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Una mejora reciente en las observaciones subterráneas de Marte ha abierto un capítulo inesperado en la investigación del planeta rojo. Gracias a un método de radar reforzado, la NASA ha vuelto a analizar una región en el polo sur marciano donde, en 2018, se creyó detectar un lago enterrado bajo casi un kilómetro y medio de hielo. Ahora, el nuevo estudio señala que lo que parecía ser agua líquida probablemente sea una mezcla de roca y polvo, no un depósito subterráneo. El estudio fue publicado en Geophysical Research Letters.
El hallazgo original había generado enorme entusiasmo: donde hay agua, incluso en forma líquida y extremadamente salada, siempre surge la posibilidad de vida pasada o presente. Aunque este nuevo análisis debilita la idea del lago, también demuestra que la técnica utilizada puede ayudar a buscar recursos enterrados en otras partes del planeta, un aspecto esencial para futuras misiones humanas.
El trabajo fue liderado por los científicos Gareth Morgan y Than Putzig, parte del equipo del radar SHARAD del Mars Reconnaissance Orbiter (MRO). Este instrumento funciona enviando ondas de radio hacia el subsuelo y registrando cómo rebotan. (Nota rápida: radar es un dispositivo que detecta objetos usando ondas electromagnéticas; dependiendo del material bajo la superficie, la señal regresa con más o menos intensidad).
Para lograr la nueva observación, el MRO tuvo que ejecutar una maniobra poco común: un giro de 120 grados para potenciar la capacidad del radar. La antena del instrumento está orientada hacia la parte trasera de la nave, por lo que la estructura del orbitador bloquea parte de la señal. Al inclinar el vehículo, se logró dirigir la potencia directamente hacia el punto de interés, permitiendo que la señal penetrara más profundo en el hielo.
Estas maniobras —conocidas como “very large rolls”— han demostrado ser tan efectivas que los científicos planean aplicarlas en otros sitios donde podría haber hielo enterrado. No fue un proceso sencillo: requirió coordinación entre los especialistas del JPL en California y el equipo de operaciones en Lockheed Martin, responsables de la construcción y seguridad del orbitador. Mantener la nave estable durante un giro tan extremo exige una planificación minuciosa.
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El 26 de mayo, SHARAD completó la maniobra y por fin obtuvo una señal débil proveniente de la zona objetivo, una región de unos 20 kilómetros de ancho y situada bajo un enorme manto de hielo. Para entender la importancia de esto basta recordar que el radar solo puede detectar superficies subterráneas cuando producen un rebote suficientemente fuerte. El agua líquida, por ejemplo, genera una reflexión brillante —similar a apuntar con una linterna a un espejo— porque no permite que la señal se absorba.
Eso fue precisamente lo que observó el instrumento MARSIS del orbitador Mars Express de la ESA en 2018. Aquella señal intensa dio pie a la hipótesis de un lago salado, ya que las sales pueden mantener el agua en estado líquido incluso bajo condiciones extremas. Sin embargo, SHARAD, al observar más profundamente, no obtuvo ese tipo de reflejo. En un punto cercano ni siquiera logró detectar señal alguna, lo que sugiere un comportamiento muy particular del terreno justo en el lugar original.
Los investigadores consideran ahora explicaciones alternativas. Marte posee en su polo sur una gruesa capa helada sobre un paisaje repleto de cráteres, montes y depresiones. Normalmente el radar muestra este terreno irregular sin señales tan intensas. Una posibilidad es que la reflexión detectada por MARSIS provenga de una zona sorprendentemente lisa bajo el hielo, como un flujo de lava antigua que haya quedado sepultado.
Este avance abre la puerta a revisar otras regiones científicamente valiosas utilizando la misma técnica del giro extremo. Una de ellas es Medusae Fossae, una gigantesca formación cercana al ecuador marciano que apenas devuelve señales de radar. Algunos creen que está compuesta principalmente de ceniza volcánica compactada; otros sospechan que podría esconder grandes depósitos de hielo a gran profundidad.
Si realmente hubiera hielo allí, sería una noticia crucial: el ecuador recibe más luz solar y tiene temperaturas más benignas, lo que lo convierte en un lugar ideal para establecer bases humanas. Contar con agua cerca de la superficie facilitaría la vida, la producción de combustible y la investigación científica en el planeta.
Por ahora, el supuesto lago bajo el polo sur parece haberse desvanecido, pero el avance tecnológico que nació de su estudio ha resultado invaluable. Comprender qué hay bajo la superficie marciana sigue siendo uno de los pasos más importantes para planificar el futuro de la exploración humana y desentrañar la historia del planeta rojo.
Fuentes, créditos y referencias:
Gareth A. Morgan et al, High Frequency Radar Perspective of Putative Subglacial Liquid Water on Mars, Geophysical Research Letters (2025). DOI: 10.1029/2025gl118537

