidió llevar esa resistencia a un escenario que ninguna planta terrestre había enfrentado de forma directa: el espacio abierto.

La apuesta era arriesgada. El equipo seleccionó esporofitos de Physcomitrium patens, una especie muy estudiada por su simplicidad y resistencia. Estas estructuras contienen esporas encapsuladas, un tipo de célula diseñada por la evolución para proteger la vida en situaciones extremas. Aun así, enfrentarse a la radiación cósmica, al vacío y a variaciones extremas de temperatura parecía demasiado incluso para ellas.

Antes de enviarlas a la órbita terrestre, los científicos las pusieron a prueba en un entorno controlado que imitaba las condiciones espaciales: radiación UV intensa, frío más allá de los –190 °C, calor superior a los 50 °C y completa ausencia de presión. Las partes juveniles del musgo no resistieron. Las células especializadas mostraron mejor desempeño, pero las esporas encapsuladas fueron, con diferencia, las más duras del grupo, soportando niveles de UV mil veces más letales que los tolerados por las otras estructuras.

Ese resultado motivó al equipo a ir un paso más allá. En marzo de 2022 enviaron cientos de esporofitos a la Estación Espacial Internacional a bordo del Cygnus NG-17. Una vez en órbita, los astronautas los colocaron en el exterior de la estación, expuestos sin protección real durante 283 días al entorno más hostil conocido. En enero de 2023 regresaron a la Tierra en la misión SpaceX CRS-16, listos para ser examinados.

Esporas de musgo germinadas tras exposición al espacio. Crédito: Dr. Chang-hyun Maeng y Maika Kobayashi
Esporas de musgo germinadas tras exposición al espacio. Crédito: Dr. Chang-hyun Maeng y Maika Kobayashi

Lo sorprendente vino después. Contra todas las expectativas, más del 80% de las esporas volvió con vida. Y no solo vivas: la mayoría germinó al regresar al laboratorio. Incluso el nivel de clorofila, clave para la fotosíntesis, se mantuvo prácticamente normal, salvo una disminución leve en la clorofila a, un pigmento especialmente sensible a la luz visible. Ese detalle, sin embargo, no afectó la salud de las esporas.

Para entender cuánto tiempo más habrían podido resistir, los investigadores desarrollaron un modelo matemático basándose en las mediciones previas y posteriores al viaje. La estimación indica que las esporas podrían haber sobrevivido alrededor de 15 años en condiciones espaciales similares. Es un cálculo preliminar, pero abre una puerta fascinante sobre la capacidad de la vida terrestre para soportar ambientes extremos fuera del planeta.

El equipo cree que esta resistencia no es casualidad. La estructura que envuelve a la espora actúa como un escudo natural que absorbe radiación y bloquea daños físicos y químicos. Ese diseño biológico habría sido decisivo para que los briófitos —el grupo de plantas al que pertenece el musgo— lograran colonizar tierra firme hace unos 500 millones de años y superar varias extinciones masivas.

Las implicaciones van más allá de la curiosidad científica. Comprender cómo estas plantas sobreviven en el espacio podría guiar futuras investigaciones sobre agricultura extraterrestre o incluso sobre la posibilidad de establecer ecosistemas básicos en lugares como la Luna o Marte. Para los investigadores, el musgo podría convertirse en un aliado inesperado para diseñar sistemas biológicos autosuficientes fuera de la Tierra.

Como concluye el equipo, este pequeño organismo nos recuerda algo esencial: la vida en la Tierra ha desarrollado mecanismos extraordinarios que aún estamos empezando a comprender. Y, a veces, la clave para construir el futuro en otros mundos puede estar escondida en una planta diminuta que lleva millones de años desafiando los límites.

Fuentes, créditos y referencias:

Extreme Environmental Tolerance and Space Survivability of the Moss, Physcomitrium patens, iScience (2025). DOI: 10.1016/j.isci.2025.113827

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