Impactantes resultados finales indican que podríamos estar entendiendo mal el universo

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Un fin y un comienzo: La publicación de los datos finales del Telescopio Cosmológico de Atacama establece las bases para la próxima era de la cosmología. Crédito: Colaboración del Telescopio Cosmológico de Atacama.

Transición decisiva: Con la entrega de sus datos finales, el Telescopio Cosmológico de Atacama redefine el panorama de la cosmología moderna. Crédito: Colaboración del Telescopio Cosmológico de Atacama.

Tras dos décadas mirando las profundidades del cosmos desde el desierto de Atacama, el telescopio ACT ha cerrado oficialmente su misión. Pese a ese sabor a despedida que siempre acompaña el final de un gran proyecto, esta última entrega de datos no cierra una historia: abre otra mucho más grande. Los resultados finales, publicados en tres estudios de la Journal of Cosmology and Astroparticle Physics, están sacudiendo varias certezas que dábamos por hechas sobre el universo.

El equipo internacional detrás del ACT liberó su sexto y último conjunto de datos, considerado por muchos como el más importante de todos. A partir de estas observaciones, se reafirma algo que lleva años inquietando a los cosmólogos: la famosa tensión de Hubble. Este término describe un problema serio —las mediciones de la expansión del universo no coinciden— y los nuevos datos no solo confirman la discrepancia, sino que la hacen mucho más difícil de ignorar.

Para quienes no estén familiarizados: la constante de Hubble es un número que indica a qué velocidad se expande el universo. Cuando se mide usando señales muy antiguas, como la luz del universo temprano, da un valor. Cuando se mide estudiando objetos más cercanos y modernos, da otro distinto. Esa diferencia es la famosa tensión. Y los nuevos resultados del ACT coinciden por completo con los del satélite Planck, tanto en temperatura como en polarización, reforzando la idea de que nuestro modelo actual del cosmos quizá tenga algo mal planteado.

Vista del patrón de polarización en una porción del fondo cósmico de microondas. Crédito: Colaboración del Telescopio de Cosmología de Atacama.

Mapa de polarización correspondiente a una sección del fondo cósmico de microondas. Crédito: Colaboración del Telescopio de Cosmología de Atacama.

A esto se suman otros resultados igual de contundentes. Durante años surgieron decenas de modelos cosmológicos alternativos que buscaban resolver estas inconsistencias. En uno de los nuevos trabajos, el equipo revisó cuidadosamente unos treinta de esos llamados “modelos extendidos”. La conclusión es directa: ninguno supera la prueba. No era un ejercicio para descartarlos, pero los datos fueron claros. Limpiar el tablero puede parecer poco emocionante, pero en ciencia significa avanzar: menos caminos falsos, más claridad sobre dónde buscar las respuestas reales.

Otro logro crucial del ACT es la obtención de mapas mucho más nítidos de la radiación cósmica de fondo, conocida como la luz fósil del universo. Esta radiación es un eco del cosmos cuando apenas tenía 380.000 años, y estudiar su estructura es clave para entender cómo empezó todo. Mientras Planck produjo mapas extraordinarios de temperatura, el ACT se especializó en capturar la polarización con una resolución muy superior gracias a su espejo de seis metros —frente al de 1,5 metros de Planck— y a su ubicación privilegiada en el desierto chileno, a casi 5.000 metros de altura.

Por cierto, “polarización” puede sonar abstracto, pero es simplemente la orientación en la que vibran las ondas de la luz. Estos patrones permiten estudiar detalles minúsculos del universo joven, casi como si limpiáramos un lente empañado.

Los científicos explican que no se trata de reemplazar los datos de Planck, sino de complementarlos. Juntos ofrecen una imagen más rica, precisa y completa del universo primitivo. La colaboración entre ambos proyectos es lo que realmente impulsa este salto adelante.

El cierre de la misión del ACT no marca una despedida definitiva, sino un punto de partida. Todo el conjunto de datos queda ahora en manos de la comunidad científica global, lista para seguir extrayendo respuestas —o nuevas preguntas— sobre los mayores misterios que aún persisten. Después de veinte años, el telescopio deja de observar, pero su legado apenas comienza a desplegarse.


Fuentes, créditos y referencias:

Sigurd Naess, et al. The Atacama Cosmology Telescope: DR6 maps, Journal of Cosmology and Astroparticle Physics (2025). On arXiv: arxiv.org/abs/2503.14451 

Thibaut Louis, et al. DR6 power spectra, likelihoods and ΛCDM parameters, Journal of Cosmology and Astroparticle Physics (2025). On arXiv: arxiv.org/abs/2503.14452 

Erminia Calabrese, et al. DR6 constraints on extended cosmological models, Journal of Cosmology and Astroparticle Physics (2025). On arXiv: arxiv.org/abs/2503.14454

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