Alternativa a las cuñas hospitalarias: el dispositivo que se adapta a la anatomía femenina

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Los colectores de orina externos, como las cuñas, son dispositivos de uso cotidiano en los hospitales y en los hogares donde una persona debe guardar reposo en cama o tiene movilidad reducida. Están formados por una parte plástica rígida que se puede higienizar y una parte de cartón rugoso reciclado de un solo uso que se acopla sobre la parte plástica.

Sin embargo, para las personas que están en posición decúbito supino (acostadas boca arriba), orinar en postura horizontal constituye un verdadero desafío. Miles de mujeres hacen frente a este problema cada año, lo que puede causar incomodidad, lesiones por humedad y presión y derrames.

Son dificultades que afectan tanto la dignidad como el bienestar de las pacientes. Y a pesar de ello, el mercado no ofrece productos que respondan adecuadamente a esas necesidades.

Además, algunas opciones que sí están adaptadas a la anatomía femenina –generalmente diseñadas para personas con incontinencia urinaria– presentan fugas debido a una estanqueidad y una fijación deficientes.

Para abordar tales problemas, un equipo multidisciplinar de especialistas pertenecientes al ámbito de la enfermería y la ingeniería hemos desarrollado ERGOMIC, un proyecto financiado por UNISALUT-UJISABIO y la Universitat Jaume I.

No invasivo, ergonómico y sostenible

Según un estudio realizado para este proyecto, se estima que en España aproximadamente 552 331 mujeres requirieron en 2021 reposo en cama, afrontando potenciales dificultades para orinar. Esta situación no solo afecta la comodidad de las pacientes, sino que también puede acarrear complicaciones médicas, como hemos señalado.

ERGOMIC se postula como una posible solución por su adaptabilidad a la posición de decúbito supino. Con un diseño no invasivo que respeta la anatomía femenina y proporciona ergonomía, puede ser usado directamente por la persona encamada o con la ayuda del cuidador o la cuidadora.

El dispositivo ERGOMIC.

Entre sus características, cabe resaltar que ERGOMIC ajusta perfectamente a la zona que rodea el meato urinario y corrige el llamado “efecto Coanda”. Este se produce debido a la tendencia del fluido a adherirse a una superficie cercana, generando derrames indeseados.

Además, está fabricado con materiales sostenibles y reutilizables como el polipropileno (PP) o elastómeros termoplásticos (TPE), no hace falta dejarlo colocado (sólo se usa en el momento de la micción) y es configurable para varios tallajes y ajustable a cualquier sistema de recogida.

Más que un simple dispositivo sanitario

El desarrollo de ERGOMIC implicó la creación de múltiples prototipos mediante impresión 3D y pruebas piloto. Este proceso aseguró no solo su comodidad de uso, sino que también pueda dirigir eficazmente el flujo de orina hacia los recipientes de recolección.

Además de mejorar la experiencia individual de las pacientes, puede impactar positivamente en la eficiencia de los sistemas de salud, reduciendo las complicaciones asociadas al uso de dispositivos mal adaptados y optimizando la gestión del tiempo del personal sanitario.

También representa un avance en la igualdad de género dentro del ámbito de la salud, ya que aborda una necesidad específicamente femenina que ha sido ignorada durante mucho tiempo. Su diseño contribuye a cerrar esta brecha sanitaria.

Y, por último, como se apuntaba más arriba, ERGOMIC es reutilizable. Esto lo convierte en una opción sostenible y alineada con los objetivos globales de reducción de residuos.

Perspectivas futuras

En cuanto a su futura implantación, ERGOMIC cuenta con una patente presentada, una solicitud positiva del Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT) y una dotación de 50 000 euros para mejorar su transferencia al mercado (UJI.>LAB IMPULS/2024/03). Su nivel de madurez tecnológica (TRL 4) y su clasificación como Producto Sanitario Clase I lo posicionan en una trayectoria prometedora para convertirse en un estándar de cuidado para mujeres con movilidad reducida.

The Conversation

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Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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